
Pedro El Granaíno, cantaor
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Pedro El Granaíno, cantaor
«El flamenco actual goza de buena salud, pero a nivel institucional hay que mejorar»Cuando alcanzó la mayoría de edad, Pedro Heredia Reyes (1973) se fue de su Granada natal a Sevilla, donde reside desde entonces. Con 33 años, ... Pedro El Granaíno, como se le conoce artísticamente, cambió los mercadillos por el cante, una conversión profesional que se cuestionó en los dos primeros años de ejercicio como cantaor, pero que finalmente materializó porque, según considera, fue un propósito divino. Entró en este oficio por la puerta grande, cuando le reclutó la compañía de Los Farrucos como voz para sus espectáculos. En 2011 saltó a la fama y, en poco tiempo, se convirtió en primera figura. Pedro El Granaíno actuará, junto a su mano derecha, Antonio Luque 'Patrocinio Hijo', en el Teatro Principal este viernes, a las 20:30 horas, bajo el paraguas del VI Festival de Flamenco de Palencia. La cita se incluye en la vigésimo novena edición de la Gira Norte de este arte.
–¿Qué fuentes han alimentado su cante?
–He tenido la suerte de escuchar a muchos artistas como Camarón de la Isla, Enrique Morente, El Lebrijano… Pero es Tomás Pavón, hermano de El Niño de los Peines, el que más me influyó a la hora de dedicarme profesionalmente al cante. Aunque pienso que hay que estudiar a todos los cantaores anteriores si decides tomar este camino: Manuel Torres, Chocolate, Manolo Caracol, Juanito Valderrama, Juan Talega, Manolito de María, Terremoto…
–¿Ante quiénes se quita el sombre y les hace reverencia?
–Si hablamos de genios, citaría a Camarón, Morente, Pavón y Caracol. Los genios salen muy de vez en cuando.
–Heredia es un apellido muy común entre los gitanos. ¿Le unen lazos de sangre con otros artistas?
–Es verdad que hay muchos Heredia por todos los lados, pero no tengo ningún familiar paterno que se dedicara a este mundo. Sin embargo, por parte de madre un hermano de mi abuelo, Basilio Reyes, cantó con El Carbonerillo, aunque no llegó a ser profesional, pero recuerdo que cantaba muy bonito.
–¿Cuándo se hizo usted profesional?
–Me costó mucho decidirme porque yo ya tenía la vida hecha. Empecé en el cante con 33 años, tenía cuatro hijos y, antes, me dedicaba a vender pijamas en mercadillos de Sevilla, Cádiz y Algeciras. Me costó dejarlo porque con la venta ambulante sacaba adelante a mi familia y es un trabajo muy honrado y muy decente que me daba estabilidad económica. Incluso en los dos primeros años de profesional alterné las giras con los mercadillos. Tuve dudas, pero Dios me dio la oportunidad de dedicarme al cante; si en tu vida no hay un propósito divino, no vas a ninguna parte. No es casualidad que yo me fuera de Granada a Sevilla ni que conociera a Los Farrucos, la familia que me brindó mi primera oportunidad profesional. Tampoco es casualidad que, al día siguiente de actuar en el Festival de Jerez, todo el mundo hablara de un tal Pedro El Granaíno.
–¿Qué le debe a Los Farrucos?
–Gracias a ellos debuté profesionalmente en este oficio. Me sacaron de los mercadillos para trabajar en su compañía. Fue como empezar la casa por el tejado. Siempre les agradeceré los cinco años que estuve con ellos porque me ayudaron a crecer como artista y a conocer los entresijos de los escenarios. Con ellos estuve de gira por Estados Unidos, Sudamérica y otros países, aunque en solitario también he actuado en festivales de flamenco, con mayúsculas, de Francia, Holanda, Italia, Rusia… Recalco lo de mayúsculas porque no me gusta que en España se utilice el término 'flamenquito' cuando se habla del arte más internacional de nuestro país, comparable al blues o al jazz, porque al usar esa palabra se le resta importancia.
–¿Qué momento de su carrera le hizo brillar y convertirse en primera figura?
–No hay un momento puntual, quizás ha sido la constancia. En el cante, el artista está frente al público y ahí uno lo da todo, aunque tuve la suerte de debutar en el Festival de Flamenco de Jerez 2011 y, a raíz de ese momento, las peñas y festivales empezaron a contar conmigo. Dos años más tarde, mi participación en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, en el que me concedieron el segundo premio, también me dio un empujoncito. Y ya, cuando me concedieron en 2020 el Giraldillo al Cante en la Bienal de Flamenco de Sevilla, uno de los reconocimientos más importantes de este arte, ese premio me consagró como artista.
–De los conciertos en los que ha participado, ¿cuál le estremeció más las entrañas?
–No me puedo quedar con uno solo. Tengo muy buen recuerdo del Giraldillo, pero también del Festival de Jerez, de Córdoba, Huelva, Granada… Para mí siempre es muy especial cantar en mi tierra. Y qué te voy a decir de Madrid o de la misma Gira del Norte… Una experiencia alucinante y maravillosa fue el concierto del Festival de la Luz al que me invitó en Bolmorto (A Coruña) Luz Casal, a quien le entusiasma mi cante, como así ha declarado en varias ocasiones. Me acompañó mi guitarrista, Antonio Luque 'Patrocinio Hijo', que es mi mano derecha, y, en principio, nuestra actuación iba a durar quince minutos, pero estuvimos una hora y cuarto ante 10.000 personas. El flamenco enganchó al público desde el primer toque de guitarra y es que este arte no hay que entenderlo, sino sentirlo.
–¿Qué experimenta cuando demuestra su arte en la Gira Flamenca del Norte, que hace parada en Palencia?
–El público del norte de España es maravilloso y el de Palencia, donde actuamos hace dos años, también. Es una gozada cuando el público está predispuesto a pasárselo bien y a sentir el flamenco, como ocurre en esta gira, donde siempre la ovación es tremenda.
–¿Qué escaleta tiene programada para el público palentino?
–No solemos llevar un guion estructurado. Está claro que yo siempre voy a cantar por soleá o seguiriya porque si me voy del escenario sin cantar estos palos, no termino de ser yo. También tenemos en cuenta lo que nos pida el público, que no quiere decir que te condicione porque si no, no serías tú. Una vez allí, puedes hasta improvisar y si alguien me pide cantar un taranto, una malagueña o unas alegrías, se las canto, aunque siempre llevo una granaína.
–¿Qué huella está dejando Pedro El Granaíno en el flamenco?
–No sé si estaré dejando huella, el tiempo lo dirá. Hoy hay una generación muy buena de flamenco; goza de muy buena salud. De los presentes te puedo nombrar a Miguel Poveda, Arcángel, José Valencia, Jesús Méndez, Rancampino… Y cantaoras, Mayte Martín, Marina Heredia, Estrella Morente, Remedios Amaya, María Terremoto… El listado es extenso no solo de cantaores y cantaoras, sino de guitarristas, bailaores, bailaoras. A nivel artístico, goza de muy buena salud, aunque a nivel institucional quedan todavía muchas cosas que mejorar.
–¿Está satisfecho con el camino recorrido?
–Más que satisfecho. No me pongo metas y lo que Dios me tenga guardado en mi vida artística, bienvenido sea.
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