La EBAU arranca en Palencia entre desinfecciones y distanciamiento

Más de tres bolígrafos azules y negros podían verse en los pupitres de los más de 700 jóvenes palentinos que este miércoles empezaron la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU). Esta vez no valía preguntar al compañero de al lado 'déjame uno por si me quedo sin tinta' antes del examen. Cero contacto, o eso es lo que se pretendía. Así que más valía prevenir con una ristra de 'Bics' ante cualquier imprevisto. A eso se sumaba la mascarilla y el DNI, material imprescindible para acceder a las instalaciones del campus de La Yutera o al Alonso Berruguete. Fuera de las aulas la historia era diferente.

Ya a las 8:00 horas se palpaban los nervios. Había alguno que no había conciliado el sueño por la tensión, otros que aprovecharon para repasar durante la última noche y los que comentaban el adiós liguero del Barça tras empatar el día anterior con el Atlético de Madrid.

A partir de ahí, las novedades organizativas trabajadas durante los últimos meses por la comunidad educativa. Esto propició que los pasillos no se poblaran de jóvenes a punto de conocer las opciones del examen de Lengua Castellana y Literatura, pues en los aledaños, carteles identificativos con el nombre de los centros, agrupaban a los alumnos para entrar a las aulas ordenados por centros y de manera alfabética. Nada de cruzarse con otro joven. La logística era tan precisa que cada grupo tenía su ruta de acceso hasta su pupitre, el mismo que utilizaron durante toda la jornada. Dentro de la clase, con una distancia como mínimo de 1,5 metros entre cada persona, los tacos de folios con las preguntas asomaban sobre la mesa del controlador. Muchos esperaban que entre las opciones se encontrara el 'Modernismo y la Generación del 98' y lo festejaron. Era una lección impartida presencialmente al inicio del curso y eso pesaba. «Era el tema que esperábamos. Se han portado bien», aseguraban muchos jóvenes en el IES Alonso Berruguete al término de la prueba con su mochila en una bolsa de plástico al no poder tocar esta el resto de los elementos de las aulas.

Fue completar la teoría y el comentario de texto y los alumnos salieron otra vez a su punto de encuentro, ya que en el interior del aula el personal de limpieza completaba la desinfección de todo lo tocado. Mesas, sillas, pomos... «Ya nos hemos quitado la presión inicial», recalcaba un futuro universitario mientras apuraba un 'kit-kat'.

En La Yutera, a la espera de acceder al centro, los alumnos buscaban la sombra. Aquí no había punto de encuentro que se respetase por las altas temperaturas que arrojaban los termómetros sobre las 11:00 horas. Momentos para repasar, pero también para desconectar. Como lo hacían Mateo Catalán, Álvaro Bueno e Ismael Mahamud, que habían madrugado al viajar desde Aguilar y Herrera de Pisuerga.

En el campus universitario, las aulas se habían reducido en espacios de entre 8 y 35 personas y la entrada al recinto se convertía en un perfecto encaje de bolillos.