Llenar el depósito cuesta entre un 11%y un 15% más desde el inicio del verano

El precio de los carburantes se disparó en verano, marcando máximos anuales en agosto, pero no ha respondido como se esperaba con el final estival y la llegada del otoño. «Estamos acostumbrados a que los precios suban en verano porque hay más demanda y ahora parece que está un poco más relajado, pero como siga subiendo el petróleo no sé dónde vamos a llegar», señala Leopoldo Herrero que, como presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Valladolid y Palencia, pone voz a un sector que vive «con mucha preocupación» esta situación, que no solo lastra sus negocios, sino que afecta a los bolsillos de muchos profesionales y de todos los conductores.

De hecho, asegura que las estaciones de servicio están notando un descenso en las ventas, «porque el producto está caro y como es lógico, la gente se retrae y trata de consumir menos», afirma.

Y es que los usuarios ya se están acostumbrando a ver cómo cambia cada día el valor, en los monolitos de las gasolineras, e incluso a veces en el mismo día, y siempre con la misma tendencia, ligeras bajadas y grandes subidas para seguir fieles a eso del efecto de la pluma y el cohete. En concreto, a finales de septiembre el precio medio de la gasolina estaba en 1,789 y el diesel marcaba 1,759 euros. Lejos de los máximos históricos que alcanzaron en 2022 y que sobrepasaron los dos euros, pero por encima de los valores máximos que marcaban en noviembre de ese año, con la diferencia de que entonces estaba vigente la bonificación de 20 céntimos por litro implantada por el Gobierno.

Así las cosas, se estima que, de media, el precio de la gasolina ha subido un 11% desde junio y la subida ha llegado hasta un 15% en el caso del diesel. Y también que, según los cálculos de la central logística CLH (la principal empresa de almacenamiento y transporte de productos petrolíferos de España) han subido ligeramente las ventas de combustible en relación con el año pasado, pero mucho se temen en el sector que de seguir subiendo los precios el consumo acabe retrayéndose, como explica Herrero.

Además, con la subida de los precios, los empresarios de las estaciones de servicio tienen que disponer cada vez de más dinero para poder comprar el producto con el que llenar sus tanques y en algunos casos esto requiere recurrir a créditos. A pesar de todo, lo cierto es que no se están cerrando estaciones de servicio «porque los empresarios hemos hecho bien los deberes», afirma Herrero. Todo lo contrario, no dejan de abrirse nuevas estaciones, casi todas 'low cost', con las que tienen que competir las tradicionales.

Para competir mejor, los profesionales piden al Gobierno un mayor impulso a otros combustibles alternativos, ecocombustibles y biocombustibles, que son menos contaminantes y para los que ya existe una infraestructura, una demanda y unos hábitos de consumo, en lugar de apostar únicamente por el vehículo eléctrico como alternativa al petróleo.

Sobre la bonificación a los combustibles que se ha mantenido, con tramos, para los profesionales y que se ha reducido a 5 céntimos desde el 1 de octubre, Leopoldo Herrero entiende las reivindicaciones de los transportistas que ya están pidiendo que se recupere la bonificación íntegra de 20 céntimos. Si bien, desde las Asociaciones de Estaciones de Servicio se pide al Gobierno que no lo haga de misma manera, sino que aplique estas reducciones vía impuestos, a través del IVA como ha hecho con otros productos como la electricidad. «Nosotros no somos bancos y tal y como se planteó la bonificación del Gobierno, tenemos que adelantar el dinero», explica Leopoldo Herrero, quien apunta que de media las estaciones de servicio han adelantado hasta 40.000 euros.

Así las cosas, parece que el otoño, que ha arrancado cálido en lo climatológico, tampoco va a enfriar el precio de los combustibles que han escalado continuamente a lo largo del verano, marcando cifras récord este 2023. De hecho, entre los profesionales muchos temen el momento en que con la llegada del frío aumente la demanda de combustible y vuelvan a dispararse los precios.

En cuanto a los consumidores «hay de todo», asegura Herrero. Los hay que dicen que los costes deberían subir más para animar a los conductores a dejar de usar el coche y optar por otras formas de moverse menos contaminantes; hay a quien no parecen afectar las subidas porque dicen que «siempre echan la misma cantidad de dinero, valga lo que valga», y luego están los profesionales que, si o si, tienen que llenar el depósito, y sufrir cada subida en el bolsillo.