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Se vende cabeza tractora, año 2006», publica una página de Facebook. El morro del camión mira al usuario, mudo, rojo, tatuado en las orejas de ... sus puertas. Es un recuerdo con ruedas de las fiestas de pueblos que ha llevado a sus espaldas, de verbenas a ritmo de La Gasolina, pasodobles y reguetón del momento. En las naves, cogen polvo focos y equipos. También hinchables, carrozas y atracciones de feria. Es febrero de 2021, y muchas orquestas y empresas de espectáculos de Castilla y León no pueden aguantar el peso de este último año: denuncian que llevan desde octubre de 2019 sin facturar. El sentir general acusa un abandono institucional, pero también la incomprensión de la sociedad, que les echa en cara que «no estamos para fiestas», sin pensar que eso sentencia a todo un sector cultural y artístico, concreta el propietario de Espectáculos San Millán, José Antonio San Millán. Los bailarines, músicos, técnicos de sonido y promotores supervivientes, ante las cancelaciones y la falta de subvenciones, piden trabajo y previsión para esta próxima temporada, con la esperanza de poder ofrecer propuestas adaptadas.
Se saben los más perjudicados porque son negocios «de temporada», resalta Rafael Paniagua, al frente de Señor P Producciones, y además se organizan a largo plazo. Calculan que desde marzo han recaudado aproximadamente entre un 2% y un 5% de la caja de otros años. «Vivimos cada día con incertidumbre, salen nuevas normas cada poco y nosotros deberíamos estar vendiendo espectáculos desde noviembre», pone de relieve. Paniagua advierte de que existe la impresión de que los productores ganan mucho dinero, pero en realidad, con la inversión en infraestructuras, los impuestos o los pagos a los trabajadores –de él dependen al menos 10 o 12–, los márgenes son estrechos.
Esperan a que la pandemia evolucione, pero los gastos corren. «Algunos músicos nos piden que empecemos a hablar con los ayuntamientos, pero con la tasa de contagios y los muertos que hay ahora mismo, no podemos planificarlo aún», razona con resignación Jesús Lobejón, de Arpalencia. Su empresa puede llegar a contar con más de 60 personas, pues además de vehículos y orquestas como Flamingo, Jaque Mate y Seducción, Lobejón maneja medio centenar de castillos hinchables y 70 recreativos eléctricos, entre toros mecánicos y otros inventos.
Las suspensiones a las que ha forzado la covid vapulean especialmente a los músicos. «Son la materia prima de todo esto y algunos lo están pasando fatal», defiende Jesús Lobejón. «Por sistema están obligados a figurar dentro de un régimen especial, en el que cobran por días trabajados, pero no pueden estar dados de alta como autónomos, ni contratados por meses», explica. Muchos se han reconvertido en repartidores o en comerciales para esperar a que amaine la tormenta.
La palentina Lorena Rodríguez, cantante de la orquesta Lokura, trabaja ahora en un supermercado y si «sale algo» a corto o a medio plazo, intentaría compatibilizarlo. Sin embargo, se mantiene escéptica: «Este año prefiero no hacerme ilusiones, por si acaso», reconoce. Cuenta que algunos amigos han tenido que vender sus equipos para pagar el alquiler. Su agrupación, que cuenta también con miembros de Zaragoza o de Madrid, tiene 350.000 euros «invertidos y parados» y su día a día pasa «sin certidumbres y sin ayudas». «No hemos recibido ninguna ayuda, las de agosto no salieron y las únicas que ha habido pedían requisitos absurdos», sentencia.
Ella canta profesionalmente y por vocación desde los 17 años, y con la orquesta llevaba tres, con compañeros que acumulan rodaje como bailarines, gestores o técnicos. «Desde el escenario es increíble ver a la gente bailar y disfrutar con lo que llevas preparando todo el invierno», se sincera. ¿Y si los ayuntamientos se deciden a contratar en mayo? Duda unos instantes, ante la posibilidad de ensayos a contrarreloj. «Una verbena puede durar cinco horas, tendría que ser algo mucho más sencillo, o más corto, para que nos diese tiempo a prepararlo bien», manifiesta.
«El miedo es fundamentado, pero yo tengo mucha esperanza en que el panorama mejore y esto vuelva pronto, aunque sea con menos tiempo de preparación. Esperemos que los alcaldes se animen a preparar algo, aunque sea en formato pequeño», añade.
José Antonio San Millán, por su parte, mueve dos orquestas, Fórmula y La Resistencia, lo que implica 63 trabajadores y una flota de 10 camiones, 4 furgonetas y 3 coches. La llegada del coronavirus dio al traste con sus planes de montar una tercera orquesta. Además, repasa preocupaciones como que los empleados que trabajaban con régimen especial (por día trabajado) no pueden ni acogerse al ERTE; o que el frío, la humedad y la quietud le costarán «unos 7.000 euros de inversión solo en baterías» para poner a punto los vehículos. «Ya estábamos preocupados y ahora, disgustados», expresa Tinín Ramos, de Global Producciones. Dirige una de las productoras más potentes de Palencia, con 33 personas, siete vehículos y equipaciones que languidecen y se desfasan rápidamente. «La tecnología en nuestro sector se vuelve muy exigente», suspira.
En marzo, para hacer frente común, San Millán fundó junto a otros compañeros la Asociación Española de Agencias y Profesionales del Espectáculo (Acople), y también forma parte de su junta directiva, pero asevera que las reuniones a todos los niveles se han quedado en «agua de borrajas». «El verano pasado, sin directrices superiores que indicasen otra cosa, en Castilla y León nos anularon todos los contratos, y si no se toman medidas tendremos dos problemas muy graves; la pérdida de capital humano, que a la fuerza se está marchando a otros sectores, y una importante problemática financiera, a raíz de los préstamos ICO, porque pensamos en un año, pero vamos a dos», urge.
Al finalizar agosto, la Junta de Castilla y león prometió dos líneas de ayuda para feriantes y promotores de orquesta, así como para industrias culturales y creativas. Sin embargo, los afectados alegan que no las han podido cobrar o bien que no han encontrado alivio en ellas. «Las ayudas tenían un tope máximo de 1.600 euros repartidos a lo largo de seis meses, para los gastos que tenemos, es ridículo», concreta Paniagua, que avisa de que hay empresas que si no ingresan deberán miles de euros en unos meses. «Un dinerillo de aquí y de allá se agradece, pero no nos soluciona nada, necesitamos contratos», insiste Lobejón.
La dificultad de prever la situación de aquí a unos meses magnifica su problema. Y sobre todo, el miedo. El «miedo político» de sus clientes directos, los ayuntamientos, pero también el de los asistentes a los espectáculos, a pesar de que la práctica totalidad de los eventos se realizan al aire libre. «En cuanto sacamos un cartel de cualquier evento en redes, la gente salta sin atender a protocolos», remacha Paniagua. «Se nos estigmatiza, se nos quiere cuando se nos quiere», agrega. «Los clientes están deseosos de organizar cosas porque una fiesta mueve a muchos sectores productivos, pero nadie se atreve a asumir responsabilidades», señala Ramos.
Cultura popular
El productor de Global agrega que ellos se adaptan rápido, pero que ahora mismo no hay horizonte para el que prepararse. «Nosotros creamos cultura popular con eventos en vivo, guitarra clásica, magos o música folk, pero sin previsión. Cuando se tomen las decisiones sobre qué se quiere hacer, tendremos un problema grave de personal en las agrupaciones, porque habrán tenido que ponerse a trabajar de cualquier otra cosa», resuelve. Además, entre los empresarios aflora la incomodidad: se quejan de que los ayuntamientos no siempre cuentan con las empresas palentinas.
«Una empresa necesita capital, pero además, en una situación así, es importante que se recurra primero a compañías locales para las contrataciones», indica Ramos.
«Pedimos que las administraciones apuesten por un plan de reactivación para esta temporada», apremia San Millán. Otras autonomías están subvencionando a sus orquestas y eso dificulta aún más mantener la competitividad, así que muchas empresas han empezado a diseñar tributos y formatos adaptados a los tiempos.
Espectáculos San Millán, adelanta, se centrará en ofrecer un espectáculo alrededor de bandas sonoras de cine, en el que ellos se encargan de proporcionar «sillas, cerramientos, protocolo...», resume. El último verano, en Global Producciones apostaron por una fórmula mixta: directos limitados, pero con emisión en 'streaming' (en vivo, pero a través de Internet). «Mover la economía pasa porque los ayuntamientos ejecuten presupuestos y se cierren contratos de opciones seguras, y no tanto un par de macroconciertos que acaben en contagios», opina San Millán.
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