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A la tercera fue la vencida. La plaza de Toros de Palencia por fin registró una buena entrada en la feria Taurina y tuvo que ser, como es habitual en el coso palentino, durante una corrida de rejoneo, en la que se llenaron tres cuartos ... del aforo. Después del triunfo rotundo del año pasado, había ganas de volver a ver a los Hermoso y a Lea Vicens, pero en esta ocasión la terna no salió a hombros y el más joven de los tres, Guillermo Hermoso, no encontró compañía en una puerta grande que ya ha abierto en dos ocasiones, pese a que solo tiene 20 años.
El hijo de Pablo Hermoso de Mendoza triunfó por méritos propios y su padre se tuvo que conformar con verle salir de la plaza a hombros y recibir el cariño de una afición que ha encontrado en Guillermo su mejor sucesor. Y es que Pablo Hermoso ya tiene 53 años y su vástago demostró ayer que la saga de los Hermosos está llamada a repetir éxitos durante mucho tiempo.
Pablo Hermoso abrió la tarde y desde el principio movió a las mil maravillas al primero de los dos toros de la ganadería de El Capea que se lidiaron ayer. El navarro montó a 'Ilusión', un lusitano castaño con el que colocó dos banderillas en todo lo alto antes de sacar al albero a 'Índico', que desató los olés del público cuando citó al toro con unos vistosos saltos. La faena había sido preciosa y tocaba entrar a matar con 'Corsario', que antes de colocar al toro para que su jinete matase al estribo se arrodilló ante su rival en un gesto muy aplaudido. Ese precioso movimiento fue el preludio de una estocada certera pero trasera que no convenció al presidente, quien solo otorgó una oreja. «Este se cree que está en Bilbao», se quejaba amargamente una aficionada que pedía la segunda pañuelo en mano, pero la pañolada no sirvió de nada y Pablo Hermoso necesitaba trofeos en el segundo de su lote para salir por la puerta grande, pero no pudo ser.
En el cuarto de la tarde, 'Janucá' ayudó a Pablo Hermoso a meterse al público en el bolsillo y las tres banderillas que colocó con 'Corsario' hacían presagiar que algo de fortuna con el rejón de muerte serviría para que padre e hijo salieran por la puerta grande, pero el veterano rejoneador no tuvo suerte, se quedó sin trofeos y sin esa preciosa foto junto a su hijo a hombros.
No. Hermoso de Mendoza padre no tendrá buen recuerdo de la tarde de ayer, pero su hijo sí lo va a tener. Guillermo se encargó de lidiar el primero de los toros de Carmen Lorenzo que salió al ruedo, un animal de 541 kilos que se mostró un tanto distraído al inicio. A lomos de 'Brindis', colocó dos banderillas y luego llegó el turno de 'Berlín', que ayudó al joven a recibir unos merecidos aplausos gracias a sus bien ejecutados quiebros. Pero el gran momento de la tarde llegó cuando el navarro colocó a la perfección un par de banderillas a dos manos. La plástica ejecución calentó al tendido antes de entrar a matar con un rejonazo certero que hizo doblar al toro para rematar una faena que mereció dos orejas. Y las cortó.
En su segundo, Guillermo reclamó aplausos banderillas en ristre a lomos de 'Disparate' y 'Arsenio'. Los requerimientos del rejoneador fueron respondidos rápidamente por un público completamente entregado a esta joven promesa, que tiene en casa el mejor espejo en el que mirarse y que ayer trabajó sobre sus monturas con una ausencia total de complejos, impropia de su corta edad. Solo un fallo con el rejón de muerte le podía arrebatar un nuevo triunfo y Guillermo estuvo certero. Empuñó el rejón de muerte y lo usó con maestría para dejar a su rival muerto sin puntilla ante un público que reclamó dos orejas con insistencia a la presidencia, que concedió la primera sin problemas y la segunda, a regañadientes.
La peor parada de los tres rejoneadores fue Lea Vicens, que se marchó de Palencia sin premio. Comenzó su trabajo en el segundo de la tarde a lomos de 'Guitarra' y fue con 'Bético' con el que recibió más aplausos gracias a su enorme capacidad para atraer al toro, al que logró engañar con una vuelta en plena carrera aplaudida con fervor por un público que demostró su cariño a la francesa. No obstante, los vítores que más se escucharon en los tendidos tuvieron que ver más con la belleza de la rejoneadora y no con su enorme capacidad para trabajar a lomos de sus caballos. Llegaba el momento de la verdad y a Lea le tocaba usar el rejón de muerte, pero se precipitó y en lugar de asegurar la suerte, colocó el rejón demasiado trasero y tuvo que bajarse del caballo para descabellar a la segunda al toro, al que no logró cortar ninguna oreja. En el quinto, Lea también falló en el momento definitivo y eso la dejó sin triunfo.
La tarde de ayer constató que el rejoneo sigue atrayendo a un gran número de personas a la plaza y que la afición cuenta con un nuevo ídolo a caballo: un navarro de 20 años que está llamado a dar el relevo generacional a uno de los rejoneadores más laureados de la historia. El legado de Pablo Hermoso está en buenas manos.
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