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Ignacia García y su hijo Pedro Fernando Martín García, albañil y fontanero de Palencia que pasó 18 días ingresado. EL NORTE
«Mi madre falleció una planta más abajo de la mía»

«Mi madre falleció una planta más abajo de la mía»

Ignacia García, de 79 años, murió el 27 de enero por la covid en el Hospital Río Carrión de Palencia. Fue ingresada el mismo día que su hijo Pedro, roto anímica y físicamente por las secuelas del virus

Viernes, 12 de febrero 2021, 07:28

Ambos fueron ingresados en el Hospital Río Carrión de Palencia el mismo día, el 19 de enero, contagiados por la covid. Pedro Fernando Martín García, de 51 años, por la tarde en la décima planta del complejo asistencial. Su madre, Ignacia, de 79 años, por la noche en una planta más abajo, la novena del complejo hospitalario. Ninguno de los dos sabía que el otro estaba allí, Pedro Fernando no había querido llamar a su madre para no preocuparla, y su familia no había querido angustiarle más con lo del ingreso de su madre estando tan delicado de salud como se hallaba, con dificultades para respirar. Pero no quedó más remedio. Ignacia, situada en una habitación casi bajo el mismo techo de la que ocupaba su hijo, empeoró por el virus y hubo que decírselo a Pedro Fernando, que agradece hasta la saciedad el detalle del Hospital Río Carrión de Palencia, que le dejó bajar a estar con su madre diez minutos justo un día antes de que falleciera.

«Gracias a Dios lo puedo contar, pero mi madre no. Ella empezó como con catarro y la ingresaron el mismo día que a mí, yo por la tarde y ella por la noche. No nos dijeron nada a ninguno para que no nos preocupáramos, pero me enteré de que mi madre estaba en la novena planta, una debajo de la mía, y me lo dijeron porque no quedaba más remedio. Estoy muy agradecido a todo el personal, he estado muy bien atendido y me dejaron bajar a ver a mi madre unos diez minutos el día 26. Estuve con ella hablando pero al día siguiente murió», recuerda Pedro. Era el 27 de enero, una semana antes de que cumpliera 80 años el día de las Candelas, festividad de la patrona de su Palencia natal.

«Ha sido un palo, no le deseo esto ni a mi peor enemigo. Ni siquiera a esos jóvenes que hacen botellón y se pasan el cigarro o la botella»

«Ha sido un palo, no le deseo esto ni a mi peor enemigo, ni a esos jóvenes que andan por ahí de botellón pasándose la botella o el cigarrillo. Yo no he podido ni despedirme de ella, ni enterrarla», comenta Pedro recordando a su madre, que pasaba temporadas en casa de cada hijo turnándose los cinco hermanos (ahora estaba donde la mayor). «En cuanto he podido moverme algo, he ido al cementerio», agrega este fontanero y albañil, que pasó 18 días ingresado.

«Pude contagiarme en alguna casa, o por las arquetas, que allí está el virus, pero no sé. Igual fue en un supermercado o por mis hijas, que ellas trabajan en una lavandería industrial y también limpian en hospitales. Las dos dieron positivo en una prueba que les hicieron el día 14, y también mi mujer, las tres. Yo me quedé ya ese día en casa, al siguiente me hice la prueba y di positivo. Estuve cuatro días con 39º de fiebre, y al cuarto me faltaba ya oxígeno, así que me ingresaron en el hospital. Lo he pasado muy mal, los tres primeros días pensaba que no salía de allí», asegura Pedro, muy mermado anímicamente por la perdida de su madre y también físicamente por las secuelas de la covid. «Salí el jueves 4 del hospital y llevo 22 días durmiendo apenas un par de horas, tengo insomnio y dolores musculares, cansancio y llagas en la lengua. No consigo andar, el otro día me tuvo que agarrar mi mujer porque se me doblaban las piernas. Mido 1,83 de altura y pesaba más de cien kilos, pero he perdido catorce en menos de 25 días. Es como si me hubieran pasado dos tráileres por encima, uno detrás de otro», hace hincapié Pedro. «Afortunadamente mi mujer y mis hijas, de 30 y 32 años, no han tenido síntomas», explica.

«Se me doblan las rodillas»

«Tengo que hacer ejercicio, me lo han dicho los médicos, pero se me doblan las rodillas. Lo llevo como puedo, mirando el parque de La Carcavilla por la ventana, que lo tengo delante», añade este fontanero, que tiene también que controlarse la diabetes «porque los medicamentos me han curado los pulmones, pero han afectado a la glucosa».

Su cuerpo ha sufrido, pero la covid le ha hecho aún más daño en el corazón, con la pérdida de su madre, de quien destaca su esfuerzo por sacar adelante a sus hijos. «Era limpiadora pero ella hacía de todo, también estuvo en cocinas... Se divorció y siempre estuvo trabajando para salir adelante», señala Pedro, que recuerda cómo María Ignacia estaba feliz con sus nietos y sus dos biznietos. «Era un poco cabezona, estaba delicada del corazón y tenía que cuidarse, pero no quería privarse de todo. Y me parecía bien», señala Pedro, que no concibe comportamientos tan incívicos e insolidarios como ve por la calle ante la pandemia.

«La gente no es consciente de lo que es la covid y lo mal que se pasa. A los que no respetan las medidas de seguridad yo no les multaba, les llevaba al hospital a que vieran lo que hay allí y a que echaran una mano», afirma. «Yo rezo para no tener una recaída, y pido que la gente no lo oculte si tiene el covid, que lo diga, esto no es una enfermedad venérea», concluye.

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