Familiares de Virginia Guerrero y Manuela Torres, las dos niñas de Aguilar que desaparecieron el 23 de abril de 1992 cuando regresaban a casa haciendo 'autostop' tras pasar la tarde festiva del Día de Castilla y León en Reinosa, presentaron el pasado jueves un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Palencia después de que el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Cervera de Pisuerga dictase el 9 de junio un auto en el que acordaba el sobreseimiento provisional de las actuaciones en relación con este caso. «Entendemos que el Juzgado de Cervera no tiene muchas ganas de trabajar porque nos parece que aún no se han agotado todas las vías», afirmó este viernes la abogada de los familiares, Carmen Balfagón; acompañada del portavoz de las familias, Ramón Chippirrás; el hermano de Virginia, Emilio Guerrero; y la procuradora Begoña Tejerina.
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«Queremos saber, queremos que la Audiencia Provincial de Palencia sea sensible a nuestras peticiones», argumentó Balfagón. Piden que se reabra la investigación enfocada, principalmente, en tres líneas de investigación, de los que la abogada de la familia se centra principalmente en dos, A y B. La primera, la Línea A, se relaciona con la declaración de una mujer que aseguró haber sufrido un intento de secuestro en 1991 en un Seat 127 en la misma zona que las niñas de Aguilar. Según la abogada de los familiares, «tras casi seis meses de investigación no se sabe de qué color era el coche del supuesto secuestrador».
Sobre la Línea B, «nos quedan muchas lagunas». Balfagón detalló ayer que es sobre la investigación que han pedido más diligencias. El individuo «dice que viaja a Estados Unidos y coincide con momentos posteriores a la desaparición de Virginia y Manuela. Se ha demostrado que esta persona no tenía pasaporte», aseguraba, añadiendo que «con este hecho tan contundente e injustificado, el Juzgado de Cervera entiende que no hay indicios».
Además, la abogada de los familiares de Virginia y Manuela explicó que se ha vuelto a solicitar la puesta en valor de un anónimo que, por dos veces, señaló la mina Fontoria de Reinosa –de magnesita– como lugar donde tendría que buscarse a las niñas. En su momento se inspeccionó, pero el lodo impidió ver el fondo. «¿Tan difícil es drenar una mina de seis metros de diámetro?».
Reclaman que la inspección no cese en la mina Fontoria, ya que la cueva de Cervatos, que se señalaba en un informe de la Guardia Civil de 1993 como el lugar idóneo para ocultar cuerpos, tampoco se llegó a comprobar al no disponer de medios en la época, «pero ahora ya sí».
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«No queremos venganza, solo queremos saber qué ocurrió después de tantos años de incertidumbre», afirmaba este viernes Emilio Guerrero, hermano de Virginia, una de las niñas desaparecidas en Aguilar en 1992. Por este motivo, la abogada de los familiares, Carmen Balfagón, pidió «humanidad» y saber qué ocurrió con Virginia y Manuela hace ya treinta años. «Si alguien tuviera la generosidad de decir que acabó con la vida de ellas y dónde las enterró», incidía, subrayando que el caso ya habría prescrito porque han pasado más de veinte años del mismo. «Solo queremos saber lo que pasó», concluía.
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