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Amigo lector, no se lea esto. Se lo digo completamente en serio. Si ayer fue al concierto de Ara Malikian en el pabellón de Palencia, estas letras no le permitirán revivir lo que recorrió su cuerpo al percibir el cúmulo de sensaciones en el que ... se convirtió la actuación, y si no tuvo la suerte de acudir, es mejor que no dedique ni un segundo más a esta crónica, escrita para ponerle los dientes largos. Y es que lo de ayer fue un espectáculo con mayúsculas en el que se demostró que la fusión de estilos, aderezada con presencia sobre las tablas, puede convertir un instrumento tan tradicional como un violín en el más rompedor de los elementos puestos al servicio del hombre para hacerle disfrutar.
Si Luis Buñuel y Eugenio Salvador Dalí hubieran conocido a Ara Malikian antes de filmar 'Un Perro Andaluz', no les hubiera quedado otro remedio que encargarle la banda sonora de ese hito del surrealismo convertido en película. Y es que el violinista libanés demostró ayer que tiene un lado surrealista que escondía en el garaje y que ha sacado a relucir en la última gira de su disco, denominada 'Royal Garage World Tour', que llegó ayer al pabellón en forma de concierto, pero tornó en monólogo por momentos.
Solo él es capaz de llenar pabellones en todo el mundo con un violín como gran aliado y ayer demostró que cuenta con más compinches en su meta de colgar el cartel de 'No hay billetes' allá por donde va. ¿Cuáles son esos socios? ¿Su carisma? Ya lo conocíamos. ¿Su energía? Solo hay que mirarle el pelo para saber que es eléctrico. ¿Entonces qué hay de nuevo? Su capacidad para sorprender en un mundo en el que creemos que ya está todo inventado.
No. No está todo inventado, y Malikian lo dejó claro junto a siete musicazos que hicieron que los 2.500 presentes aplaudieran a rabiar sin medida tras lo que estaba anunciado como un concierto y resultó ser mitad actuación musical y mitad interpretación autobiográfica micrófono en ristre salpicada de fantasía.
¿Amigo lector, todavía sigue aquí después de las indicaciones previas? Solo le puedo decir que estaba avisado y que las indicaciones están para lo que está haciendo usted ahora mismo, para saltárselas. Y es que de eso, de saltarse lo preestablecido y de guiarse por las emociones sabe, y mucho, el que se subió ayer al escenario, un Ara Malikian que rindió su particular homenaje a los garajes, esos santuarios llenos de simpleza de los que surgieron las bandas más importantes de la música moderna.
Malikian, entre tema y tema, comenzó a relatar sucesos de su vida aderezados con ciertas pinceladas literarias que hicieron que los presentes pasaran de emocionarse con la música a troncharse de risa con el sentido del humor del libanés que, como todo lo que rodea su nutrida melena y su poblada barba, puede ser de todo menos convencional. Tan poco convencional es el bueno de Malikian que ayer desveló que durante un tiempo se creyó castor y se vio obligado a decapitar a ese animal que crecía en su interior, pese a que le ayudó a llevar al escenario su canción 'Kastorium Ragga'. Así –como lo está usted leyendo– describió el artista el proceso creativo que le llevó hasta este tema, que es mucho menos surrealista que su presentación.
Y entre música, emoción y chanzas fueron pasando los minutos para llegar al séptimo tema de la noche, un tributo a una de las bandas más grandes que nacieron en un garaje: los Guns and Roses. Ayer no se coló Axl Rose en el pabellón para tocar 'Sweet Child O' Mine', pero si lo hubiera hecho, le hubiera costado mucho igualar el sentimiento que derrochó Malikian con su sombrero de Slash en la cabeza para la ocasión.
Luego llegó un tema eléctrico como 'Las Milongas del Cairo' y después, el tributo a Björk con 'Bachelorette'. Antes de interpretar el tema de la compositora islandesa, Malikian empuñó el micrófono para relatar la surrealista historia que le llevó –solo en su cabeza– a encontrarse por primera vez con la artista, a la que ve como su musa. El violinista explicó que se cruzó con ella en un avión hacia Los Ángeles durante un vuelo en el que comió su primer arenque, pescado al que resultó ser alérgico. «Björk y yo no pudimos tener una vida juntos por culpa de un arenque», espetó Malikian, que ayer demostró que si un arenque le separó de Björk, solo el tiempo le ha separado de Dalí y Buñuel.
¿Decepcionado por la crónica? Estaba usted avisado. Hay cosas que es mejor vivir que leer y los que vivieron ayer la actuación de Ara Malikian aún tienen la piel de gallina, aunque tal vez sea por el aguacero que cayó al finalizar la actuación. El surrealismo tiene estas cosas, que empapa, y los que acudieron a la cita se empaparon de arte en el pabellón y de lluvia al salir. No obstante, serán muchos los que piensen que una noche así, bien merece un resfriado.
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