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Alejandro Chavarri pasea las orejas y el rabo. Manuel Brágimo
Palencia

El limeño Alejandro Chavarri, triunfador de la clase práctica de la Escuela Taurina

La fotógrafa Muriel Feiner recoge una distinción en memoria de su marido, el torero palentino Pedro Giraldo

Carmen Aguado

Palencia

Jueves, 29 de agosto 2024, 00:51

La Escuela Taurina de Palencia ha protagonizado el primer paseíllo de la feria taurina de San Antolín. Al compás del pasodoble 'La Entrada', los novilleros anunciados en el cartel de este miércoles en la Plaza de Toros de Palencia y, también, el resto de los ... alumnos, comparecían durante algo más de media plaza.

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Hasta más de media tarde, el sol y el bochorno hicieron protagonistas a los abanicos y los refrescos con los que el público trató de sobrellevar el calor. Los tendidos, abarrotados en la sombra, denotaban un ambiente festivo en la antesala del inicio del ciclo taurino palentino, que este jueves acogerá la alternativa del hasta ahora también novillero Jarocho.

Tras guardar un minuto de silencio en memoria de Pedro Giraldo, su mujer, Muriel Feiner, recibió una distinción que la fotógrafa recogió en el ruedo entre aplausos. Después, el alumno madrileño Alejandro Rubio fue el encargado de abrir el cartel con una gran disposición demostrada desde el inicio de su actuación.

Con el fin de que el público entrase en calor, el joven realizó diferentes pases con el capote y, tras las banderillas, también con la muleta. Aunque el animal no iba sobrado de fuerza, por el pitón derecho respondió bien. Los primeros aplausos consiguieron la conexión con el público que el torero estaba buscando.

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Tras una tanda de derechazos, la estocada y el posterior descabello dieron muerte al primero de la tarde, que le valió a Rubio una oreja. Tras él, el castellonense Ian Bermejo abrió la faena a porta gayola, aunque no resultó un momento vistoso, ya que el novillo salió bastante despistado y evitó al joven que permanecía esperando de rodillas. A pesar de ello, el público supo valorar la valentía demostrada.

El animal no acompañó a Bermejo, quien trató de sacar lo mejor de este segundo, pero sin éxito, ya que demostraba una gran debilidad en las manos, llegando a caer en varias ocasiones y mostrando serias dificultades para poderse levantar. El de Castellón trató de alargar una faena que acabó sin premio, pero entre aplausos.

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El éxito de la tarde fue para el limeño Alejandro Chavarri, quién cortó dos orejas y el rabo de su novillo. El alumno palentino firmó así la mejor tarde de su carrera, tras una faena que no comenzó demasiado bien, cuando el novillo le arrolló al querer recibirlo también a porta gayola. La disposición del novillero le hizo reponerse de un fuerte revolcón para conseguir seguidamente que la faena cogiese vuelo.

Supo llevar muy bien al novillo con las telas, primero en el capote y después en la muleta, demostrando muy buenas actitudes. El animal consiguió seguir el ritmo que le marcaba el peruano en cada pase, de forma que el percance inicial no le privó de templanza, demostrando así un gran oficio a pesar de su juventud.

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Estocada y muerte que dieron como resultado el máximo premio que Chavarri paseó entre vítores y aplausos de una afición realmente entregada. Llegados a este momento, la tarde era difícil de superar, pero lo intentó Patricia Sacristán con un novillo sin posibilidades ni condiciones que bien había merecido ser devuelto a los corrales.

A pesar de ello, la riojana lo intentó muy animada por el público, quien fue consciente de la dificultad a la que se enfrentaba con este cuarto. Consiguió hilar varios pases seguidos para después darle muerte. Su predisposición fue premiada con una oreja que paseó orgullosa por el ruedo, entre el júbilo de los presentes.

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Aaron Navas fue el encargado de cerrar el cartel con un quinto de buena presentación que fue muy bien llevado por el navarro dejando instantes de calidad y clase que gustaron mucho en la plaza. Con diferentes pases tanto por la izquierda como por la derecha, fue por este último pitón por el que se sintió más cómodo.

Navas demostró que las prisas son solo para los malos toreros e hizo gala de cadencia y delicadeza. El novillo, con fuerza y agarrado al piso, le permitió lucirse con la muleta. A pesar del polvo, que ya se levantaba de forma espectacular al final de la tarde, Navas consiguió dejar su nombre en muy buen lugar. Unas bonitas manoletinas cerraron su faena para después ejecutar de forma perfecta la suerte suprema que le valió dos orejas.

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Tras él, el sexto animal fue lidiado por diferentes miembros de la Escuela Taurina de Palencia, que se sucedieron hasta dar muerte al animal.

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