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Adrián García González
Palencia
Viernes, 12 de mayo 2023, 14:22
El Parque Ribera Sur amanecía con las casetas y los escenarios de la ITA listos para recibir a los 12.000 'juerguistas' que iban a dar cita. Las primeras colas eras tímidas, con muy pocos jóvenes a los que parecía que se les habían pegado ... las sabanas y eso sí, con un matrimonio de octogenarios que aguardaba las colas como entrenamiento matutino con dos sillas plegables. Sobre las 9:45 se comenzaba a formar por fin la cola para entrar al evento, con un grupo en primera fila, entre ellos dos jóvenes de Andorra que aprovechaban el evento para regresar a su ciudad tras un año viviendo fuera.
La llegada del primer autobús desde Valladolid sobre las 10:30 horas ha sido clave para comenzar a llenar los alrededores del recinto, mientras la cola comenzaba a contar de verdad con buena afluencia. Los cuerpos de seguridad han comenzado a controlar los accesos para ir adelantando el trabajo una vez se abrieran los accesos, pese a que la organización se demoró más de lo esperado a abrir la veda para que todo el mundo pudiese realizar los controles de acceso para acceder al festival, mientras que la cola comenzaba a llegar hasta la mitad del Paseo de la Julia.
A las 11:15 de la mañana, tras una espera de hacer mezclas, comer el bocadillo o incluso comenzar a beber de las litronas, los primeros 'juerguistas' comenzaron a entrar al Parque Ribera Sur. Los vítores de los primeros palentinos que accedían al recinto se hicieron notar. «Es nuestro sexto año en la ITA y hemos venido a pasar casi dos semanas desde Andorra sólo para disfrutar de la fiesta», reconocían dos de los estudiantes del primer grupo que hacía cola.
Las principales novedades tanto en el recinto como en los alrededores fueron las plataformas instaladas para cruzar el río en los diferentes puntos del parque y el aumento de contenedores en los accesos, doblado en cantidad respecto a otras ediciones.
El escenario principal se iba llenando con la masiva entrada de todos los jóvenes y no tan jóvenes que aguardaban en la cola, ocupándose los primeros sitios junto al escenario durante los primeros quince minutos tras la apertura de puertas. Los controles contaron con varios conflictos por culpa de varias botellas de cristal, con varios grupos viéndose obligados a retrasar su entrada y pasar el contenido a otros recipientes de plástico. La cola para entrar, en vez de decrecer, no cesó de aumentar con el paso de los minutos y sobre todo por las constantes llegadas de los autobuses.
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