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Licenciada en Química y doctora en Bioquímica y Biología Molecular e investigadora en el campo de la Oncología Molecular, Mónica López Barahona es directora académica general del Centro de Estudios Biosanitarios de Madrid, miembro de la Academia Pontificia de la Vida y Directora del Centro ... de Estudios Biosanitarios. Este viernes día 31, estará en el Casino a las 19 horas para hablar de 'Diagnóstico Molecular y Medicina Personalizada en Oncología' en una conferencia dentro de las actividades organizadas por la Asociación del Cáncer de Palencia para conmemorar el primer aniversario de la nueva sede.
–¿En qué consiste el diagnóstico molecular?
–En analizar desde el punto de vista sobre todo genético cada tumor. Ahora mismo hablar de cáncer no es correcto, porque no es una enfermedad, sino que son más de 150 enfermedades distintas. No es lo mismo un cáncer de pulmón que uno de mama o de próstata, eso es un diagnóstico macroscópico. Dentro de lo que es un cáncer de mama, también a nivel macroscópico, en un diagnóstico clásico se podría hablar de un cáncer de mama tubular o mucinoso, en función de las células que tiene. Pero ya hace unos años hemos avanzando en lo que se llama el diagnóstico molecular, que significa poner nombre y apellidos al tumor, es decir es un cáncer de mama, es un cáncer lobulillar, pero además tiene mutado este gen y este otro gen. Si por ejemplo, tengo mutado ese gen y me aplican este tratamiento contra ese gen concreto, están yendo al grano, por así decirlo, pero si el tratamiento se aplica indiscriminadamente a personas que no tienen mutado ese mismo gen, no será eficaz. El diagnóstico molecular incide en esto, en identificar la huella digital molecular del tumor, y conociéndola poder atacarlo con fármacos específicos cuando los hay.
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Esther Bengoechea
–¿Se encuentra el diagnóstico molecular cada vez más extendido en los hospitales?
–Es verdad que no todos los hospitales tienen la posibilidad de los diagnósticos moleculares, pero está cada vez más extendido. Algunos tumores son minoritarios, y el diagnóstico molecular puede tener un coste muy elevado y a lo mejor desde el punto de vista de recursos públicos «no se justifica», pero la persona que tiene esa mutación lo que necesita es un tratamiento específico curativo. Y es a lo que tenemos que tender, a extender cada vez más este tipo de diagnóstico molecular como una ayuda para identificar un tratamiento.
–Así que incidirá en su conferencia en la importancia del diagnóstico molecular...
–Sí y también voy a hacer un paralelismo entre lo que fue la clasificación que le pidió el rey de Suecia al científico Carlos Linneo sobre las especies animales, y cómo ahora estamos tendiendo a tener también una taxonomía molecular en los distintos tipos de tumores. Cáncer de pulmón o cáncer de mama no es decir mucho y es necesario hacer esa taxonomía en la que digamos el tipo celular y con qué genes mutados o con qué genes sobre expresados, que sería su caracterización a nivel molecular. Así que vamos del órgano a la célula y a los genes, y cuando entramos en los genes, entramos en el nivel molecular.
–¿En qué medida un diagnóstico más preciso incide en la curación a pesar de lo agresivo que pueda ser un cáncer?
–Depende mucho de si una vez identificado ese perfil molecular, frente a determinados genes alterados, hay o no una estrategia terapéutica. Si la hay, desde luego el cambio es de la noche al día, pero desgraciadamente no tenemos todavía el armamento terapéutico para atacar a todos los genes que puedan aparecer mutados. La ventaja es que si la mutación es una diana terapéutica, que tiene un fármaco específico, fantásticas noticias. Si no, al menos podemos discriminar qué quimioterapia o qué estrategia de terapia se da porque podemos aventurarnos a decir que esto no va a ser eficaz con este perfil molecular, o esto va a ser más eficaz con este otro. Eso nos permite estratificar a los pacientes y acercarnos cada vez más a una medicina personalizada, porque el perfil molecular de cada tumor es distinto en cada paciente y hay que extrapolar a algo más general para que sea realmente eficaz el tratamiento.
–Eso quiere decir que la medicina personalizada en Oncología es muy importante...
–Sí, mucho. Por ejemplo, para el cáncer de mama HER 2+ desde 1998 hay un anticuerpo, que está dirigido a esa mutación. Otro ejemplo muy clásico en tratamiento de un inhibidor de tirosina quinasa frente a una translocación entre dos cromosomas, que es un tipo de leucemia (CML), y en 2001 se aprobó un fármaco específico frente a esto. Gracias a Dios, hay muchos ejemplos que se van aprobando. Daré algunos en Palencia, que se van aprobando e implementando en medicina personalizada. Ese es el futuro de la Oncología, dejar la quimioterapia, que es un poco matar moscas a cañonazos. Es una terapia válida, por ejemplo en tumores de testículos, ya que la quimioterapia con cisplatino es curativa en un porcentaje elevadísimo. Pero es verdad que cuando ya somos conscientes de que decir cáncer de mama es prácticamente no decir nada, que no es lo mismo la quimioterapia para un cáncer de mama positivo con estrógenos que para uno que no es positivo con estrógenos, eso nos permite ir avanzando hacia esa medicina de precisión y terapia personalizada.
–Para conseguir esos fármacos tan específicos es vital la investigación...
–La investigación es crítica, si no hubiera habido y si no siguiera habiendo, estaríamos aún dando quimioterapia de forma indiscriminada, con todos los efectos secundarios que tiene. Y también en radioterapia ha habido avances. Yo creo que son dos elementos clave: la investigación y la formación. El oncólogo, el médico en general en la especialidad, no adquiere una formación molecular. Tenemos un programa de formación en Oncología Molecular, un Máster en Oncología Molecular, que llevamos veinte años impartiendo y que sigue siendo necesario, donde enseñamos al oncólogo las bases moleculares de la enfermedad, de manera que con toda su formación clínica que es vastísima y maravillosa, conoce las bases moleculares de la enfermedad y puede leer y entender la literatura científica y puede trasladar a la cabecera del enfermo la terapia personalizada con un conocimiento de fondo. Formación e investigación van de la mano y las dos son necesarias para que a la cabecera del paciente lleguen tanto el diagnóstico molecular como la medicina personalizada.
–Los diagnósticos y tratamientos evolucionan y mejoran, pero el cáncer tiene cada vez más incidencia...
–Lo voy a resumir en una frase: vivir es cancerígeno. Cada vez vivimos más y por tanto por el mero hecho de vivir nuestras células se van dividiendo y van mutando. Al final, esa acumulación de mutaciones estadísticamente hace más probable que alguna de ellas sea la que se necesita para que se genere un tumor. A mayor esperanza de vida, mayor probabilidad de tener cáncer. También es inherente al proceso de la vida la exposición a insultos carcinogénicos, como el tabaco o la radiación solar.
–¿Tener unos hábitos saludables es tan importante?
–Tener unos hábitos saludables como no fumar y tomar el sol con protección evitaría la mayor cantidad de tumores de pulmón, de laringe y de vejiga y de melanomas. La gente no sabe que la mayor incidencia de cáncer de vejiga va vinculada al hábito del tabaco. Por supuesto, también bajarían los melanomas si no tomásemos el sol sin la protección adecuada, sobre todo en España, donde tenemos temporadas muy amplias de sol. También la prevención, las ecografías, las mamografías, los niveles de PSA en el varón, las colonoscopias a partir de determinada edad… La Asociación Española Contra el Cáncer es ejemplar en impulsar estas campañas porque un tumor que se detecta a tiempo, prácticamente todos los que se detectan a tiempo, se puede curar. Una vez que se detecta con metástasis no es lo mismo, no es el mismo escenario, es más difícil.
–¿Cómo de necesaria es la bioética en la ciencia y en la investigación?
–Es absolutamente crítico establecer y enmarcar la investigación en unos parámetros éticos y poner a la persona en el centro y que la investigación no se vuelva contra el hombre. Hemos sido testigos en la humanidad de cómo determinadas investigaciones que no han puesto al hombre en el centro se han vuelto contra él. Es muy importante que los laboratorios y los clínicos tengan unos parámetros de una bioética en la que sencillamente la persona es el centro, no es un medio, es un fin en sí misma.
–¿Qué investigaciones se volvieron contra el hombre?
–Vemos la bomba atómica, la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración nazis… Lamentablemente la historia de la humanidad tiene amplios ejemplos de este estilo. Son ejemplos muy visuales y todo lo que surgió, aparte de la destrucción masiva, son todas las secuelas de tumores por la radiación. Hubo un altísimo número de leucemias en las zonas afectadas por la bomba atómica al ser radiación ionizante y que provoca mutaciones. Al final es la estrategia que se utiliza en laboratorios, cuando se quiere inducir un modelo ionizante con cáncer, en muchas ocasiones se radia o se expone a los ratones a radiación ultravioleta para inducir el tumor. Y eso ocurrió tras un accidente como Chernobil o tras un proceso intencionado como Hiroshima, las consecuencias son las mismas.
–Las personas con recursos económicos acudían a Houston a tratarse de un cáncer. ¿Esto reflejaba que la sanidad era cuestión de clases?
–Houston era una referencia porque es un centro de cáncer espectacular y muchos de los médicos hablaban español por la cercanía con México. Hace un tiempo, cuando no estábamos tan globalizados, determinados ensayos clínicos o determinada estrategia de radiación a lo mejor estaban solo aprobados en un determinado país y ese solía ser EE UU. Pero ahora no es el caso. Europa y España están al día en la posibilidad de desarrollo de ensayos clínicos y los están desarrollando. El último grito en estrategia de radiación es la protonterapia y está en algunos de nuestros hospitales. Vivimos en un mundo globalizado y hace tiempo que ha dejado de ser necesario ir a Houston para que un tumor sea tratable.
–Usted es una eminencia en bioquímica molecular y su marido, Mariano Barbacid, también. ¿Consiguen dejar de hablar de ciencia e investigación en casa?
–Qué duda cabe que puntualmente hay algún comentario o hay muchos pacientes que recurren a nosotros, creo que en la ignorancia de que ninguno de nosotros somos médicos. Nosotros vemos con todo el cariño del mundo esos informes y, hasta donde el conocimiento llega, podemos decir lo que sabemos, pero sobre todo lo que somos es un GPS para dirigir hacia el especialista en Oncología sobre el determinado tumor del que nos están hablando. Más allá de estos casos, en casa tratamos de vivir la vida más allá de lo que es el laboratorio de investigación.
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