Como dice el refrán taurino, 'tarde de expectación, tarde de decepción' y así ocurrió este viernes en el ecuador de la feria taurina de estos sanantolines con la celebración de una de las corridas mejor rematadas del serial palentino. Aunque estuvo en el aire durante ... todo el día que se pudiese llegar a llevar a cabo, finalmente, a las seis y cinco, los diestros José Antonio Morante, Alejandro Talavante y Juan Ortega hicieron el paseíllo en el Coso de Campos Góticos para encontrarse con seis toros de la ganadería de José Vázquez. La atención de la afición estuvo puesta en el ruedo y, también, en el cielo, donde estuvo amenazando un mar de nubes negras, aunque el buen estado del albero animó a la plaza y los empresarios a decidir seguir hacía adelante ante, eso sí, la gran incertidumbre del respetable que no se encontraba muy convencido de que los seis toros pudiesen salir al ruedo.
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A las seis y doce salió Antiguo a la arena, donde fue recibido por el genio de Sevilla, quien se reencontraba con la afición palentina tras haber causado baja durante la feria del pasado año al no poder acompañar a El Juli en su despedida en Palencia. Al capote, con una media verónica, el de La Puebla arrancó los primeros vítores del público. Había ganas de ver a Morante en su plenitud.
Un bonito tercio de banderillas –en el que sobresalió la actuación de Curro Javier, quién fue sacado a saludar– dejó paso a una tanda por la derecha. Después, trató de hacerlo también al natural, pero le costó responder al morlaco. Sin manoletinas y acompañado por la música, trató de alargar la faena antes de dar muerte al astado de una estocada que necesitó de descabello. Una oreja que permitió a Morante reconciliarse con la afición palentina que le esperaba como uno de los mayores reclamos de esta feria.
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Comparecía Alejandro Talavante tras no poder hacerlo tampoco en los pasados sanantolines, cuando se suspendió la última cita debido a las fuertes tormentas. No fue esta vez así, permitiendo al extremeño recibir a Marceño en las telas. Se quejó el público en el tercio de varas recriminando la actuación del picador, pero permitiendo luego en el segundo tercio una impecable actuación de Javier Ambel, demostrando así por qué es uno de los mejores toreros de plata. El toro tenía pocas cualidades y una gran debilidad en las manos. Después, por la izquierda dejó algún detalle, aunque no suficiente para una afición cansada del ganado. No dio más opción al torero que se vio obligado a abreviar. Pitos para el animal y aplausos para el diestro.
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Rozando las siete, salió como un torbellino Inculto, que dejó momentos de gran belleza en el capote de uno de los diestros que más gustan a la afición y que Palencia tenía ganas de poder disfrutar, Juan Ortega. El de Triana demostró el buen momento en el que se encuentra en una faena que fue cogiendo altos vuelos al mismo tiempo que la lluvia comenzó a hacer acto de presencia. Se comenzaron a abrir los primeros paraguas al mismo tiempo que Ortega se estaba gustando por el pitón derecho, aunque, a pesar de su voluntad, no pudo hacer mucho más.
En medio de un intenso aguacero apareció Pintoresco para encontrarse con Morante de la Puebla. Buscando las tablas, el diestro trató de llevárselo hasta los medios. A pesar de ello, la afición estaba más pendiente de no calarse hasta los huesos que de lo que ocurría en el ruedo. Las primeras filas se empezaron a vaciar buscando el resguardo de las últimas de tendido.
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Consciente de la dificultad –el ruedo empezaba a encharcarse–, Morante dejó momentos de mucho gusto y torería, aunque mandó parar la música antes de tener que cambiar una muleta completamente mojada que no dejaba maniobrar al diestro. Convertido el albero en barro, el sevillano tuvo que abreviar la faena. Tras varios intentos, acabó por dar muerte.
Talavante se encontró con el quinto, escaso de fuerza, por lo que tuvo que inventarse una faena tapando los defectos de falta de raza del toro con adornos e improvisación poniendo todo de su parte para tratar de agradar al público palentino.
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Por su parte, Ortega, en el último, trató de recomponer la tarde. Templado y asentado, lo recibió con el capote por verónicas de gran cadencia y compás. Paró el tiempo el torero trianero a pesar de encontrarse frente a un toro rebrincado y agarrado al piso que, con paciencia, consiguió dejar lances de calidad. Después, sacó el toro hacía los medios en el inicio de muleta con adornos toreros en los que destacaron molinetes junto a un pase de la firma. A pesar de no alcanzar altos vuelos por la falta de transmisión del astado, se fundió junto a la música aprovechando que la lluvia había amainado consiguiendo así una oreja.
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