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El carismático actor, director y dramaturgo cordobés 'El Brujo' (Rafael Álvarez, Lucena, Córdoba 1950), con más de 50 años sobre los escenarios y laureado hasta la saciedad, levanta el telón del Invierno Cultural de Palencia este jueves, a las 20:30 horas, con el ... montaje 'El viaje del monstruo fiero'. Este gigante de la escena española embarcará al público en una divertida travesía con escalas en sus últimos cuatro espectáculos y con destino al Siglo de Oro español. Una apertura de lujo para esta cartelera de música, teatro y circo diseñada por el Ayuntamiento que acercará al público a una treintena de espectáculos a lo largo de los tres primeros meses del año.
–Llega a Palencia con la gira de 'El viaje del monstruo fiero', un montaje inspirado en una loa de Lope de Vega.
–Exacto. El montaje gira alrededor de una loa de Lope de Vega en la que alude a los actores que iban por los pueblos con carros en las compañías de comedias de los siglos XVI, XVII y XVIII y a los que llama monstruos fieros. Y, por los que respecta a Palencia, es uno de esos sitios a los que he actuado desde que empecé en este oficio. El público de los teatros municipales, y especialmente en Castilla y León, donde se diseña una programación teatral regular que da cabida al arte, a los autores clásicos y no al 'showbusiness' puro y duro, tiene cierta predilección, ilustración y gusto por este tipo de espectáculos.
–Después de llevar tanto tiempo actuando en Palencia, conocerá la ciudad…
–Por supuesto. En Palencia he paseado muchas veces por sus calles. Es una ciudad castellana sobria maravillosa para pasar un fin de semana relajado, para poder reflexionar y para conocer sus iglesias y su patrimonio cultural, los parques, bares y restaurantes.
–En esta función reinterpreta a los autores clásicos para hablar de la actualidad social y política.
–En mis montajes clásicos siempre suele haber una inmersión en la actualidad social y política porque es un contraste de nuestro tiempo actual con el antiguo y adentra al espectador en la experiencia vital básica del paso del tiempo. Es una forma de analizar, comparar, ver y adquirir cierta perspectiva sobre los acontecimientos.
–¿Qué tufo exhala esta travesía?
–Un monstruo fiero es un superviviente con mucha bravura, que era lo que tenían los actores de aquella época y la que deberían tener los actuales y que yo, personalmente, he tenido que desarrollar. El actor del Siglo de Oro vivía en un permanente viaje que, al mismo tiempo, era una especie de metáfora de que la vida también es una travesía. Los cómicos de entonces vivían en el camino, en la carretera, como canta Miguel Ríos.
–En esta obra cita a varios políticos y también ajusta cuentas con los críticos teatrales.
–No ajusto cuentas con los críticos, sino que salen por ahí. Yo hago comentarios sobre mi biografía y mis relaciones con el teatro, y ahí entran también los críticos, y lo hago desde una perspectiva crítica, pero humorística y relajada, no con distancia. Sólo cito a algunos políticos, el crítico teatral es un personaje más de la obra.
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–En este viaje le acompaña el músico Javier Alejano…
–Javier Alejano me acompaña siempre y pone las notas musicales precisas en el momento oportuno.
–Además de ritmo, ¿qué aportan esas notas a su interpretación?
–Además de rítmica, las notas aportan cambios de atmósfera, transiciones de una situación a otra y aligera el transcurso de las diferentes secuencias de la narración del espectáculo. Además, llevamos un buen diseño de luces, que no podemos instalarlo en todos los espacios, pero en los lugares donde hay dispositivos técnicos idóneos para poder hacerlo, como en festivales importantes o en la Compañía Nacional o en el Teatro de la Comedia, lo instalamos y es una maravilla.
–Interactúa con el senado popular, como así llamaba al público Lope de Vega.
–Ésa es una de las referencias de la loa de Lope de Vega, quien llamaba al público el ilustre senado.
–¿Qué le brinda ese juego con los espectadores?
–Este juego hace que la relación del actor con el espectáculo y con el propio público sea viva y que no esté sujeta a un protocolo que mecaniza las situaciones y que, a veces, convierte la experiencia de asistir al teatro en un ritual muerto, convencional, donde todo está previsto y donde la gente aplaude porque tiene que aplaudir. A veces, el teatro tiene una liturgia un poco aburrida y yo vengo de otra escuela, de otro teatro que no se puede permitir eso. Mis ancestros son los monstruos fieros, donde el teatro era un corral y donde se tenía que captar la atención del público en el momento preciso y donde el espectáculo tenía que ser una fiesta.
–Dicen que El Brujo es único en su especie, el actor con mayúsculas, el creador del monólogo polifónico, el bululú español… ¿Le abruman tales definiciones?
–En absoluto. Son definiciones buenas que yo reconozco y que agradezco. Son referencias justas en relación con el tipo de estilo y de trabajo que hago dentro del teatro.
–¿Cuál es su propósito como actor?
–Mi propósito como actor, productor y hombre de teatro es servir de vehículo de una energía que llegue al público y elevar su sensibilidad, su mentalidad y su conciencia, además de alimentarle, distraerle y, así, descargarle de la preocupación. Para mí eso es cumplir con el deber del oficio.
–¿A quién echa de menos del panorama escénico?
–Yo siento predilección por los actores de los que yo aprendí cuando era joven. En esa escuela actoral están Fernán Gómez, Paco Rabal, Adolfo Marsillach…, así como las actrices Nuria Espert, Concha Velasco, Lola Herrera… Todos ellos, grandes nombres del teatro español a los que yo reverencio y rindo homenaje.
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