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«Papá, he pedido un deseo después de beber el agua, como me dijiste»Llegó uno de los momentos más esperados del día de patrón, de San Antolín: la bajada a la Cripta para beber el agua bendecida por el obispo de Palencia, Mikel Garciandía. 6.000 vasos de plástico y 400 litros (divididos en tres garrafas de 100 y dos de 50 litros), nada menos. Pero la ansiedad y el querer antes de tiempo provocaron ciertos momentos de desconcierto en la Catedral. Como cuando el responsable de la mesa del agua en la planta del Trascoro (la dedicada a las personas con discapacidad o problemas para descender por las escaleras irregulares y de piedra) tuvo que ausentarse un momento y se aprovechó para beber todos (salvo cuatro) vasos que había dejado preparados. O cuando varias personas decidieron colarse en la fila para bajar antes a la Cripta y al mover la cinta que marcaba las colas tiraron un banco de la seo (que no ocurrió ni una ni dos veces) y provocaron un ruido ensordecedor.
Más allá de estos instantes, cientos de personas continuaron cumpliendo con la tradición, y mayores y pequeños aguardaron su turno para seguir honrando al patrón en su día. Algunos por primera vez como Cristina de la Rúa. «Somos de Palencia, pero nunca lo habíamos hecho antes», señalaba antes de bajar a la Cripta, acompañada de sus dos hijas. «Conozco esta tradición de toda la vida, pero nunca habíamos estado», añadía. Por su parte, Angelines Rodríguez, palentina que vivía fuera desde niña, volvía para reencontrarse con sus tradiciones. «¿Por qué se bebe este agua?», preguntaba con inquietud. «Me he dicho que este año que podía pasar aquí la festividad, tenía que quedarme para conocer un poco todo», agregaba, instantes antes de adentrarse en la Cripta, que olía a humedad.
«Este lugar me sobrecoge porque habla y dice muchas cosas a través de unas piedras que resisten siglos y siglos», comentó, por su parte, el obispo de Palencia. Instantes antes de beber, recordó que «la sed es lo que nos caracteriza como humanos y es muy importante», agregó para subrayar que «¡Viva San Antolín y viva Palencia!». Por su parte, el deán de la Catedral, Dionisio Antolín, afirmó que «beban tranquilos que es potable. Salud».
Muchos mayores repetían un año más con el agua bendita, mientras algunos niños bajaban por primera vez con sus padres o abuelos. «Papá, he cerrado los ojos al beberlo y he pedido un deseo, como me dijiste», argumentaba con emoción un pequeño, con su voz infantil y su tono alto. Instantes después, era fotografiado con las figuras de San Antolín que estaban en la misma Cripta. Por eso, este lunes se entremezclaron los tragos de agua y las fotos patrimoniales. Y no solo eso. También se comenzó con una nueva tradición, ya que varias personas, tras coger su vaso, se adentraron hasta el fondo de la Cripta, donde se encuentran los restos visigodos, y lanzaron una moneda. Otro deseo para pedir.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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