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José María Díaz Díaz
Jueves, 28 de agosto 2014, 22:21
No obtuvo trofeos y tuvo que conformarse con los saludos. Tampoco estuvo especialmente fino con el acero. Pechó además con el peor lote de la tarde, el primero, rodaba por los suelos a las primeras de cambio, y el cuarto, que prometía, se acabó pronto y no transmitió en ningún momento. Y, sin embargo, David Martín Escudero demostró hechuras de torero, capacidad suficiente para enfrentarse a dos enemigos sosos hasta la extenuación y exprimirles todo lo poco que podían llevar dentro.
En el primero de la tarde, Martín Escudero sufrió un verdadero calvario para lograr mantener en pie a un novillo que comenzó a caerse en el tercio de banderillas. Le fue toreando con mimo, dándole tiempo y espacio, intentándolo con ambas manos y extrayendo algún notable muletazo, principalmente con la izquierda, para rematar con vistosas manoletinas. No culminó con la espada y saludó. En el cuarto, el novillero de Galapagar templó con gusto a la verónica, con lo que se sintió a gusto y brindó al público. Se arrancó por estatuarios, pero pronto el novillo comenzó a pararse. Hizo un ademán de sufrir algún calambre y ya no volvió a pasar con chispa. Aun así, Martín Escudero siguió arrancando muletazos hasta cuajar una faena excesivamente larga, con lo que se llevó un aviso antes de que el toro doblara definitivamente. Saludó.
La mala suerte en el sorteo hizo también que el onubense David de Miranda tuviera que conformarse con dos novillos que no terminaron de romper. Ante el segundo, pronto descubrió que tenía un pitón derecho muy acelerado, por lo que se centró con los naturales, llevando la mano con gusto hasta muy atrás. Paró y templó, intentó el toreo en redondo y se elevó con un elegante trincherazo. No mató bien y su labor fue silenciada.
En el sexto, David de Miranda volvió a demostrar que a pesar de los escasos meses que lleva toreando con picadores tiene una mano izquierda de mucho poso. Larga y pausada, con aseo, sin enganchones. Toreó también en redondo y remató con un pase de pecho que levantó al tendido. Quizá la única ocasión de la tarde en la que verdaderamente se sintió la emoción del toreo del bueno. No dudó al entrar a matar y cortó una oreja que el presidente concedió rápidamente, con muchos espectadores abandonando ya sus localidades.
El tercero en discordia, el joven Heredia, que debutó con caballos precisamente en Palencia el año pasado, no tuvo su tarde. Acelerado en todo momento, no supo sacar tajada a su buen lote. Con el segundo se adornó excesivamente, pero no supo parar su rápida embestida y cerró con un festival de descabellos.
Al quinto le tomó ojeriza tras recibir una fuerte voltereta en el tercio de varas. No se desmonteró con la muleta y su toreo volvió a cobrar un ritmo excesivo.
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