La primera promoción de Enfermería en San Telmo, arriba, y durante la celebración de los 25 años, el 25 de junio de 1999. El Norte

Medio siglo de las pioneras de Enfermería en Palencia

La primera promoción cumple cincuenta años de su graduación y lo celebrará en un acto en la Diputación el 4 de junio

Sábado, 23 de marzo 2024, 00:36

Fueron las primeras que se formaron para cuidar a los pacientes en Palencia, las pioneras de la Enfermería. Hicieron la maleta en septiembre de 1971, tras despedirse de su familia, y se trasladaron a vivir al edificio de Maternidad de la Beneficencia de San Telmo ... en la capital. Allí, por las mañanas, «desde el primer día», hacían prácticas atendiendo a los enfermos y por las tardes daban clase en el único aula que había. Los exámenes los hacían todos en un día, ya que se trasladaban desde Valladolid a evaluarlas.

Publicidad

Moral Profesional, Anatomía Funcional, Higiene General o Microbiología y Parasitología, entre otras, componían las materias del primer año, hasta llegar a once. Dacio Crespo, quien da nombre a la escuela y fue su fundador y director los dos primeros años, era el profesor de Nociones de Patología General. El mismo número de asignaturas se repetiría en segundo, llegando en el último curso a trece, con Ginecología y Cirugía de Urgencia. «Cuando llegamos allí no había enfermeras, ni auxiliares, solo había monjas y llevaban el control de todo», señala Isabel Seco. También se encontraban los practicantes, «que nos enseñaron mucho».

Ellas son Teresa Álvarez, Pilar Andrés, Carmen Baeza, Rosa Calleja, Teodosia Castro, Belén Castro, Pilar Conde, Carmen Jesús Díez, Cristina García, Esther Gregorio, Eugenia Gutiérrez, Anunciación Gutiérrez, Carmen Monge, Luisa Moya, Rosa Pedroso, Benita Pérez, Pilar Rodríguez, Teresa Santamaría, Isabel Seco, Belén Villarroel, Rosario Vallejo y Blanca Villa (junto con las fallecidas Eloisa Melero y Carmen Hernández). Cumplen este año sus bodas de oro, cincuenta años desde que aprendieron a cuidar a los enfermos y, además, forjaron una unión que no se ha roto en medio siglo. «Éramos una familia numerosa y hemos mantenido la relación», reconoce Rosa Pedroso. Tres años estuvieron juntas, salvo los fines de semana que tenían permiso para salir junto con la mitad de las vacaciones, ya que se turnaban para continuar atendiendo a los enfermos todos los días.

Las alumnas hicieron huelga el último curso para realizar las prácticas en la Residencia Lorenzo Ramírez

La Diputación de Palencia, titular de la Escuela de Enfermería, ha organizado un acto de celebración, que tendrá lugar el 4 de junio, cincuenta años después de que se graduasen como ATS (ayudante técnico sanitario). Ya lo conmemoraron hace 25 años también, en junio de 1999, en el Centro Cultural Provincial para viajar después a Fuente Dé y prorrogar unos días las bodas de plata.

Publicidad

No dudan ni titubean al preguntarles por su profesión. Ninguna se arrepiente y todas volverían a decantarse por la misma si existiese una máquina del tiempo para volver al pasado. «Ha merecido la pena todo», subraya Isabel Seco. «No hubiera cambiado de trabajo, me ha gustado mucho», añade, aunando la voz de todas.

Cincuenta años dan para mucho. La Enfermería ha evolucionado en las técnicas, los procedimientos y hasta en los cuidados. «Ahora está todo muy mecanizado. Algunas cosas han ido a mejor, pero otras a peor», afirma Rosa Pedroso. «Empezamos hirviendo las jeringuillas, que entonces eran de cristal, y después teníamos que meterlas en botes de alcohol», rememora Eugenia González.

Publicidad

El trato también ha variado. «Nuestra forma de estar con los pacientes era diferente. Ahora es menos personal, se da la medicación a la hora indicada y vuelven a los ordenadores. Ahora no las ves hablando con los pacientes», explica Anunciación Gutiérrez. Y es que, cuando estaban internas en San Telmo, «hasta peinábamos y cortábamos el pelo a los pacientes», recuerda Carmen Jesús Díez.

El centro, que nació como escuela de ayudantes técnicos sanitarios de la Diputación en 1971, se transformó en escuela de diplomados en Enfermería en 1982, siguiendo como propiedad de la institución provincial pero adscrita a la Universidad de Valladolid. Las hasta entonces ATS tuvieron que hacer el curso de nivelación de conocimientos para convertirse en diplomadas en Enfermería.

Publicidad

De los tres años que estuvieron internas, los dos primeros hicieron prácticas -todas las mañanas- en el mismo San Telmo, «tras cruzar un pasillo de cristal y arcos de ladrillo», y el tercero fueron a la Residencia Lorenzo Ramírez (el actual Hospital Río Carrión). «Pero no fue tan fácil, que tuvimos que hacer huelga para conseguirlo», afirma Eugenia González. En principio tenían que seguir en el mismo lugar, pero al haber ya más alumnas y lucharon por seguir aprendiendo en la residencia. Un autobús las iba a buscar cada día para llevarlas hasta allí a hacer sus prácticas.

Castigo por llegar tarde

A su casa, a ver a sus familias, iban el sábado por la mañana y tenían que estar de vuelta el domingo, antes de las diez de la noche. Si por casualidad llegaban más tarde, eran castigadas sin poder salir (y haciendo guardia) el siguiente fin de semana. Pero este correctivo también llegaba por otros motivos como tener la cama mal hecha, la habitación desordenada o la cofia torcida.

Publicidad

El mejor momento desl día llegaba después de cenar, cuando iban al salón y se ponían todas juntas a ver la tele. «Teníamos una alegría increíble. Celebrábamos todas las fiestas y hasta hacíamos procesión de Semana Santa», recuerda Carmen Jesús Díez.

Ellas insisten en la importancia del paciente y en la empatía. «Tenemos que pararnos a pensar que ese paciente está sufriendo y que lo que le pasa es un mundo», señalan. Reconocen que «el trabajo en el hospital tuvo cosas horribles, que vimos con 18 años, pero vivimos muy unidas, adquirimos mucha responsabilidad y nos hemos sentido muy bien en nuestros puestos», concluyen.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad