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El césped del Sotillo se convirtió este viernes en una paleta infantil de colores, donde la fantasía se entremezclaba con la naturaleza. Piedras azules, tierra amarilla y hierba de color rosa, pero rosa fucsia, se complementaba a la perfección con las setecientas personas que, camiseta ... blanca (al principio) y pantalones cortos, preferiblemente, se convirtieron en cuadros abstractos, que recorrían entre risas, lluvia de polvos arcoíris y toboganes de agua los 1.000 metros de recorrido de la Holi San Antolín.
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Muchos de los participantes, la inmensa mayoría, agotaron sus polvos antes de que se diese el pistoletazo de salida entre luchas y risas, a partes iguales, ante las piscinas y delante del escenario, que comenzó con la música del dj palentino Pierre May y después continuó con Gonzalo Pedrosa, Héctor Calderón y Pedro Sarmiento, para dar paso a 'Los 40 Sessions' en la misma ubicación.
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Diez minutos después de lo esperado, a las 18:10 horas, arrancó la prueba festiva, sin pistoletazo de salida pero con el concejal de Actividad Físico-Deportiva y Salud, Orlando Castro, regando a los participantes con polvos morados, muy de San Antolín, mientras la canción de Arde Bogotá de 'Los Perros' sonaba a todo volumen. En total, se lanzaron más de una tonelada de polvos de colores entre los 450 kilos que se repartieron en las bolsas, los 160 que se lanzaron desde la salida, los 600 que se tiraron desde los cuatro puntos de colores y algunos kilos más que se regalaron desde el propio escenario.
Por primera vez se desarrolló esta cita tan llena de tonalidades (azul, morado, amarillo, rosa, naranja y verde) en el parque del Sotillo. Un acierto según la propia organización de la carrera, ya que no fue necesario cortar el tráfico como en ocasiones anteriores cuando se celebraba en el Vial. Además, aquí se luchaba mejor contra el calor bajo las sombras de los árboles.
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«¡No, más ya no!», chillaba un grupo de jóvenes corriendo en dirección contraria a los puntos de colores. Al mismo tiempo, otro pequeño grupo aprovechaba el suelo lleno de tonalidades para rociarse y «hacer la croqueta», entre risas, aplausos y fotos indiscretas de móviles que, hasta ese momento, habían estado protegidos ente plásticos.
Niños y jóvenes se entremezclaban con personas de entre 30 y 40 años o familias con pequeños, que corrían juntos de la mano entre una nebulosa arcoíris. A pesar de que hubo menos público que en años anteriores , muchas personas disfrutaron y abarrotaron el parque tiñéndolo de alegría. Durante más de dos horas, pudieron realizar el recorrido una y otra vez, lanzarse por los toboganes, limpiarse en la fuente y volverse a manchar. «Esto es lo más», chillaban tres chicas con los brazos en alto tras la primera vuelta.
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