Pantalones cortos y zapatillas se entremezclaban este sábado con vestidos de ceremonia y sandalias de tacón. Al igual que gafas de sol y alguna que otra pamela compartía protagonismo con cazadoras y pañuelos al cuello que se despedían del verano. El día del patrón, la fiesta de San Antolín, animó a practicamente todos los palentinos a salir a la calle (como todos estos días de fiesta) y congregó a centenares de fieles en las cuatro eucaristías que se celebraron en la Catedral, por fin sin restricciones por la pandemia o limitaciones de espacio por 'Renacer', especialmente en la de las 11:30 horas, oficiada por el obispo de Palencia, Manuel Herrero, en el crucero, y en las naves laterales de la Capilla Mayor.
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El Día de San Antolín cobró especial protagonismo la figura del santo, recientemente incorporada a la seo palentina y realizada por el artista onubense Martín Lagares, regalo del propio obispo para conmemorar los siete siglos desde la construcción de la Catedral gótica. Ayer mismo la bendijo, «esta noble y nueva imagen» al inicio de la misa por el patrón y recordó que murió mártir y que la iconografía lo recuerda vestido con la dalmática y con una biblia y una palma en las manos.
En una ceremonia cantada por la Coral Vaccea, que actuó sin Jesús Escudero, su creador y canónigo de la Catedral, que falleció este pasado mes de julio, el obispo se acordó de todos los representantes institucionales, entre los que se encontraba la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, y religiosos, pero quiso saludar especialmente a las peñas, «que dan colorido a nuestras calles y celebran estas fiestas con alegría», y a «mi hermano Javier del Río», obispo emérito de Tarija (Bolivia).
Manuel Herrero pidió que se termine la crisis política y que los partidos dialoguen y lleguen a propuestas que busquen el bien común, «que es el de todos, especialmente el de los más pobres». Tuvo tiempo en su homilía para detenerse y recordar cómo suben los precios en el supermercado, en las gasolineras o las propias energías, «y esto lo pagamos todos, pero especialmente las clases más humildes».
Recordó a todos los presentes, de todas las edades en cada banco, silla o esquina de la seo palentina, que la fiesta de los cristianos es la vida y que dura siempre, y que es importante luchar contra las fuerzas internas de cada uno, como pueden ser el egoísmo, el dinero, la fama o la vida cómoda.
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Al término de la eucaristía, la tercera del día, ya que a las 9 y 10 horas se oficiaron dos en la Cripta y al término de esta se celebró una más (13 horas) en la Capilla del Sagrario, el toque de campanas resonaba dentro de las gruesas paredes góticas de San Antolín y también era inevitable que se escuchase en cada esquina de la ciudad. La Asociación de Campaneros Villaltanos participó ayer –por primera vez– en la festividad del día del patrón de la ciudad y, además, celebró con el volteo manual de todas las campanas de la Catedral que el pasado mes de noviembre la Unesco declarase en Marruecos esta técnica como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
«Es un orgullo que el toque manual de campanas sea Patrimonio Inmaterial de la Unesco, ya que se ha conseguido en parte gracias a nosotros», señalaba el secretario de la asociación de Villota del Páramo, Julián Caballero, quien añadió que les gustaría estar vinculados a la Catedral como grupo de campaneros, algo que ya se da en otros templos.
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Tras las campanas, o incluso a la vez, llegó el turno de los bailes palentinos, de las castañuelas y de los giros de colores, a cargo del grupo de danzas Jorge Manrique. Los representantes políticos, religiosos y de los cuerpos de seguridad disfrutaron de los bailes antes de retornar (desde donde partieron por la mañana) a la Plaza Mayor junto con los peñistas, que dieron bullicio y dulzor, por los kilos de caramelos que lanzaron y regalaron a grandes y a pequeños. Ya, sobre el escenario del Ayuntamiento, llegó el momento de escuchar el himno de Palencia, tocado por la Banda Municipal de Música ante cientos de palentinos. Al término, todas las calles de Palencia rebosaban alegría y festejo porque, ya lo dijo el obispo, «celebrar fiesta es ponderar y afirmar la vida».
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