Pedro Brouilhet | Párroco palentino organizador de la JMJ

«Los jóvenes no deben tener miedo, la Iglesia es de todos»

Los jóvenes no solo procedían de la capital, sino también de pueblos como Aguilar de Campoo, Carrión de los Condes, Báscones de Ojeda o Cisneros. « No tenían por qué estar ligados a una determinada parroquia, pues muchos de ellos se están planteando su fe», expone el sacerdote.

«Por las mañanas íbamos a la cataquesis y por las tardes, dependía un poco de lo que hubiera en Lisboa. Los conciertos han sido una de las partes más divertidas para los chicos, y también había ratos libres para visitar la ciudad e ir a la playa. Además, el obispo de Palencia, Manuel Herrero, nos ha acompañado, se ha comportado como padre y pastor y ha sido muy cercano con los chicos», señala Brouilhet.

Todos los jóvenes procedentes de Castilla y León dormían en Estoril. «Nosotros nos hemos alojado en la Escuela de Música junto con los chicos y párrocos de la Diócesis de Salamanca. Hemos dormido en el suelo toda la semana y nos ha tocado ducharnos con agua fría», explica. Asimismo, recalca que «nos ha hecho muy bueno, aunque el fin de semana hizo demasiado calor. Hemos recorrido una media de 23 kilómetros al día y es duro andar tanto con las mochilas a la espalda. No eran las mejores condiciones, pero la experiencia ha sido tan satisfactoria que ha merecido la pena», añadió.

El jueves 3 fue el día que llegó el Papa Francisco a Portugal, por lo que se celebró el primer acto de celebración con una oración. El viacrucis, una de las devociones o prácticas de oración más extendidas entre los católicos, fue el viernes 4. Por último, el domingo 6 fue la misa de envío, una celebración presidida por el Santo Padre para concluir la JMJ. Antes de finalizar la misa, el Papa Francisco anunció que Seúl será la ciudad que acogerá la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

«Los chicos han acabado la jornada muy contentos, ya que han conocido diversas culturas. Los jóvenes no deben tener miedo, ya que se trata de una experiencia muy enriquecedora, además la Iglesia es de todos», aseveró Pedro Brouilhet. También, recalcó que «aportan alegría y frescura y han mostrado que ellos son los verdaderos protagonistas del cambio de la Iglesia».

La primera JMJ se celebró en Roma en 1986 por iniciativa del por aquel entonces Papa Juan Pablo II. Desde entonces, se convirtió en un éxito entre miles de jóvenes de todo el mundo. «El objetivo de la jornada es encontrarse con personas de todo el planeta que comparten su fe mutua con Cristo. Se trata de un encuentro festivo y de reconciliación para transmitir la paz y la alegría que supone ser testigos de Jesús», explica Brouilhet.

La primera vez que el sacerdote de la parroquia de San Antonio participó en la JMJ fue como joven en Polonia en 1991. «Ahora es la primera vez que lo hago como organizador y la verdad que es complicado. Es un poco caos, ya que tienes que estar pendiente de mucha gente. A pesar de llevar todo bien planificado, te agobias porque se van cambiando los planes. Además, no sabes cuánto tiempo vas a tardar en llegar a los sitios», agrega el cura. Sin embargo, «la satisfacción y gratificación que supone ver a los chicos tan contentos supera todas las complicaciones», añadió.

Los jóvenes palentinos han regresado emocionados no solo por lo que supone conocer al Papa y mostrarle su fe cristiana sino también por las numerosas amistades que han creado, tanto con españoles como con extranjeros. «Los chicos se han hecho regalos mutuos, como pulseras o detalles religiosos. Se han juntado sobre todo con chavales de lengua hispana y con italianos. Pero, como manejan muy bien los idiomas, no han tenido problema en hablar con todos los jóvenes», señala Brouilhet.

Entre los jóvenes palentinos que han viajado a Portugal estaba Inés, una chica de 17 años de la iglesia de San Antonio. «Inés sufre una enfermedad rara y ha sido acompañada por sus padres y dos monitores, que han estado con ella en todo momento. La joven ha participado en todas las actividades, además uno de los días dio un testimonio explicando lo que suponía para ella la JMJ, y fue realmente emotivo», aseveró el párroco.

Entre las anécdotas más curiosas, Brouilhet señaló que «hubo un día que nos quisieron mandar a dormir a un sitio que estaba a cuatro kilómetros, por lo que nos metimos donde pudimos. Pero, sobre todo, de lo más llamativo fue despertarnos el domingo a las 06:30 horas con la música de un cura dj».

Pedro Brouilhet invita a todos los jóvenes a participar en la JMJ pues «es un espacio de pluralidad, aunque no deben quedarse solo con esto, sino que hay que vivir el día a día, mantener el compromiso con los más desfavorecidos y el voluntariado con las personas mayores, entre otras acciones», concluyó el sacerdote.