Palencia

Hosteleros y estanqueros ven ineficaces y confusas las medidas del plan antitabaco

Las ventas de tabaco, que iban descendiendo progresivamente hasta 2020, año de la pandemia, se mantienen estables desde entonces. Hace diez años en Palencia se fumaban más de 9 millones de cigarrillos, cifra que se redujo a los 7,9 en 2020 y que se ha mantenido en números similares estos últimos años –7.837.830 cigarrillos en 2021, 7.994.658 en 2022 y 7.768.164 en 2023–, según los datos de Evolución del mercado de tabacos en Palencia que facilita el Ministerio de Hacienda.

Es cierto que en 2023 se vendieron 226.094 cigarrillos menos que el año anterior, un 3%, pero este dato tiene una doble lectura, que explican por un lado la pérdida de población y por otro el aumento de compra de tabaco ilegal y la aparición de otras formas de consumo, como los cigarrillos electrónicos o el tabaco de liar, como apunta la presidenta de la Asociación de Estanqueros de Palencia, Beatriz Fernández Antolín.

Por eso, a pesar de que en la última década se haya producido una caída de las ventas de cigarrillos del 9,4% en España o el 13,7% en Palencia, siguen siendo necesarios esfuerzos conjuntos para reducir el consumo en un país donde el 23% de la población sigue fumando a diario.

Con este objetivo ha echado a andar el Plan Integral para el Control y la Prevención del Tabaquismo (PIT) 2024-2027 del Ministerio de Sanidad con el apoyo de las comunidades autónomas. El documento se tendrá que materializar en una serie de iniciativas legislativas que regularán los nuevos espacios sin humo, el empaquetado genérico de las cajetillas, la equiparación de los dispositivos electrónicos al tabaco convencional en materia de promoción y publicidad y la prohibición de aditivos y aromas en el tabaco para vapear o el aumento de la fiscalidad del tabaco y que este redunde en medidas de prevención.

Medidas que han concitado el rechazo de estanqueros y hosteleros que las consideran poco efectivas además de perjudiciales para sus negocios. «El tabaco es un producto legal que ya está hiperregulado», asegura la presidenta de los estanqueros palentinos que incide en que su venta, a personas mayores de edad, se realiza en estancos, a través de concesiones administrativas que autoriza el Estado.

«Es evidente que el Ministerio de Sanidad tiene que velar por la salud de los ciudadanos, pero incrementar el precio del tabaco es una medida ineficaz en la lucha contra el tabaquismo», confirma Beatriz Fernández. Así se demostró, asegura, con la subida que se produjo en 2010 y que solo logró reducir el consumo de tabaco en un 3%, mientras que las ventas cayeron un 35% en tres años, a la vez que empezó a crecer el negocio del tabaco de contrabando y todo un mercado paralelo. Por eso Beatriz Fernández asegura que la subida del precio del tabaco no hará que los fumadores dejen de fumar, sino que lo compren en el comercio ilícito. «Lo sabemos porque ya ha pasado», afirma esta estanquera.

Sobre la cajetilla genérica, cree que solo va a provocar confusión en los consumidores y los propios estanqueros, además de que tampoco se ha demostrado efectiva en los países en los que ya se ha implantado como Francia, Reino Unido o Australia. «En Australia se implantó la cajetilla genérica en 2012 y doce años después, la prevalencia de fumadores sigue en el 14% y el consumo de tabaco ilegal se ha doblado», afirma Beatriz Fernández.

Es más, señala que con todas estas medidas se acaba empujando a los fumadores a optar por el cigarrillo electrónico que tiene una imagen menos nociva que el tabaco, y que cada vez se demanda más junto con la venta de nuevos dispositivos para consumir el tabaco calentado. Un mercado que, según los estanqueros, hay que regular para no confundir a los fumadores con nuevos productos y formas de fumar que además de ofrecer una falsa sensación, porque parecen menos nocivos, se pueden adquirir por Internet o en establecimientos a los que tienen acceso los menores.

Otro de los puntos más controvertidos del plan antitabaco es la necesidad la regulación de los espacios sin humo, entre los que figuran las terrazas. Los hosteleros vuelven a llevarse las manos a la cabeza ante la posibilidad de que la historia se repita si finalmente se prohibe fumar en las terrazas de bares y restaurantes, como ya sucedió en 2011 con el interior de todos los locales públicos de ocio. Aquella medida trajo consigo pérdidas económicas que con el tiempo se han ido recuperando, a medida que la gente se fue acostumbrando, reconoce el presidente de la Asociación de Hostelería CEOE, Jaime Antolín. También lo entendieron durante la pandemia, aunque muchos trabajadores tuvieran que convertirse en vigilantes para evitar que la gente fumara, recuerda Antolín. Pero ahora, prohibir fumar en las terrazas de bares y restaurantes es «una medida ilógica que nos daría la puntilla», asegura.

Esta medida además de «inoportuna, generará un ocio desordenado en la vía pública», asegura Alberto del Burgo, presidente de Hostelería de Palencia. Desde esta asociación defienden que las terrazas son espacios al aire libre que garantizan la convivencia y el respeto entre fumadores y no fumadores y no dudan que esta medida generará confusión entre los clientes, sobre todo entre los turistas.

Además, muchos establecimientos hosteleros han apostado por reforzar el servicio de terraza, para dar respuesta a clientes que cada vez demandaban más ese espacio al aire libre para poder echar un cigarro, algo que en ciudades como Palencia era impensable en invierno hace algunos años. «Es indudable que hay terrazas que se mantienen en invierno porque hay gente que fuma», afirma Antolín. También señalan que España ya cuenta con una restrictiva regulación en cuanto a los espacios libres de humo y afirman que prohibir fumar en las terrazas sería muy perjudicial para la hostelería.

Por otra parte, hosteleros y estanqueros consideran que estos planes deberían hacerse con la participación de los sectores económicos implicados y perjudicados. «Detrás del tabaco hay todo un tejido económico y muchas familias», afirma Beatriz Fernández. En Palencia hay 67 estancos, 20 de ellos en la provincia. Son 44 menos que hace 20 años, negocios que han tenido que diversificarse para mantener sus puertas abiertas, apoyándose en la venta de nuevos artículos para el fumador, refrescos, golosinas, tarjetas para juegos 'on-line' o para recarga de telefonía o como servicio de paquetería. Pero, como insiste Beatriz Fernández, su principal actividad es la venta de un producto totalmente legal. Por eso asegura que la base de la lucha contra el tabaquismo debería incidir y poner todos los esfuerzos en la educación y no tanto en la prohibición o la legislación en un sector que «está supe regulado».