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Si 2018 fue el año de Aguilar, en el que todo pasaba por la localidad norteña, incluida la muestra de Las Edades del Hombre, 2019 ha sido el año de las elecciones, porque difícilmente puede encontrarse otro registro en la historia democrática española en el que haya sido necesario pasar en más ocasiones por las urnas. Y Palencia no ha sido ajena a todo este movimiento político, más convulso y con más votaciones si cabe que aquellos primeros años de la Transición, en los que las generales y municipales parecían entremezclarse continuamente con la celebración de referendos y otras citas en las urnas.
Pero lo de este 2019 ha sido especial, no solo por la coincidencia en el tiempo de los comicios locales y autonómicos, algo ya habitual, sino porque a ellos se les han unido también las elecciones europeas y en un breve espacio de tiempo dos convotarioras generales más, en abril y en noviembre. Así que prácticamente todo el año, los españoles han tenido la sensación de vivir en una continua campaña electoral, que todavía en la parte final del año tiene su eco, ante las dificultades del presidente electo, el socialista Pedro Sánchez, para lograr apoyos suficientes de cara a una investidura.
Y con tanta elección y tanto movimiento interno en los partidos, no podía ocurrir otra cosa que una gran convulsión en la escena política palentina, que se ha visto sacudida enormemente por un llamativo cambio en el Ayuntamiento de Palencia, no tanto en el equipo de gobierno en sí, sino en la figura del alcalde, condición que ha perdido el popular Alfonso Polanco, quien le ha cedido la batuta municipal al cabeza de lista de Ciudadanos y hasta hace unos meses una de sus mayores voces críticas, Mario Simón.
Sin embargo, ahora, en la nueva corporación municipal surgida de las elecciones del pasado mes de mayo, el PP y la formación naranja forman un tándem bien compenetrado, una coalición de gobierno en la que la cabeza principal ha quedado en manos de Ciudadanos, pero son los nueve votos del PP los que se convierten en soporte fundamental del nuevo equipo, dado que la formación que sostiene al alcalde únicamente obtuvo tres concejales.
No resulta fácil de entender, y menos si se tiene en cuenta que la formación que mayor representación logró en mayo fue el PSOE, con once ediles, pero los acuerdos postelectorales de los grandes partidos, en un particula 'juego de tronos' en busca del poder territorial, lo hicieron posible, y así, a mediados del pasado mes de junio, los votos a favor del PP, de Ciudadanos y el de la única edil de Vox (que se unió en el último minuto) hicieron posible la investidura de Mario Simón como alcalde, a pesar de que su formación política solo cuenta con tres concejales.
De esta forma, la corporación municipal queda dirigida por una colación de gobierno de doce miembros, tres naranjas y nueve de la formación de la gaviota, que siempre necesitan del apoyo de la edil de Vox para sacar adelante los proyectos de importancia, como ya ocurrió con la propia investidura o hace solo unas semanas con los presupuestos para 2020.
Porque Sonia Lalanda, la histórica Sonia Lalanda que ya fue concejala con Antonio Encinas, en aquella escisión de Alianza Popular que se llamó APP, no ha querido que Vox forme parte del equipo de gobierno y únicamente ha demandado la encomienda de la gestión de la Agencia de Desarrollo Local, para intentar impulsar la llegada de proyectos empresariales a la ciudad. Por lo demás, sigue operando como un partido más de la oposición, al que el equipo de gobierno debe recurrir cuando necesite su voto para alcanzar la mayoría absoluta.
Pero ninguno de estos movimientos resultó fácil y aquellos primeros días después de las elecciones municipales de mayo resultaron apasionantes en lo político, como una auténtica película de intriga, en la que nada quedaba claro hasta el último segundo (el voto de Vox no se desveló has el momento mismo de la votación, con un pacto firmado solo diez minutos antes de que comenzara la sesión).
De hecho, la decisión de que Mario Simón asumiera la Alcaldía, desplazando de este modo al candidato del PP, el exalcalde Alfonso Polanco, que había otenido un mayor apoyo fue un 'sapo' demasiado grande de tragar para muchos populares. Y más cuando Simón había sido un verdadero azote para el PP en la última parte del anterior mandato municipal.
Pero las direcciones generales de ambos partidos así lo decidieron en Madrid y así lo transmitieron a Palencia, en donde, en los primeros momentos, no se podía dar crédito e incluso se negaba abiertamente. De hecho, el menos convencido de la operación era Mario Simón, que no tuvo más remedio que echar mano de toda la disciplina de partido para acatar esa difícil encomienda, de la que era consciente que no iba a gustar en la ciudad.
Y no gustó, empezando por el grupo socialista, mayoritario en las urnas, que todavía, meses después siguen insistiendo en la cantinela de que se trata de un alcalde ilegítimo, que no cuenta con el respaldo del electorado palentino. Y tampoco gustó a mucha parte de la población, como se evidenció en la toma de posesión del nuevo regidor, a mediados de junio, que estuvo marcada por una sonora protesta a las puertas del Ayuntamiento, en la que los integrantes de Ciudadanos y del PP recibieron insultos, abucheos y todo tipo de muestras de rechazo.
Pero con el paso de los meses, la situación en el Ayuntamiento de Palencia se ha ido estabilizando y la coalición de gobierno se esfuerza por ir cerrando las posibles fisuras, con el fin de ofrecerse ante la opinión pública como un equipo compactado, en el que no importa el signo político de quien esté al frente de cada concejalía.
Así, tras aquella bronca investidura, el nuevo equipo de gobierno solo ha tenido que hacer frente a otro plante popular, en este caso, protagonizado por la peñas, que intentaron boicotear el pregón de San Antolín, que pronunicaba el baloncescista Urko Otegui, por la decisión de la Concejalía de Tráfico de impedir la circulación de los coches de los peñistas que no tuviesen ni seguros ni la ITV en regla. Protagonizaron las peñas un feo espectáculo, en el que, de nuevo, se lo hicieron pasar muy mal al nuevo alcalde. Pero, desde ese momento, Mario Simón ya no ha tenido que enfrentarse a nueva protestas de estas características y la polémica por una investidura con solo tres concejales parece haberse superado.
También ha resultado llamativa durante estos meses la actitud del anterior alcalde, Alfonso Polanco, dado que Simón, le ha concedido la primera tenencia de alcaldía, como lo que en algunos momentos no ha quedado demasiado claro quién era el primer espada en el Ayuntamiento de Palencia. Sin embargo, en los últimos meses, Polanco ha ido asumiendo cada vez más funciones en su nuevo puesto como diputado provincial de Servicios Sociales, con lo que su actividad municipal se ha visto reducida y ya prácticamente se limita a la gestión de los proyectos del programa EDUSI, que suponen las principales inversiones que debe desarrollar el Consistorio.
En cuanto al resto de partidos, el PSOE dispone de once concejales, con Miriam Andrés como portavoz. A pesar de haber ganado las elecciones, algo que no ocurría desde 2011, cuando Polanco le arrebató la Alcaldía a Gallego, el PSOE no ha podido formar gobierno, por el pacto sellado entre PP y Ciudadanos con las bendiciones de Vox.
Los socialistas habrían necesitado dos votos para alcanzar la mayoría absoluta, pero únicamente podían contar con el voto de Ganemos, plataforma política que ha visto reducida su representación de cuatro a un concejal.
Este hundimiento de Ganemos se debe en buena medida a su imposibilidad de haber alcanzado un acuerdo con Podemos, la otra formación izquierdista con la que el PSOE esperaba contar. Sin embargo, el partido de Pablo Iglesias no obtuvo representación en el Ayuntamiento de Palencia, evidenciando que la estrategia adoptada tanto por Ganemos como por Podemos de concurrir por separado, a pesar de haber intentado negociar una unión electoral durante varios meses, resultó contraproducente.
De hecho, ambas formaciones sí acudieron unidas a las elecciones generales (no hay que olvidar que buena parte de la base de Ganemos está en Izquierda Unida), y en las últimas semanas se han mantenido encuentros y asambleas de trabajo encaminadas a mantener viva esa coalición electoral que concurre bajo la denominación de Unidas Podemos.
Pero no solo se han producido cambios en la composición del Ayuntamiento de Palencia. En la corporación provincial, los aspectos más destacados son un ligero crecimiento del PSOE (dos representantes más, con lo que ahora tiene ocho) y de Ciudadanos (suma uno y se sitúa con dos), frente a la pérdida de un escaño de Ganemos (se queda con uno). El PP, aunque ha perdido dos diputados, conserva la mayoría absoluta y la presidencia queda en manos de Ángeles Armisén, que mantiene a Luis Calderón, alcalde de Paredes, como hombre fuerte, y eleva también a la vicepresidencia a la alcaldesa de Baltanás, María José de la Fuente.
Y donde sí fueron intensos los cambios fue en numerosos ayuntamientos de la provincia, donde nuevos rostros llegaron a los sillones de la Alcaldía, en algunos casos mediante victorias electorales indiscutidas, como la del popular Roberto Martín, que obtuvo mayoría absoluta en Villamuriel de Cerrato, o en Alar del Rey, donde el triunfo fue para Luis Manuel Mazuelas, de Ciudadanos, pero en otros muchos mediante pactos, generalmente entre el PSOE y Ciudadanos.
Entre otros, esta situación se ha producido en Cervera de Pisuerga, aunque ahora el regidor es el socialista Jorge Ibáñez. En Herrera, gobierna el independiente Javier Fernández, y en Guardo, Velilla y Barruelo también los socialistas Gemma Sanfélix, Belinda Mencía y Cristian Delgado. Cambio también sonado en Villada, en donde el PP se hace con la Alcaldía, en manos de Manu Gañán.
Los cambios en los ayuntamientos han teñido muy de rojo la zona norte de la provincia, aunque el PP conserva el gran feudo de Aguilar y recupera Villamuriel en el sur.
Esta evolución cromática en el mapa provincial también se aprecia en el resultado del resto de las elecciones que han venido celebrándose a lo largo del pasado año. Así, en las elecciones generales del 28 de abril se produjo un fenómeno que no ocurría en Palencia desde el año 1989, la victoria electoral del PSOE, con un reparto también inédito de diputados, ya que el PSOE se llevó uno (Mariluz Martínez Seijo); el PP, otro (Milagros Marcos) y Ciudadanos consiguió el tercer en discordia, para Enrique Rivero.
Sin embargo, esta distribución de escaños duró poco, puesto que las cosas volvieron a cambiar tras los comicios del 10 de noviembre. El PP triunfó en esta ocasión, elevándose además Vox a la tercera fuerza política de la provincia. Y así, los populares recuperaron dos diputados (Milagros Marcos y Miguel Ángel Paniagua), por uno solo del PSOE (Mariluz Martínez Seijo). El espejismo de la representación parlamentaria de Ciudadanos por la provincia de Palencia había durado poco más de seis meses.
Al final, la formación naranja sí ha logrado acceder a las Cortes autonómicas, con la entrada en el parlamento regional de Juan Pablo Izquierdo, quien hasta mayo era el portavoz municipal de Ciudadanos. Así, en las elecciones autonómicas, además del procurador de la formación naranja, fueron elegidos tres representantes más del Partido Popular, entre ellos Carlos Fernández Carriedo, que sigue en el gobierno regional como consejero de Economía y Empleo; además de otros tres miembros del Grupo Socialista. Perdió su escaño en las Cortes el guardense Ricardo López, que formaba parte de la candidatura de Podemos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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