Tras la gira de 'Manual para armar un sueño' por Uruguay y Argentina, la compañía andaluza La Zaranda, que emprendió su andadura hace 46 años, retoma el 'tour' nacional de esta obra este jueves 26 de septiembre (20:30 horas) en el Teatro Principal de ... Palencia en el marco del histórico festival escénico de la ciudad. Este montaje, cuyo texto está hilado por Eusebio Calonge y que se estrenó en enero de 2023, está armado por los actores Francisco Sánchez, conocido por Paco de La Zaranda (Jerez de la Frontera, 1956) –también director de la función–, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos, quienes reconocen tener un cariño muy especial al coliseo municipal palentino y a su público.
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–Después de la gira de 'Manual para armar un sueño' por Uruguay y Argentina, reinician la tournée española recalando en Palencia.
–Palencia no es cualquier lugar para nosotros, le tenemos un cariño muy especial. Hemos actuado muchísimas veces; incluso, en una ocasión recibimos uno de los premios del festival de teatro. Yo creo que la mayoría de nuestros trabajos se han presentado en el Teatro Principal, que es una cajita de bombones; es pequeño, pero muy coqueto y con mucho encanto; además, es un lugar muy agradable para trabajar por la cercanía del escenario con el público y siempre nos han tratado divinamente.
–Hacen giras por Latinoamérica y Europa. Después de 46 años con la compañía, ¿se siente con fuerzas para tanto trajín?
–En la interpretación hay que tener en cuenta la edad del personaje, no la del actor. Yo muchas veces entro a escena con mucha más energía que en la vida real y no sé de dónde me viene. Es algo misterioso saber de dónde me nace esa fuerza que me hace volar en el escenario. Hemos estado casi un mes en Argentina y hemos actuado todos los días, consiguiendo llenar los teatros. Estamos muy agradecidos del público argentino, allí somos muy queridos porque hemos estado tantísimas veces… Eso te hace sentir la función de una manera muy especial, como nos ocurre en Palencia, donde sabemos que tenemos a nuestro público, saber que te esperan es algo muy importante para los actores. Antes de levantarse el telón, ya notas la energía que te transmite el espectador. Recuerdo que cuando me entregaron el premio en Palencia, dije «no sé si La Zaranda estará en la historia de Palencia, pero Palencia sí que está en la historia de nuestra compañía».
–Usted recalca que el actor no construye al personaje, sino al revés.
–Si, en alguna ocasión, he dicho eso, será cierto porque yo me muevo más por sentimientos que por razonamientos. Y te puedo decir que al personaje no le gusta que le construyan, el personaje va hacia al actor a meterse dentro de él y para hacerle hueco uno se tiene que vaciar de su yo. El personaje tiene vida propia y necesita de alguien que se la dé y dura el tiempo de la función, que te lo quita a ti para dárselo a él. Y el público se convierte en comulgante de esa catarsis que produce el teatro.
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–¿Le cuesta desprenderse del personaje una vez finalizada la función?
–Ahí juega un papel importante el oficio, depende del vuelo que se haya tenido. En una función que ha salido mal te cuesta más salir del personaje, pero si has volado en el escenario y has tenido un buen aterrizaje, sales del teatro sin el personaje.
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–¿En qué se asemeja el personaje de 'Manual para armar un sueño' a Francisco Sánchez?
–El personaje es un viejo actor y yo soy un viejo actor. El personaje al que represento está al otro lado del espejo y yo estoy en el contrario. En todos los personajes siempre hay algo de ti, se trabaja con lo sensorial y con tu memoria. El personaje de esa función quizás está más cerca de mí que ningún otro de los que he podido hacer, quizás, porque condensa todos los personajes que he interpretado.
–¿Qué destacaría de este texto de Eusebio Calonge?
–Es un texto brutal porque te coloca en la zona entre el sueño y la realidad. En él están Calderón de la Barca, Cervantes, Dante… Y Eusebio, que, de alguna manera, es el testaferro de La Zaranda. Es un texto al límite que posiciona al espectador frente al espejo y le hace entrar dentro del espejo. Y el misterio de que el público pueda cruzar esa barrera a través de lo que va sucediendo es lo más increíble de este complejo texto que está lleno de símbolos y metáforas. Además, Eusebio se sube al escenario para escribir con nosotros, que es la clave fundamental del teatro clásico; así lo hacía Shakespeare, Calderón, Molière..., que trabajan con los actores sobre el escenario.
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–¿Y qué diría de la interpretación de sus compañeros de fatigas: Gaspar Campuzano y Enrique Bustos?
–Qué te puedo decir… Con ellos aprendo en cada función. Llevamos tantos años juntos que ya sabemos que nos traemos entre manos cada uno de nosotros. Hay una complicidad absoluta. Pero corresponde al público opinar sobre nuestra actuación. Lo que siempre intentamos es que no se note que nosotros estamos en escena y que sean los personajes quienes se comuniquen con el público. Y mis compañeros tiene suficiente experiencia para conseguirlo.
–Como actor se presenta con su nombre, Francisco Sánchez, y como director teatral, Paco de La Zaranda. ¿Por qué establece esa dualidad?
–Desde los inicios, me llaman Paco de La Zaranda para dirigirse a mí y así me presentaba yo. Y esa dualidad existe para distinguir un trabajo de otro. Yo no me siento director como tal, sino hombre de teatro en su complejidad porque el teatro es todo. A mí del teatro me gusta todo; ha sido mi vida y, también, existe una relación de amor-odio porque, a veces, uno está cansado del teatro, pero no se puede separar. Todos somos muy disciplinados con el teatro porque el trabajo lo sentimos muy nuestro, no es una producción que se monta para obtener éxito o hacer taquilla. El teatro es un reflejo de nuestra vida y en el escenario pretendemos que el teatro se refleje a través de nuestro trabajo. Somos escuchantes de nuestro propio silencio e intentamos que ese silencio llegue al público; el silencio del público y el nuestro es común. Antaño queríamos expresarnos a través del teatro, pero, con el tiempo, compruebas que el teatro es el que te lleva a ti por ese laberinto que es la vida.
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–Su compañía, La Zaranda, cumple 46 años. En ese recorrido, ¿han tenido que guarecerse de muchas tempestades?
–Literalmente, hemos sufrido una muy grande cuando empezamos a montar este trabajo y un tornado se llevó medio techo de nuestro local de ensayo, que lo tenemos en Jerez. Y, metafóricamente, hemos tenido que sortear tormentas de todo tipo y de todos los colores y no existiríamos si no hubiéramos tenido fe en trabajar y en que la creación siempre viene. Y no nos fue mal porque contra viento, mareas y tempestades, llevamos 46 años sobre los escenarios. Y seguiremos en la brecha hasta representar la obra redonda. En la vida tiene que haber siempre preguntas, de lo contrario, estarías muerto, y mientras te estés preguntando, vas a estar buscando respuestas. Y nuestras respuestas las tenemos a través de la creación.
–¿Cuántos actores integran su compañía teatral?
–En plantilla somos cinco personas y hemos llegado a representar obras de hasta nueve personajes. Cuando necesitamos más gente, recurrimos a actores que conocemos y que, al principio, les cuesta adaptarse a nuestros montajes, pero, luego, salen encantados.
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–¿El oficio desgasta?
–Desgasta más la vida que el oficio. La vida es aprender y en nuestro oficio nunca se acaba de aprender. A mí me queda poco para cumplir 70 años y hemos recorrido medio mundo con la compañía. Eso desgasta físicamente, pero la necesidad por crear revitaliza.
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