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Arcángel, cantaor y compositor
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Arcángel, cantaor y compositor
«Me encasillan en la fusión, pero Arcángel es sinónimo de libertad expresiva»Jose Rojo
Palencia
Jueves, 15 de febrero 2024, 00:20
Francisco José Arcángel Ramos, que utiliza su inusual y peculiar primer apellido de nombre artístico, nació en Huelva (25 de marzo de 1977), «pero los fines de semana de mis primeros 18 años de vida los eché en Alonso, el pueblo de mis padres, ya ... fallecidos». No está acostumbrado a que le llamen por su nombre de pila –sólo lo hacían sus progenitores–, ya que de niño en el colegio sus compañeros ya le decían 'Arcángel', y si ahora alguien se dirige a él como Francisco José, no atiende porque no se reconoce en él. Este cantaor y compositor onubense no es gitano y tampoco procede de una familia flamenca, pero ha logrado hacerse un hueco entre las figuras actuales de este arte. Suma ocho trabajos discográficos: 'Arcángel' (2001); 'La calle perdía' (2004); 'Ropa vieja' (2006); 'El Quijote de los sueños' (2011); 'Las idas y las vueltas' (2012), con la Accademia del Piacere y Fahmi Alqhai; 'Tablao' (2015); 'Al este del cante', con el Coro Las Nuevas Voces Búlgaras dirigido por Georgi Petkov (2018); y 'Hereje' (2023). Arcángel demostrará su poderío vocal sobre las tablas del coliseo municipal de la capital palentina este viernes 16 (20:30 horas) en el marco de la quinta edición de las Noches Flamencas del Principal.
–¿Cuándo le empezó a atrapar el flamenco?
–En mi casa el flamenco no era usual escucharlo ni cantarlo. De pequeño escuchaba canciones de Juanito Valderrama que ponía mi padre, pero no la parte flamenca, sino la copla. Me gustaba cantar y estar en contacto con la música hasta que un vecino de mis padres les dijo que me veía con habilidades para cantar y les animó a presentarme a un concurso de fandango de Huelva, que a día de hoy se sigue organizando. Tenía nueve años y obtuve el segundo premio. A partir de ahí, fui incrementando mi inquietud por la música y fue mi pistoletazo de salida.
–Presentó por primera vez su cante con quince años, pero hasta los veintiuno no empezaron a reconocer su maestría.
–Hubo un proceso. Con 15 años empecé a interesarme por el mundo del flamenco y comencé a cantar para el baile. Y en la Bienal de Sevilla de 1998 caen en la cuenta de que hay un chaval de Huelva que está intentando hacerse un hueco al participar en ocho o nueve espectáculos como acompañante y me hice notar. A partir de ahí comenzó mi despegue.
–¿Fue en ese momento cuando se percató de que su carrera estaba ya encarrilada y que no se iba a apear de ella?
–En ese momento, con 21 años, tenía ya más claro que me iba a dedicarme profesionalmente a esto, sin saber el nivel al que llegaría, porque llevaba desde los 17 años acompañando a Mario Mayo, Eva Yerbabuena, Javier Barón, Carmen Linares o Vicente Amigo, con el que he participado en su penúltimo disco, porque creo que está a punto de sacar el último. En fin, ya estaba en esa rampa de salida. Sin darme cuenta la vida me colocó ahí y no sabía a dónde iba a llegar y ni ahora mismo lo sé.
–¿No le imponía acompañar a esas figuras del flamenco?
–Yo siempre he tenido mucho respeto por todos, pero nunca he sentido miedo. El respeto y la admiración por todos los artistas hay que tenerlo siempre y puedes sentir nervios, pero miedo nunca porque yo siempre he puesto el 150 por ciento de mí en todo lo que he hecho y en todo lo que hago. Esas experiencias me sirvieron para crecerme, no con afán de demostrar nada, sino para convencer a mí mismo de que podía hacerme un hueco en el flamenco. Y qué puedo decir de ellos si son gente que ya han marcado la historia de este arte; poseen una calidad y una sensibilidad tremenda. Darse un paseíto por ellos es alimento para el alma.
–¿Usted canta tradición o vanguardia?
–Ambas cosas. No veo por qué hay que elegir una de ellas. Yo siento mucho respeto por lo 'jondo' y no se puede acceder a la vanguardia si no se tiene un conocimiento profundo de la tradición. Creo que el peso del producto queda en entredicho cuando el único argumento es que se controla un poquito de esto y un poquito de lo otro, porque cuando rascas más profundo, hay un hueco tremendo.
–¿Arcángel es sinónimo de fusión?
–Me encasillan ahí, que no me molesta en absoluto, pero yo soy sinónimo de libertad expresiva. Tanto llevando a cabo un repertorio tradicional como uno menos convencional yo me instalo en la libertad expresiva con todos mis respetos a la tradición y con la rigurosidad de que uno conoce su oficio. Guste más o menos, todo lo hago desde la base del conocimiento.
–¿Tiene ídolos?
–¡Claro! Gente como Caracol, Marchena, Enrique Morente, Camarón o Carmen Linares han sido determinantes en mi carrera y en la forma de entender el flamenco. Y gente de ahora, como Miguel Poveda o Estrella Morente, que son santo y seña de este arte.
–¿Cómo definiría su cante?, ¿qué aporta al flamenco?
–¡Buah! Eso lo tendrían que decir otros. Yo intento cantar con mi voz natural. Quizás mi voz no entra en los cánones de la última estética flamenca, que son más 'basadas', pero tampoco hago ningún esfuerzo por intentar parecerme a eso; yo canto con las armas que tengo.
–De sus discos editados, ¿con cuál se identifica más?
–Con cada uno de ellos. Creo que todos tienen mucho de mí, aunque volvería a grabarlos todos de principio a fin, cambiaría el contenido entero de cada uno de ellos. A los que nos dedicamos a esto nos cuesta mucho encarcelar una obra y con la revisión de los años cambiaría muchas cosas; trataría los temas de una forma diferente, aunque me identifico con todos porque cada uno cuenta un momento concreto que uno atraviesa e intenta plasmarlo con la mayor realidad posible.
–'Tablao' (2015) es el que ha recibido más alabanzas. De él dijeron que contenía arte puro.
–Es un disco del que estoy muy contento. La pureza en el arte la entiendo no sólo como ligada a la tradición, sino al origen y a la verdad de cada uno. Cuando uno está más desnudo o desprovisto de cortapisas y armaduras, el arte es puro. Parto de la base de lo puro puro no existe. Todo es una mezcla de todo y todo es una consecuencia de todo. El arte puro es poner sobre la mesa todo lo que uno es sin temor a nada, aunque eso no se equipara con ser mejor, sino que es una cualidad más. Con el paso del tiempo la música evoluciona inexorablemente, al igual que las personas, al ampliar conocimientos, y eso tiene una consecuencia con la música que uno hace.
–En su último disco, 'Hereje' (2023), canta letras firmadas por Juanes, Andrés Calamaro, Vetusta Morla, Leiva, Vanesa Martín, Rozalén, Santiago Auserón, Soleá Morente y Benjamín Prado. ¿Ha sido su apuesta más arriesgada?
–Yo no considero que sea un producto más arriesgado; se ha realizado en muchas ocasiones. Lo que he hecho diferente es el viaje en cuanto al diálogo que yo quería mantener cada uno de los géneros musicales que se abordan. En otros discos, como 'Las idas y las vueltas' o 'Al este del cante', pretendía que los géneros musicales con los que intentaba dialogar viajaran al flamenco, mientras que en 'Hereje' pongo flamenco al pop-rock y a la música indie. Es iniciar una búsqueda que nunca se sabe dónde te puede llevar, pero no es un riesgo suicida, sino controlado.
–Cuando salió a venta este disco usted se declaró «hereje, intruso y traidor» del flamenco, del pop-rock y del indie.
–(Risas). Supongo que me considerarán hereje en todos esos bandos. Hoy en día, es muy difícil escapar de la herejía. Vivimos en la era de la información y de la cohesión, pero los seres humanos buscamos más la confrontación y la separación entre nosotros. Estamos demasiado polarizados, crispados y con tantas ganas de que nuestra verdad se la que impere que estamos perdiendo las perspectivas de las cosas.
–Ha paseado su arte por teatros y certámenes de la talla del Carnegie Hall (Nueva York), Teatro Real y Auditorio Nacional de Música (Madrid), Fundación Gulbenkian (Lisboa), las Bienales de Flamenco de Sevilla, Roma y Países Bajos y festivales franceses referentes del flamenco, entre otros escenarios. ¿De qué concierto está más orgulloso?
–Del que me sentí cantando mejor ese día (risas). ¿Y de qué día? Pues no lo sé. Me encantan las giras internacionales porque me gusta mucho visitar otros países y conocer otras culturas. Soy persona curiosa y me gusta analizar cómo la gente nos ve y reacciona con la música que le mostramos.
–¿Ha dado el salto a Oriente?
–Sí, he estado en Japón y en Filipinas. Los japoneses son muy amantes del flamenco. Es un país adorable; he estado en cuatro ocasiones y estoy deseando volver. Y el teatro en el que tengo más ganas de actuar es en el Arriaga de Bilbao; es un teatro que tengo idealizado.
–Es profeta en su tierra. Le han concedido la Medalla de Oro de Andalucía en 2017 y, al año siguiente, la de la provincia de Huelva. Orgulloso de que le jaleen en su tierra?
–Siento el cariño de la gente de mi tierra y me siento profeta en ella, aunque en Andalucía no me he prodigado mucho artísticamente porque no me llaman y no he podido tener una comunión profunda con el público de mi tierra; son cosas que pasan.
–¿Qué espectáculo presentará en el Teatro Principal de Palencia?
–Pues como a mí me gusta hacer las cosas: partiendo de la tradición un poquito más a la vanguardia. El concierto es de una hora y veinte aproximadamente y contendrá un repertorio un poco tradicional pero dejando volar la imaginación. Me acompañarán Miguel Ángel Cortés a la guitarra y los hermanos Antonio y Manuel Saavedra a las palmas y que usan el seudónimo 'Los Mellis', aunque son gemelos. Esperamos dejar un buen sabor de boca, que para eso vamos.
–¿Qué música suele escuchar Arcángel?
–Eminente flamenco, pero me gusta la música clásica, el pop y algunos grupos de rock de toda la vida: Queen, The Police y en consecuencia Sting, Michael Jackson, Stevie Wonder. El último concierto al que he asistido ha sido la ópera 'Tristán e Isolda' en el Teatro de la Maestranza de Sevilla.
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