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Beatriz Rivera, de 35 años, es una de las muchas palentinas que tuvo que salir de su tierra para poder trabajar como sanitaria. En marzo cumplirá ocho años asentada en Múnich, donde trabaja como enfermera en el quirófano de Urología en el Hospital MRI Klinikum recht der Isar TU München, donde ha vivido también la pandemia en primera línea. «En Alemania se separan las especialidades también en el quirófano, pero cuando llegó la primera ola nos movieron porque aquí falta mucho personal sanitario. A los que trabajamos en quirófano nos dieron a elegir entre trabajar en intensivos o con los servicios de anestesia. Durante dos semanas se redujeron las operaciones y solo se intervenían los pacientes de urgencia», afirma esta palentina, que aunque convive con la pandemia en primera línea reconoce que en el hospital donde trabaja «afortunadamente no hemos llegado a estar desbordados». La última vez que visitó su casa fue en la pasada Navidad, un viaje corto después de un largo año sin pisar Palencia. «Comenzaba unas vacaciones en 2020 justo cuando se declaró el estado de alarma en España, por lo que cambié mis planes al cerrarse las fronteras. Luego en verano ya había vuelos, pero decidí que la situación no estaba para viajar», reconoce.
También pensó en venir a principios de diciembre, pero justo se contagió y tuvo que posponerlo de nuevo. «Empezó todo como un resfriado, pero lo pasé muy mal. Estuve cuatro días pensando que no podía quedarme en casa, que tenía que ir al hospital. Casi no podía respirar, tosía mucho, perdí el gusto y el olfato a los tres días, no es ninguna tontería», relata Beatriz Rivera, que relaciona las fechas de su infección con el uso de la mascarilla quirúrgica, ya que después de pasar la enfermedad se impuso por orden gubernamental la FFP2, «y yo me contagié en el impás del cambio a la obligatoria».
Actualmente la situación epidemiológica está mejor en su país de acogida, que desde el pasado mes de diciembre ha impuesto unas restricciones importantes. «Actualmente está todo cerrado, solo están abiertos los supermercados o las farmacias, lugares considerados de primera necesidad. Además hasta el día 15 de febrero hemos tenido toque de queda desde las 22:00 hasta las 5:00 horas, con lo que si teníamos que trabajar dentro de ese horario necesitábamos un salvoconducto parecido a España», explica Beatriz, que por el momento no se plantea regresar a Palencia. «Tal y como están las cosas, no creo que vaya en una temporada. Afortunadamente mi familia está bien y podemos seguir contactando a través de videollamadas. Pude verles en navidades una vez que pasé la enfermedad y de momento no pienso en ir. Es más, este año no quiero planificar nada», confiesa.
Pese a cumplir con las normas con escrúpulo en el país germano, Beatriz Rivera reconoce que comienza a haber un cierto hartazgo social. «La gente está ya cansada. Podemos salir a hacer deporte aunque los gimnasios están cerrados o salir a dar un paseo con los niños, aunque solo puede hacerlo una persona adulta, y siempre con la mascarilla», explica. Porque desde el pasado 1 de diciembre, el gobierno alemán implantó como obligatoria la mascarilla FFP2. «Coincidió con la subida de los casos, con lo que la gente empezó a usar esta mascarilla por voluntad propia por miedo a los contagios», afirma.
También Beatriz destaca que durante los últimos meses, más bien durante el último año, ha sufrido como el resto de sus compañeros del ámbito sanitario en todo el mundo una gran carga de trabajo. «Hemos tenido mucho estrés por la falta de personal. No nos sirve de nada tener cinco respiradores si solo tenemos a una enfermera. Nos han tenido que mover de otros servicios para poder ayudar porque no hay plantilla suficiente. Siempre se ha necesitado gente, sobre todo en enfermería, pero esta última ola ha sido catastrófica».
En cuanto a la vacunación, Beatriz es consciente que de momento no puede vacunarse porque han pasado solo dos meses desde que se infectara. «La vacunación comenzó el 27 de diciembre y se administra en los hospitales y residencias de la zona bávara. Yo no estoy vacunada porque me infecté, y nos han dicho que tenemos que esperar para poder vacunarnos», concluye Beatriz Rivera con la esperanza también puesta en que la inmunización. Quiere que sea el billete de vuelo para regresar a Palencia a ver a sus familiares y amigos.
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