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«Se me ha terminado el gazpacho. Mañana por la mañana lo tienes, cariño», le dice Bárbara Cabrera a una clienta. Decidió emprender y continuar con un negocio que llevaba 45 años funcionando en la ciudad, en el centro de la misma, en la calle ... Lope de Vega. A Santiago Ruiz ya le había llegado la hora, deseada por muchos, de jubilarse, pero no quería cerrar su negocio, no quería dejar de dar servicio a todos los vecinos de la zona centro después de tantos años y tantos recuerdos. Por eso se puso en contacto con la CEOE Palencia, con la intención de encontrar un emprendedor que continuase con su negocio.
Barbara siempre había trabajado en hostelería y, por circunstancias de la pandemia y las dificultades del sector, se encontró en situación de desempleo. De la mano de Santiago, fue a la a CEOE para pedir asesoramiento en relación a los trámites necesarios para realizar la cesión del negocio, que es donde encontraba una gran dificultad.
«Siempre había trabajado en hostelería y estaba buscando coger un bar, pero me enteré de la oportunidad de la tienda y no me lo pensé», reconoce Bárbara. «Yo no tuve que hacer nada de papeleo, ni de documentos ni nada de eso. Todo lo hicieron ellos, la verdad es que me han ayudado bastante. Aún se pasan de vez en cuando por aquí para preguntarme cómo va todo», agrega.
Abrió su negocio en marzo y, aunque reconoce que el verano es más difícil porque la gente se va a los pueblos y a la playa, está muy contenta. «La verdad es que estoy satisfecha porque la tienda va muy bien, aunque es cierto que estos meses todo es más complicado», reconoce mientras atiende a un cliente. Por este motivo, ha variado el horario de verano de Alimentación Santi porque las rutinas cambian. «Ahora a las cinco de la tarde hace tanto calor que no hay nadie en la calle. ¿Para qué voy a abrir a esa hora?», señala. Ha alargado el turno de mañana hasta las 15 horas y por la tarde empieza a atender a las 18:30 horas, «cuando comienza a haber algo de movimiento».
«Me gusta mucho este negocio porque es mío y puedo atender a mi manera, como soy yo. Los clientes vienen, les doy lo que me piden, nos echamos unas risas y se van. Es completamente distinto al mundo de la hostelería», advierte. La mayoría de los clientes que frecuentan su tienda son personas mayores, que son los vecinos que viven por la zona céntrica de la ciudad. «Me encanta tratar con ellos, son muy dulces y amables. La verdad es que estoy muy cómoda en mi negocio», agrega, después de cuatro meses al mando de su nuevo proyecto empresarial.
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