Jesús Ruiz Cabello (Jerez de la Frontera, 1984), conocido artísticamente como Jesús Méndez, pertenece de una de las estirpes flamencas jerezanas más influyentes, la de Los Méndez, cuyo estandarte es La Paquera de Jerez (1934-2004), la reina de la bulería. La carrera del cantaor ... gaditano arrancó con diecisiete años cuando venció su timidez en una celebración familiar en la que mostró por primera vez su potencial para el jondo, un hecho del que se hicieron eco las peñas jerezanas, que inmediatamente llamaron a su puerta para contratarle. Y a partir de ahí comenzó a escribir su historia en la enciclopedia de este arte. Jesús Méndez trabajó con grandes figuras del baile y del cante, recorrió el mundo con el maestro guitarrista Gerardo Núñez y voló en solitario poco antes de lanzar al mercado su primer álbum discográfico, 'Jerez sin fronteras' (2008), billete que le validó para estampar su nombre en los carteles de los más renombrados festivales de este género. La quinta edición de Noches Flamencas del Principal, ciclo impulsado por el Ayuntamiento en el marco del programa Invierno Cultural, arropa el concierto que este artista gitano, casado y con dos hijos –una niña de ocho años y un niño de cinco–, este viernes a las 20 horas en el Teatro Principal. Un recital rezumado de respeto a la tradición, a la ortodoxia, y en el que estará acompañado por el toque de Antonio Higuero y las palmas de Diego Montoya para demostrar «que el flamenco no necesita mucho más para ser grande».
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–Debutó en este arte a los diecisiete años. Tras casi dos décadas, ¿qué balance hace de su trayectoria?
–Estoy bastante contento con lo que he conseguido hasta ahora, aunque detrás hay mucho trabajo. Comencé en el cante de una forma accidental, nunca pensé dedicarme a ello, aunque llevaba el cante dentro de mí porque durante toda mi vida he escuchado cantar a mi abuela, a mi padre y a mis tíos. Yo siempre he sido un chico muy vergonzoso y mi timidez me impidió expresarme con el cante y el baile hasta que me arranqué con diecisiete años en una celebración familiar. A partir de ahí se enteraron muchas peñas de Jerez que un familiar de La Paquera, prima hermana de mi padre, cantaba. Debuté en la peña de Don Antonio Chacón de Jerez y empezaron a llamarme para cantar más peñas, bailaores y fiestas privadas. El balance ha superado todas mis expectativas. Yo estaba muy a gusto cantando para grandes figuras del baile, como Joaquín Grilo, Belén Maya, Mercedes Ruiz, Carmen Cortés, Merche Esmeralda,… He tenido la oportunidad de ir como invitado a un concierto del guitarrista Moraíto Chico, de cantar con Miguel Poveda,…, de grabar discos en solitario, de actuar en los grandes festivales flamencos,… He hecho cosas que no esperaba alcanzar nunca.
–¿Un cantaor asume mayor responsabilidad al proceder de una saga flamenca?
–A la familia tienes que defenderla bien y dejarla siempre en un buen lugar. He trabajado muchísimo para alcanzar lo poquito que haya conseguido. Ha sido una lucha dura defender con el cante a mi familia, a mi gente, de la mejor manera posible. Y no sé si he tenido una mayor responsabilidad por pertenecer a una saga flamenca… Subirte a un escenario, viniendo de donde vengas, requiere siempre una exigencia. En mi caso, venir de una saga flamenca me ha ayudado mucho, sobre todo, teniendo en ella a La Paquera, primera figura de su época, una de las más grandes del flamenco. Y de ello me siento dichoso y privilegiado.
–¿Su tía La Paquera de Jerez es su ejemplo a seguir?
–La sangre tira mucho. La Paquera ha sido nuestro estandarte y para mí ha sido la más grande, la número uno de su época; es la reina de la bulería, como así se la ha denominado, siendo uno de los cantes más complicados del flamenco, pero ha cantado todos los palos. La Paquera hizo su carrera y yo tengo la necesidad de construir la mía. También he bebido de otros grandes maestros, como Antonio Mairena, Caracol, Manuel Torres, Chacón, Mojama, Tío Borrico,…, por decirte algunos nombres.
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–¿Es ortodoxo hasta la médula?
–Es lo que me llena, realmente, pero he nacido en otra generación, escuchando la fusión del flamenco y cosas más modernas, distintas. Tenemos a gente que ha abierto otros caminos y eso me ha ayudado a identificarme con ellos. Creo que todo lo que se haga desde el respeto y el conocimiento del flamenco está bien hecho. La fusión es una forma de continuar con el flamenco, pero la soleá y la seguiriya, estilos muy difíciles de abordar, fueron creadas hace ya muchos años y no pueden interpretarse de otra forma distinta a la clásica, aunque en ellas pueden introducirse otros ritmos.
–¿Qué escuchará el público en su concierto en Palencia?
–Haremos un recorrido por el cante tradicional y vamos a expresar un estilo ortodoxo con el toque de guitarra de Antonio Higuero y las palmas de Diego Montoya para demostrar que el flamenco no necesita mucho más para ser grande. Será la primera vez que pise Palencia, pero ya me han dicho que hay mucha afición, mucho cariño y mucho respeto por el flamenco, que es lo que espero. Yo voy a dar mi corazón y a dejar mi alma al público palentino con el fin de que disfruten lo máximo de este concierto.
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–¿Entre qué aguas nada su 'flamencura'?
–Entre Jerez, Cádiz, los Puertos, Nebrija y Utrera, en el triángulo flamenco.
–¿Siente que ha perfeccionado el cante de antes?
–No. El cante de antes ya está muy bien hecho y nosotros intentamos interpretarlos de la mejor forma que podemos. El cante de antes es casi inmejorable. Ahí están todos los que te he citado antes y añado a La Niña de los Peines, Chocolate, El Lebrijano, La Macanita,… Hay tantos y todos insuperables.
–Ha recorrido el mundo entero con el guitarrista Gerardo Núñez, desde Asia a Europa pasando por África y América. De todos esos conciertos en los que participó, ¿cuál ha quedado grabado en su retina?
–Cuando el maestro Gerardo Núñez me vio actuar en San Lúcar en una fiesta que se organizó para los asistentes a un curso para extranjeros que coordinaba él mismo, les dijo a mis padres que me llevaba de gira por el mundo y así lo hizo. Yo tenía diecinueve años y el concierto que más me impresionó de todos fue el primero de ellos, el de Nueva York. Pasé de cantar en ferias y fiestas a actuar en la Gran Manzana. La gira fue un ir y venir de hoteles y aeropuertos y fue un cambio brutal en mi vida. En ese momento me sentí artista. En todos los sitios donde actuamos se sentía el respeto que el público tenía hacia el maestro; ha sido uno de los mejores guitarristas que ha dado España a nivel mundial. Esa experiencia ha sido irrepetible. En solitario también hemos salido al extranjero. Este año he ido de gira a distintas ciudades de Japón, a Budapest y a Nimes.
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–Y dentro del territorio español, ¿qué recitales guarda en el corazón?
–La presentación del disco Añoranza (2012) en el teatro Villamarta de Jerez, donde me acompañó El Torta y cantamos un tema juntos a capela. Eso lo llevaré siempre en mi corazón.
–¿Está a 'gustito' cuando le acompañan otros cantaores en el escenario?
–Por supuesto. El compañerismo es muy bonito. He cantado muchas veces con mi compadre Antonio Reyes, que es el padrino de mi hija; con Benítez, amigo de la infancia; con Pedro El Granaíno, a quien admiro y quiero mucho;… Con todos los artistas que comparto escenario vamos a disfrutar y a estar a gusto.
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–¿Qué no ha hecho Jesús Méndez sobre las tablas que le pirraría materializar?
–Siempre hay sueños… Uno de ellos era cantar con orquesta y ya lo materialicé en el teatro Villamarta. En estos momentos estoy en la búsqueda de elegir un nuevo camino para mi carrera, de saber qué es lo quiero y cómo lo quiero, de cantar lo que me apetezca y cómo me apetezca porque te da mucha libertad poder expresar lo que tú sientes.
–Tras 'Recordando a La Paquera de Jerez' (2021), su último álbum, ¿ya tiene en el horno su próximo producto?
–Sí, ya tenemos bastantes cosas avanzadas. Cuando finalice la gira del norte –del país–, empezaremos la grabación. Son cantes tradicionales, alegrías y seguiriyas, a los que daremos un aire nuevo porque me sale hacerlo así. Espero que al público le agrade este nuevo giro a mi carrera.
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–¿Las discográficas tratan bien al flamenco?
–No, aunque hay casos excepcionales. De todas formas, las discográficas son una industria que ha entrado en declive porque la gente ya no compra discos; incluso, en la fabricación de muchos coches ya no se incorpora el dispositivo para el CD. Es una triste realidad, pero es así. Hoy, la música se consume a través de las aplicaciones digitales.
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