«Mi magia intenta sorprender al público desde una perspectiva artística»

–A los 13 años, edad que ha cumplido su hijo Máximo, usted ingresó en la Sociedad Española de Ilusionismo de Madrid, siendo el más joven de todos los socios.

–¡Exacto! Yo de niño ya hacía trucos y jugaba con la Magia Borrás y entre los doce y trece empecé más en serio y con trece ya ingresé en ese club y era el único niño; todos eran adultos. Mi madre me llevaba todos los lunes a las reuniones, en las que muchos de ellos fumaban. Me sirvió mucho para aprender; era una esponja. Gracias a esas reuniones evolucioné muchísimo. A los 13 concursé en el premio Ascanio que otorgaba la sociedad de la magia y lo gané frente a otros magos adultos y más avanzados y todos se quedaron muy sorprendidos.

–¿Su hijo seguirá sus pasos?

–Me temo que no. A él le gusta mucho el deporte, más concretamente, el fútbol. Es curioso porque a mí nunca me gustó el fútbol; debe ser el karma.

–Fue alumno de la escuela de Ana Tamariz, hija del gran mago Juan Tamariz.

–Lo primero que descubrí en Madrid fue Magia Estudio, una tienda en la calle San Mateo y que estaba regentada por Encarnita, una mujer encantadora; ella me vendió mis primeros libros de magia y me dio muchos consejos. Y eso fue fundamental porque esos primeros pasos en la magia tienen que entusiasmarte. Ella fue la que me recomendó ir a la escuela de Ana y allí me matriculé. Yo había iniciado mi andadura con los fascículos sobre magia de Juan Tamariz que se vendían en los quioscos y era mi ídolo, y lo sigue siendo. En la escuela conocí a Juan y hablábamos mucho y me inscribí a uno de sus cursos de iniciación y ahí fue cuando empecé a aprender a pasos agigantados.

–Se quedaría henchido de orgullo cuando Juan Tamariz elogió su magia y la definió «distinta y espectacular».

–Mucho porque yo aprendí viendo sus programas de televisión, leyendo sus libros… Siempre ha sido mi maestro. Cuando yo cumplí 20 años, él me invitó a Nueva York a participar en un show que montó sobre la magia española y cuando me presentó fue cuando me dedicó esas palabras. Para mí fue un honor porque él fue mi motivador para seguir en el camino de la magia. Lo de Juan ha sido increíble porque ha generado afición en muchísimos chavales que ahora nos dedicamos a ello profesionalmente: Yunke, Luis Piedrahita, Jandro, Inés…

–¿Y cuando David Copperfield dijo que usted elevaba el arte de la magia a otro nivel?

–Copperfield es una leyenda. Parecía de otro planeta, cómo podía hacer desaparecer la estatua de la Libertad, atravesar la Muralla China… Muchas veces la vida te lleva por caminos que no esperas. Un día de hace seis o siete años sonó mi teléfono y era él, que estaba interesado en comprarme los derechos de uno de mis trucos de magia. Cogí un avión a Las Vegas y empezamos a trabajar juntos en el truco y trabamos una buena amistad. Cada año nos visitamos y hablamos de magia. Copperfield no para, siempre está metido en nuevos proyectos. En Las Vegas hace trece shows a la semana. Es el artista que más shows hace del planeta. Siempre está en activo y no tiene ninguna intención de retirarse.

–Este año ha ganado el Oscar de la Magia, el único español que ostenta este título.

–Es un premio que concede la Academia de las Artes Mágicas de Hollywood, una institución que lleva seis décadas entregando una serie de galardones en distintas categorías. A mí me dieron el premio de la magia en escena, la que se realiza en teatros, y resulta muy raro que se lo den a un mago de fuera de Estados Unidos porque ese tipo de magia ha sido siempre muy potente en el país americano. Para mí es importante, sobre todo, por el reconocimiento que ello supone, ya que no soy el único mago español que está innovando, sino que hay muchos que están creando trucos increíbles y que están triunfando. Y con este premio he abierto allí la puerta de la magia en escena que se hace en nuestro país y que parece que les llama la atención. Durante la gala, que se celebró en el mes de mayo en Los Ángeles, di un discurso y cuando cité a Juan Tamariz todo el teatro empezó a aplaudir y se puso en pie. Eso demuestra que la magia de España está muy reconocida fuera de nuestro país.

–¿En su colectivo no hay competencia, recelos o envidias entre unos y otros?

–¡Qué va! En nuestra profesión hay una camaradería que no existe en otras. Nos llevamos muy bien entre nosotros, nos apoyamos y, generalmente, siempre hay muy buen rollo. Somos compañeros de la misma pasión.

–¿Qué particularidades distinguen su magia de la de otros?

–Sobre todo, la innovación, buscar nuevos efectos. Ahora hago mucha magia interactiva, donde la magia no sucede en el escenario, sino en cada butaca. Y eso es un punto de innovación porque la magia traspasa la cuarta pared y llega al espectador. En el show que haremos en Palencia todo el mundo utilizará sus móviles y sucede una magia que une a todo el público. Creo que el camino de la nueva magia va por ahí, hacer protagonista de la magia al espectador y que no sea un mero espectador de lo que está sucediendo. La puesta en escena y la forma de plantear las ilusiones también son señas de mi identidad; intento que todo sea muy artístico, donde la luz y la música tienen un sentido y llega a emocionar al espectador. Mi magia intenta sorprender y emocionar al público desde una perspectiva artística.

–En el espectáculo del Teatro Ortega le acompañará un dron.

–Sí, sí. También estamos innovando utilizando las nuevas tecnologías. Creo que el espectador que se sienta en un patio de butacas de nuestro tiempo quiere ver experiencias que no haya vivido antes. Los ilusionistas del siglo XXI tenemos que ofrecer algo que nunca antes hayan visto los espectadores y dejarles con la boca abierta. Mi presencia en Palencia será la tercera o la cuarta y el público siempre ha sido muy acogedor. Vamos en fiestas, una época fantástica. La primera vez que pisé vuestra ciudad fue hace catorce años con mi primer espectáculo y recuerdo que todo el mundo se puso en pie y fue muy emocionante.

–Y ahora llega con 'La magia de Jorge Blass'…

–Es un show donde he aunado todas mis mejores ilusiones y llevo, también, algunas novedades. Es un espectáculo muy íntimo, donde estoy solo en el escenario, que para mí es la esencia de la magia. Es mi favorito porque es donde están mis mejores 'hits' y donde me siento más feliz al presentar lo mejor de mi repertorio.

–¿La mayor pesadilla de un mago es crear la próxima ilusión?

–Durante ese proceso surge un sentimiento de amor y odio porque es emocionante pensar en un truco nuevo, pero se tiene una incertidumbre total de cómo va a funcionar. Y la primera vez que lo presentas al público no tienes ni idea de lo que va a pasar. Hay que saber llevarlo lo mejor posible. En estos momentos estamos en el proceso de crear un nuevo show, cada fase tiene su atractivo y la incertidumbre sólo te la resuelve el público.

–Muy pocos magos se jubilan. ¿Seguirá en activo hasta que el cuerpo aguante?

–Yo creo que sí porque esto es un veneno que llevamos dentro y que no sale. Es mi pasión y, sin duda, el mejor momento es cuando estás delante del público, y es difícil renunciar a ello.

–¿Qué busca Jorge Blass con su profesión?

–Las sensaciones que genera la mágica en el público es lo que me empuja a seguir creando e investigando. La magia no está en el truco ni en el mago sino en la mirada de un espectador ilusionado. Eso es lo más grande.