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La pandemia ha disparado los gastos en las residencias de mayores. Eso es algo que sabe bien Fina Rodríguez, la gerente de un grupo empresarial ... que cuenta con cinco centros geriátricos en Palencia, quien no oculta que la covid-19 ha hecho que sus negocios se tambaleen. «Los gastos han subido tanto que he tenido que renegociar los préstamos con los bancos», asegura con resignación para añadir que «no estaba tan endeudada y he tenido que hacerlo para salir adelante y salvar el día a día. Aquí la gente tiene que cobrar el 28 de cada mes. Me he tenido que endeudar de nuevo, con mi edad, que casi tendría que estar jubilada, porque no me llega para pagar a todos los proveedores a final de mes», explica.
Los gastos derivados de la pandemia han sido enormes, tal y como recalca Fina Santos. «Hemos tenido que comprar de todo. Vimos cuando empezó la pandemia que los test eran una necesidad. Al principio eran muy caros, no se encontraban y todos los que nos traían los pagamos a un coste muy elevado. He llegado a comprar test a 50 euros cuando ahora están a siete o a seis euros», explica la gerente, que no se arrepiente de este desembolso, que en su día consideró más una inversión que un gasto. «Veíamos que era necesario centrar los esfuerzos en la seguridad. Hemos comprado máquinas de ozono, incluso hemos pintado tres residencias enteras en cuanto pasó la primera ola. Pensamos que pintar sería beneficioso para la desinfección general y lo hicimos porque creímos que era lo mejor», incide.
Todos los esfuerzos no sirvieron para evitar la entrada de la covid-19 en tres de las residencias. Los centros San Antonio, Mar de Castilla y San Antonio de Padua registraron un brote casi al unísono en el que fallecieron veinte residentes. «Eso ha sido lo más duro de todo», reconoce esta empresaria.
Unos 120 son los empleados que trabajan para Fina, que subraya que para bajar la partida de gastos no puede mermar su plantilla. «Tal vez tendría que haber bajado el número de trabajadores, pero el trabajador es importante. Si quieres mostrarte como un centro que da servicios y calidad al residente, solo lo puedes conseguir con empleados», explica.
El problema económico más acuciante al que se enfrentan las residencias privadas, según Santos, es que mientras los gastos se disparan, los ingresos disminuyen. «Nos tienen que abrir la puerta para que puedan entrar nuevos residentes, que no es fácil porque todo tiene que pasar a través de la administración competente. Estamos en alerta 4 y si ellos no nos lo autorizan, no podemos meter a ningún usuario. Tenemos unas veinte plazas libres entre todas las residencias y eso es mucho dinero que no se ingresa», reconoce.
Las cuentas no salen por culpa de la covid en Centros Residenciales Palencia, pero su gerente afirma que para ella hay asuntos más importantes que el balance anual. «Para mí esto no es rentable a nivel económico, pero me encanta mi trabajo. Me gusta mucho mi proyecto. Aquí a veces estás por devoción, no por ganar dinero», asegura esta empresaria que pide «apoyo para las residencias privadas, que han sido las grandes damnificadas por la crisis sanitaria y también por la económica», concluye.
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