

Secciones
Servicios
Destacamos
Se hizo conocido en la ciudad el pasado mes de junio, el fin de semana del Festival Palencia Sonora, cuando tuvo algún que otro 'problemilla' con la seguridad de la cita musical palentina, que tuvo que placarle cuando se disponía a subir al escenario principal y 'compartir' protagonismo con los artistas y los grupos que actuaban. La Policía le detuvo, claro está, y fue trasladado a la Comisaría. Cuando declaró al día siguiente ante el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 7 de Palencia, aseguró que solo quería disfrutar del festival, y que fue apurando las bebidas que los asistentes iban dejando hasta que de 'puntillo' pasó a 'puntazo'. Fue puesto en libertad y volvió a su todoterreno, donde este holandés errante de 43 años, que responde al nombre de Erwin Vincent Maurice Jansen, lleva viviendo desde el mes de mayo. Estacionado enfrente del aparcamiento de la Dársena, con el coche aún por arreglar, el kayak en la baca, la bicicleta apoyada en un árbol y una mesita de madera en ese porche gratuito que son el césped y los árboles, Erwin (si repito más veces sus tres nombres, se me acaban las líneas de la página) tiene una historia peculiar que contar. Desde luego, en absoluto convencional.
Nacido en Limburgo, una de las doce provincias que conforman el Reino de los Países Bajos (limita al norte con las provincias de Brabante Septentrional y Güeldres; al este, con el Estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia, y al sur y al oeste, con las provincias belgas de Limburgo y Lieja), Erwin pasó diez años de su vida en Weert, un municipio de Limburgo que, según cuenta, se parece mucho a Palencia por sus espacios verdes y al lado de un canal. Su padre era profesor de deporte, y con él pasó otros ocho años en Maasbracht, localidad que se ubica también en la provincia de Limburgo y por la que pasa el Mosa, río donde Erwin practicaba con su kayak. De allí, de vuelta de nuevo a Weert, donde estuvo largos años hasta que vino a España por primera vez en el año 2008, en concreto a la localidad alicantina de Altea, con la Banda Koninklinjk Erkende Harmonie St Cecilia Maasbracht, ya que, según cuenta este 'tallo' holandés (en una especie de esperanto propio a base de neerlandés, inglés, italiano y español), toca el clarinete. «Pero soy ingeniero de naturaleza», asegura Erwin –que no servidor, que bastante tiene con entender algo de lo que dice–.
El clarinete no asoma entre los enseres que guarda en el coche, que son legión, porque este holandés de 43 años tiene el portón lleno hasta los topes. Hasta una panera tiene, además de compartimentos para los alimentos como en un súper. Una colchoneta ocupa desde el asiento del copiloto hasta el portón, y con una manta y una gruesa colcha que le han regalado en Palencia, se ha hecho una cama. Lo que no se sabe es donde duerme su perro, Job, que tiene más paciencia que el santo, por cierto, y también malas pulgas (de las unas, y quizá de las otras).
¿Y por qué está en Palencia? Pues por el Campeonato de Europa de Salvamento y Socorrismo celebrado en 2015 en Torrevieja (Alicante). «Me gusta mucho el kayak, y fue allí donde conocí a amigos del Club Oca SOS», señala Erwin, que al parecer regaló una piragua de salvamento a la entidad deportiva palentina y aprovechó que el Carrión pasa por Palencia para estar por estas tierras un par de semanas algunos meses después, por época de Halloween. Terrorífica visita para algunos. Pero desapareció, hasta que cuatro años después, en mayo de 2019, volvió a hacer acto de presencia en Palencia. Uno de los responsables del Club Oca SOS le dejó dormir en su casa, pero las 'travesuras' de Erwin dieron con sus huesos en el todoterreno, aparcado ahora sine die enfrente del aparcamiento de la Dársena.
«Tengo dinero ahorrado de doce años que trabajé en Holanda, voy sacando poco a poco de una cuenta que me han transferido a España», señala Erwin, que dice que trabaja como ¿voluntario medioambiental? y que, cuando está desocupado, se dedica a pasear con su perro, a leer en el coche y a caminar en bici. Y a comer lentejas de bote, como ilustra la fotografía de este reportaje.
No se llama este holandés Willem van der Becken, ni fue el capitán de un barco que hizo un pacto con el diablo para poder surcar los mares sin importar los retos naturales en su travesía y que fue castigado por Dios a navegar eternamente sin rumbo y sin tocar tierra. Pero, desde luego, Erwin es holandés y errante, y sueña con arreglar su vehículo y marcharse hacia al norte (no se sabe si de España, o a su tierra natal) con una chica palentina (de la que dice estar enamorado) a practicar con su kayak. ¿Desequilibrado? ¿Bohemio? ¿Ingeniero? ¿Indigente? ¿Músico? Muchas preguntas y pocas certezas sobre lo que es Erwin. Es holandés. Y errante.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.