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La innovación técnica y la tradición del sector primario se unen en dos cursos sobre esquilado ovino impartidos en el Centro Integrado de Formación Profesional Viñalta. El primero de ellos, enseñó a los alumnos en una jornada de cuatro horas los fundamentos del esquileo, las características de la lana, los equipos y herramientas necesarios para el procedimiento y cómo proporcionar bienestar al animal. Un repaso por el método tradicional de la esquila donde se inmovilizan las extremidades del animal para facilitar al esquilador el proceso. Fue, sin embargo, en la segunda jornada cuando los estudiantes pudieron aprender un método pionero para esquilar al animal. «Es una técnica más rápida y que ocasiona menos traumatismo al animal», adelantaba David Sancho, profesional del esquileo que impartía el curso.
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Este método exige técnica por parte del esquilador puesto que, a diferencia del tradicional, no se atan las extremidades y se sienta al animal a través de movimientos de brazos y piernas controlados por el oficial. «Podríamos decir que es como una técnica de judo porque se tocan ciertos puntos para evitar que la oveja se levante y esté tranquila durante el proceso», añadía Sancho. Aunque se puso en marcha en Australia en los años 60, muchos profesionales desconocían esta técnica que supone mayor bienestar para el animal, y comodidad para el ganadero. «Había esquilado antes, pero sujetando las patas. Esto es una técnica muy útil que permite al trabajador adoptar una postura más relajada», explicaba Isabel Gutiérrez, que estudió en el centro y hoy además de ayudar a sus compañeros en la temporada de esquileo, trabaja en el mantenimiento del ganado vacuno.
Todo un descubrimiento tanto para profesionales como alumnos que no conocían esta técnica y que prometen implementar. «Parece mentira que una profesión tradicional continúe innovando para mejorar el proceso, ahora prefiero este método que inmovilizar a la oveja», comentaba Isabel Gutiérrez. Aunque parece complicado tener la destreza para hacerlo bien, el profesor reconoce que «es como andar en bicicleta, tienes que practicarla, pero luego no es difícil». Aprender este método australiano de esquileo abriría muchas puertas a los estudiantes que reconocen que «en el futuro puede darnos una oportunidad a mayores». Aún más cuando en España no se cuenta con los profesionales suficientes para esquilar a todas las ovejas. «No podemos depender de terceros países para esquilar a los 15 millones de ovejas que tenemos en el país porque aquí nadie sabe hacerlo», apuntaba David Sancho.
Precisamente con la intención de abrir una puerta a las salidas laborales, Irene Matía y Leticia Mored, coordinadoras del curso, se decidieron por esta temática. «Intentamos buscar opciones que sean prácticas y útiles para el futuro de los estudiantes, porque es lo que más nos demandan los propios alumnos», aseguraba Leticia Mored. En la temporada de esquileo, que comienza ahora, permite a los estudiantes buscarse una opción remunerada que pueden compaginar con los estudios. «En vez de ponerse a vendimiar, pueden ponerse a esquilar que está dentro de su sector y es muy probable que les interese más», apuntaba. Aunque es algo puntual en el año, Irene Matía reconoce que «hay una necesidad de gente que sepa esquilar, y encontrar formación es difícil».
Encontrar una opción formativa en medio de esa complejidad para instruirse, hace que cada año este curso cubra todas las plazas. Doce han sido los participantes, y las coordinadoras reconocen que han sido muchos los que se han quedado a las puertas. En esos criterios de selección, toman preferencia las personas que estén en activo, estudiantes y personas en paro que tengan formación en ganadería. «Se prioriza a aquellos que puedan aprovecharlo de forma más inmediata, aunque puede inscribirse al curso cualquiera», añadía Irene Matía. Con esa formación, buscan tener un perfil diferenciador que el día de mañana les facilite encontrar trabajo. «Todo lo que puedan aprender les va a abrir puertas en un futuro», aseguraba la profesora.
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Además, las coordinadoras destacan las amplias oportunidades que ofrece el centro para conseguir una formación de calidad. «Está muy personalizado y tienen la posibilidad de hacer prácticas similares a las de cualquier trabajo en el centro», añadía Matía. La normativa legal dificulta en ocasiones a los alumnos acceder a granjas y poner en práctica las destrezas con el ganado, algo que la profesora lamenta porque «cada vez es más complicado para los alumnos adquirir esas habilidades». Por ello, Viñalta procura exprimir sus oportunidades, aunque no pueden hacerlo como les gustaría. «Se están desaprovechando recursos a nivel formativo porque el complejo Viñalta es único en toda España con esta explotación», apuntaba el director.
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