carmen aguado
Palencia
Martes, 24 de agosto 2021
«Solo queremos que nos dejen trabajar». Es el alegato generalizado de los gimnasios de Palencia, que aseguran que, junto con el sector de la hostelería y la restauración, han sido los más perseguidos durante estos meses de restricciones por la pandemia. Ni ayudas ni subvenciones, lo que quieren es poder trabajar y recuperar todos los usuarios que acudían a sus centros deportivos antes de que estallase la crisis sanitaria provocada por la covid.
Publicidad
El miedo y las recomendaciones por parte de las autoridades sanitarias de practicar deporte al aire libre han hecho que alrededor del 90% de los usuarios que acudían diariamente a los gimnasios antes de marzo del año 2020 no hayan vuelto a estas instalaciones. El fomento de los exteriores y la realización de gimnasia en casa se han convertido en los dos nuevos enemigos de los gimnasios, que no se cansan de reiterar que son lugares seguros y que en sus espacios no se ha originado ningún brote por covid-19.
Ana Miguel, gerente desde hace más de 25 años del gimnasio Cronos, explica que la situación de su negocio se encuentra «al límite». Financieramente ya no es rentable y, además, asegura que nada hace presagiar que este curso se pueda recuperar económicamente. De catorce personas que componían su gimnasio antes de la pandemia, ahora solo lo hacen cuatro.
«No sabemos cómo organizar una temporada que está en el aire. No se sabe qué va a pasar y ya es el segundo curso en esta situación. Yo necesito organizarme porque me están llamando para pedirme horarios y todavía no sé qué actividades voy a poder dar ni con qué aforo», subraya.
Ana Miguel asegura que, con la inestabilidad y la incertidumbre actual, ve imposible poder planificar un curso con clases dirigidas, horarios y un número de alumnos fijado. Además, la amenaza de cierre y de restricciones de aforo hacen que no se pueda ni siquiera plantear contratar a uno o más monitores. Actualmente, las clases grupales se encuentran paradas y solo hay usuarios haciendo ejercicios de sala, con un máximo de 28 personas establecido.
Publicidad
«Nuestro fuerte siempre han sido las clases grupales. Baile, zumba o ciclo. Ahora llevamos año y medio sin poder dar clase. Además, este descenso de usuarios se ha unido ahora a la época estival. Ahora estamos en agosto y, para nosotros, es el peor mes porque nadie saca tiempo para hacer ejercicio», indica.
Actividades como baile de salón, una de las más demandas en el centro, cuentan con restricciones que en otras regiones del país no tienen. En Castilla y León, solo se permite hacer esta actividad entre convivientes, lo que limita bastante su realización. «Tengo muchos alumnos en baile y lo tengo todo completamente parado», apunta. El mantenimiento durante estos meses está siendo complicado, pero no solo económicamente hablando, ya que Ana Miguel asegura que está siendo una etapa de mucho desgaste psicológico.
Publicidad
Por eso señala que los usuarios que acuden es porque tienen «una necesidad real». Han perdido movilidad, masa muscular o necesitan estar con otras personas y relacionarse, ya que la actividad social durante estos meses se ha visto muy mermada.
Ana Miguel reivindica los gimnasios como centros en los que además de realizar actividad física y deporte, son también un lugar de encuentro para todos los usuarios. «La gente necesita cuidar su salud física, pero también su salud mental. Los meses de enero y febrero han sido los peores porque la situación se comenzó a alargar más de lo que creíamos, se ha perdido a mucha gente, hay personas que se sienten muy solas y supone un desgaste general», explica.
Publicidad
Desde el Gimnasio Cronos piden que se les ayude, pero no a base de subvenciones, sino facilitando su trabajo. La cesión de grandes espacios municipales e instalaciones deportivas es una de las principales peticiones que se realizan desde el sector para que, de esta forma, se puedan salvar de alguna manera las restricciones de aforo y poder seguir realizando sus actividades principales.
Los gimnasios aseguran que en octubre podrían empezar a recuperar algo de clientela, pero este va a ser el momento en el que se tenga que empezar a volver a los interiores y ahí temen que se vuelvan a endurecer las restricciones.
Publicidad
Gimnasios más grandes como el Spartan's, situado en el polígono industrial y dirigido por Óscar Triana, temen de igual forma que la llegada del mal tiempo dé la puntilla final a su negocio, que hace meses dejó de ser rentable y que se mantiene simplemente por amor y vocación al trabajo.
«Me pasó aquí el día entero, desde las cinco de la mañana, cuando abro, hasta las diez de la noche que cierro, y hay momentos en los que pienso si todo este esfuerzo merece la pena. Además de los problemas económicos a los que nos enfrentamos, también estamos siendo testigos de cómo nadie nos ayuda, nadie arrima el hombro en lo que parece ser una película de ciencia ficción», explica.
Noticia Patrocinada
Óscar Triana afirma que la gente quiere hacer deporte pero ha cambiado totalmente sus hábitos. Quien antes acudía dos o tres días por semana a un centro especializado para realizar actividad física, ahora sale a correr o hace algo en casa. Aunque el gimnasio Spartan's sea un lugar amplio, la gente prefiere no meterse en un espacio cerrado.
De tres personas que conformaban el centro han pasado a ser solo uno, él mismo. La actividad se ha paralizado y teme que, una vez salvado el verano, las restricciones se endurezcan hasta aforos del 30% bajo cita previa. Esta situación, augura, sería el final para su gimnasio, ya que los pocos usuarios que conserva «se irían todos».
Publicidad
En ese caso, Óscar Triana se plantea cerrar las puertas del centro deportivo puesto que, de un aforo permitido de hasta 800 personas, actualmente se encuentra reducido a un máximo de 73. Una cifra que teme pueda llegar a ser incluso inferior en los próximos meses.
Javier Wee, responsable del centro Crossfit, explica que el principal cambio que se ha experimentado es que se ha suprimido por completo el contacto entre los usuarios, suprimiendo así todas las actividades que así lo requerían. Los aforos se han reducido de grupos de 24 a 12 y el volumen de negocio se ha visto mermado un 30% respecto al año 2019.
Publicidad
Aunque cree que las restricciones van a extenderse durante varios meses más, Javier Wee y su equipo es «seguir para adelante» con la actividad y con lo que, asegura, es su pasión.
En una situación parecida se encuentra el centro deportivo La Lanera, gestionado por el grupo Supera. Su director, Rubén Zamorano, es optimista a pesar de encontrarse a un 50% respecto a la actividad en 2019 y cree que las vacunas «puedan ayudar a que mucha gente que había optado por dejar de ir al centro se reenganche en los meses de septiembre y octubre».
La Lanera tiene un aforo de 1.893 personas, que ahora mismo está reducido al 85%. Aunque desde el centro deportivo afirman que se van a tardar meses, incluso años, confían en volver a una situación parecida a la de antes de la pandemia.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.