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Áureo López, sonriente antes de que le saquen sangre. A la derecha, Mari Bilbao, la supervisora de la residencia. NORTE

«O nos engañamos sin saber si tenemos anticuerpos o lo comprobamos»

Mari Bilbao Supervisora en Cevico de la Torre ·

La residencia que recibió la primera vacuna en la región pide una analítica a todos los residentes y trabajadores para comprobar su eficacia

Domingo, 14 de febrero 2021, 12:05

Fueron los primeros de Castilla y León en recibirla. Los primeros en ser inoculados con la esperanza de la normalidad, con el sueño volver a lo de antes, de recuperar esa vida y esas costumbres que tanto añoramos todos. Corría el 27 de diciembre. Sin duda fue el mejor domingo de todo el año pandémico, y el último del fatídico año 2020, para los 82 residentes y los 40 trabajadores del centro Santa Eufemia de la localidad palentina de Cevico de la Torre, que recibieron 122 dosis de la vacuna Pfizer y se convirtieron en el centro mediático al ser los primeros elegidos.

Tres semanas más tarde, exactamente el 17 de enero, volvieron a remangarse, con una sonrisa debajo de la mascarilla, para ponerse la segunda. Por fin, ciclo completado, después de las dos dosis y un tiempo de espera de más de una semana de haber recibido la segunda inoculación.

Las medidas de seguridad para luchar contra la pandemia en un centro de mayores en el que no ha dado positivo ni uno de los usuarios no han variado. Siguen las mismas normas restrictivas para evitar cualquier contagio, cualquier síntoma de la covid-19, que todos estos largos meses se ha mantenido de puertas para afuera, sin lograr penetrar en su hogar.

«O nos engañamos todos sin saber si realmente tenemos anticuerpos o lo comprobamos», señala la supervisora Mari Bilbao, que fue la segunda persona en Castilla y León en vacunarse por detrás del palentino Áureo López, de 88 años.

«Si tenemos, podemos darles un poco de espacio a los residentes y dejarles ir de paseo, con su mascarilla, claro, pero podrían entrar y salir cuando quisieran»

Por este motivo, para comprobarlo y tener la absoluta seguridad, hace dos días, el viernes, hicieron una analítica, encargada por la propia residencia a un laboratorio de Madrid, a cada uno de las 120 personas que conforman el centro, entre los 80 residentes -un matrimonio ha vuelto a su casa- y los 40 trabajadores. El centro de la capital es el encargado de buscar los anticuerpos en su sangre, de no romper la esperanza de toda la población, tan necesitada de buenas noticias y de abrazos. «Esperemos tener todos, de verdad que sí. Es que como no tengamos, sería un engaño y se perdería toda esperanza», añade Bilbao.

A principios de la próxima semana tendrán los resultados. Mientras cruzan todos los dedos en esa tensa espera para que la vacuna haga efecto, en todos y cada uno de los inoculados, y les haya creado anticuerpos, el mejor escudo contra el coronavirus.

«Si tenemos, podemos darles un poco de espacio a los residentes y dejarles ir de paseo, con su mascarilla, claro, pero podrían entrar y salir cuando quisieran», argumenta. Por fin, Áureo y el resto de sus compañeros podrían salir a caminar, a respirar aire fresco, a recuperar un poco de libertad y también, por qué no, de normalidad. Por fin se vería la luz al final del túnel.

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