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marco alonso
Palencia
Domingo, 3 de septiembre 2017
La feria acabó ayer y los aficionados taurinos tendrán que esperar hasta el año que viene para volver a disfrutar de los toros en Palencia. Despedirse de algo que te gusta siempre es complicado, pero hacerlo como se hizo ayer sirve para incrementar el interés ... en el reencuentro. Y es que la puerta grande volvió a quedarse estrecha en Campos Góticos, donde Pablo Hermoso de Mendoza, Sergio Galán y Lea Vicens cortaron dos orejas cada uno en una tarde de esas en las que la comunión entre protagonistas y espectadores es total.
Pablo Hermoso de Mendoza fue el encargado de abrir plaza ante un astado de El Capea al que castigó con dos rejones. El animal perdió las manos en dos ocasiones y el público se mostró preocupado, pero esa angustia tornó en júbilo cuando, en el segundo tercio, el de Estella cambió los terrenos en dos ocasiones a su rival. Los cascos de Januca pisaron el albero y el fino toreo de costado entró en escena para que los tendidos comenzaran a aplaudir a un genio del caballo como es Pablo Hermoso, que, a sus 51 años, sigue en lo más alto del escalafón. La tarde empezaba de lujo y era necesario poner la guinda al pastel con el rejón de muerte, pero la guinda quedó en guindilla. Este genio del toreo a caballo no estuvo afinado en el último tercio y fue incapaz de poner patas arriba a su rival hasta el quinto intento, lo que arruinó sus posibilidades de triunfo.
En su segundo, Pablo Hermoso volvió a mostrar su enorme repertorio ante un toro al que decidió clavar solo un rejón de castigo. Disparate salió en las banderillas y, con este castaño, el navarro desarrolló un toreo lleno de elegancia que gustó, y mucho, a una plaza con la mejor entrada de la feria. Había que cerrar una excelente actuación con un rejonazo y lo hizo, pero a la segunda, algo que no enfrió al público, que pidió con insistencia una segunda oreja que la presidencia acabó otorgando para asegurar que se abriese la puerta grande.
Sergio Galán se encargó de la lidia del segundo, de la Ganadería San Pelayo, que salió con las revoluciones al máximo. La labor del madrileño, a lomos de Amuleto, permitió quebrar paulatinamente al toro, que recibió dos rejones de castigo que frenaron en seco su voracidad, tanto que el tercio de banderillas quedó deslucido por su quietud. Pero Galán tiene recursos de sobra para exprimir a todos los animales que tiene en frente, e hizo piafar a su montura hasta la extenuación para levantar de sus asientos al público, que pidió la oreja tras una estocada que entró a la segunda. El presidente atendió la petición del público y el rejoneador no ganó el premio de la puerta grande hasta que lidió al quinto de la tarde.
El madrileño se las tuvo que ver en su segundo con el más pesado de la corrida, aunque sus 599 kilos no restaron movilidad a Bailador, que así se llamaba este imponente animal que salió correoso. Galán toreó con insistencia por la izquierda y decidió dejar dos rejones de castigo sobre su oponente para llegar al segundo tercio con el lado derecho casi virgen. Llegaba el momento de ver a Apolo en acción y este caballo volvió a demostrar que es de lo mejorcito que hay en las cuadras de toda España. Toreando al galope sostenido cuando se dio la posibilidad y dejando unos detalles al piafar de una enorme pausa, este lusitano se metió al público con el bolsillo. Pero su labor no se quedó ahí y dos pares de banderillas colocados en todo lo alto dejaron todo listo para el triunfo a lomos de Óleo, con el que el rejoneador mató a la tercera y se llevó otra oreja más para acompañar a Pablo Hermoso en su salida por la puerta grande.
El primero que le tocó en suerte a Lea Vicens fue un toro de Carmen Lorenzo que salió algo distraído y no dejaba de mirar a los tendidos. La jinete francesa llamó una mil veces a su oponente y de esta forma, dejándose la garganta, logró encontrar esa fijeza que tanto necesitaba. Un hermosísimo lance que acabó con una banderilla prendida al violín fue jaleado por una plaza entregada al arte de Vicens. A lomos de Deseado, la francesa cuajó un tercio de banderillas lleno de emoción. Solo faltaba matar bien para lograr el triunfo, pero Lea no tuvo suerte con el rejón de muerte. A su rival le costó mucho caer, tanto que tuvo tiempo de darle un revolcón sin consecuencias cuando se bajó, antes de tiempo, a adornar una muerte que tardó en llegar.
El percance pudo descolocar a Lea, pero no fue así. Comenzó su faena con Guitarra como montura y no acertó a partir los dos rejones con los que castigó al de la Ganadería El Capea. No obstante, su actuación fue de menos a más y cosechó un buen número de aplausos en el segundo tercio, aunque fue sobre Espontáneo donde se resarció de los sinsabores de su primer toro. La rejoneadora mató a la segunda y el público pidió las dos orejas tiñendo los tendidos de blanco para obligar al presidente a sacar dos pañuelos y conseguir, de paso, que esta feria acabe con un excelente sabor, con un gusto que hace indicar que, al menos en Palencia, la fiesta nacional está más viva que nunca.
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