carmen aguado
Domingo, 13 de noviembre 2022, 01:02
El nombre de Celia Gabarri (Palencia, 1977) está unido a una historia de esfuerzo y superación que le ha convertido en uno de los referentes en Palencia. Lleva años luchando por la integración de la comunidad gitana a través de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), ... donde desde junio está al frente del Área Nacional de Igualdad de Género y Mujeres Gitanas. Su dedicación profesional le obliga a vivir a caballo entre Madrid y Palencia, ya que toda la actividad de esta área se desarrolla en la capital, pero su deseo es seguir viviendo con su marido y sus dos hijas en su ciudad natal.
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Celia Gabarri fue la primera mujer gitana de Palencia en estudiar una carrera universitaria. En el año 2001 comenzó a cursar Educación Social en el Campus de La Yutera, especializándose posteriormente en Igualdad de Género y Política Social. Desde entonces no ha dejado de formarse y de trabajar en este ámbito. Su nombre abrió un camino que todavía nadie había recorrido y por eso no fue fácil. Esto forjó de alguna forma el carácter reivindicativo de esta palentina, quinta de seis hermanos, que ahora se encuentra centrada en la formación y sensibilización en la igualdad de género. Considera que la comunidad gitana no es más machista que el resto, pero que la diversidad cultural hace necesario que este asunto se aborde desde un punto de vista más amplio. Lo que sí que cree es que la mujer gitana sufre discriminación por dos motivos, ser mujer y gitana, y luchar contra esto es una prioridad dentro de su nueva responsabilidad.
–¿Hacia dónde cree que puede evolucionar el papel de la mujer gitana?
–Creo que hace falta un empoderamiento y un movimiento feminista dentro de la propia comunidad gitana, pero este vendrá dado por las propias mujeres como ha sido siempre en la historia del feminismo. Somos las que tenemos que defender nuestros derechos, libertades y oportunidades. Cada vez nos encontramos con más mujeres gitanas formadas, que trabajan o que emprenden sus propios negocios. Pero nos sigue lastrando la invisibilidad como ideario de mujer gitana, se sigue hablando de nosotras en singular, pero somos mujeres gitanas y somos diversas. Se sigue creyendo que la mujer gitana no estudia, no trabaja y que son cuidadoras, y eso ya está cambiando.
–¿Qué programas hay en la FSG para cambiar esta realidad?
–Uno de los programas estrella es el 'Programa Calí', que va dirigido a mujeres gitanas en el que trabajamos diferentes facetas como el empoderamiento, habilidades sociales o formación. En estos debates, comprobamos muchas veces que el propio ideario que tiene la mujer sobre sí mismas es el típico, es el modelo que tiene la gente y cuando tú preguntas su labor diaria te das cuenta de que son mujeres empoderadas y muy activas.
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–Centrándonos en Palencia, ¿también queda patente este cambio?
–En mi caso, que llevo en la FSG desde 2003 y en el movimiento asociativo incluso desde más atrás, siempre digo que en Palencia somos pioneras ya que viene de la 'Asociación Romí', de mujeres gitanas y payas. Yo empecé allí como monitora y vi referentes de mujeres gitanas que habían montado una asociación. Esta unión fue maravillosa porque las mujeres se dieron cuenta que ya fueran payas o gitanas había más cosas que las unían de lo que las separaban. Yo creo que fuimos pioneros y el tema de la mujer en Palencia ha sido muy trabajado. Antes las mujeres demandaban trabajos de peluquería o estética y ahora hay de todo tipo desde carretillera a reponedora, por ejemplo.
–¿También se nota el camino que de alguna forma generó cuando comenzó a formarse?
–Sí, creo que es muy importante que haya referentes. Yo no tuve ningún referente en Palencia y te dabas cuenta de que eras la única persona gitana en el instituto o en la universidad. En la universidad eras la gitana, y en el mundo gitano te diferenciabas porque no eras como ellos. Es un proceso muy duro. Eres gitana, eres mujer y, además, eres del norte. Los gitanos del sur tienen otra trayectoria mucho más rápida y con más referentes. Eso en la asociación me ayudó mucho porque, cuando comencé a viajar empecé a ver cosas que no había visto ni en Palencia ni en Castilla y León y te va generando sueños y eso es muy importante.
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–¿Dónde fue más difícil la aceptación cuando estudiaba, dentro o fuera de la comunidad gitana?
–A las que hemos empezado nos ha tocado romper. Cuando rompes modelos o costumbres generas miedos. Muchas veces, las personas somos intolerantes porque tenemos miedo a lo desconocido, pero yo siempre tuve muy claro que esos miedos se destruyen a partir de la negociación, incluso dentro del ámbito familiar. Para mis padres, que yo quisiera una vida diferente a la de mis hermanas les generó miedo, pero yo entré de esa forma, negociando y explicándoles que iba a ser mejor. Pero fue duro, la soledad en el aula o cuando salía alguna temática gitana.
–¿Convivir con ese estereotipo fue lo más duro?
–Sí, por ejemplo, había amigas que me decían, tú no eres como las gitanas. Eso me dolía porque pensaba que no había conseguido nada, ya que mi idea era que entendieran que las gitanas somos diversas. Y luego, dentro de la propia comunidad, tenías que estar continuamente demostrando que eres igual de gitana que ellos y que estudiar o trabajar no está reñido con ser gitana. Al revés, nuestra voz se tiene que escuchar en espacios donde no participamos demasiado.
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–¿Este es uno de los objetivos principales?
–Hay una parte de discriminación que sigue latente y eso es una realidad con la que debemos trabajar. Un colegio segregado no tiene éxito educativo, un niño que va a un colegio así es un estudiante con fracaso escolar, por lo que las oportunidades desde un principio se están cortando. La educación es el tema clave y hay que trabajar en ello, es el objetivo principal. Cuando un niño tiene éxito educativo, luego todo va sobre ruedas.
–En definitiva, ¿una lucha por la igualdad de oportunidades?
–Hay que luchar por una justicia en la que salgamos todos desde la misma salida para poder llegar al mismo destino. Queda mucho por hacer, pero soy muy positiva y creo que se han logrado muchas cosas.
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