Palencia

Dulces de clausura y recetas centenarias en el Seminario Mayor

Un año más, y ya van ocho, se celebra esta cita con la elaboración artesanal y con las recetas centenarias de los conventos y monasterios de Palencia de vida contemplativa. Todo comenzó en 2016 (solo se suspendió en 2020 por la pandemia) y partió del obispo Manuel Herrero, que ideó la forma de que se mostrasen estos productos a los palentinos y así, también, ayudar a su venta. Jubilado ya por el Vaticano desde enero de este mismo año, esta es la primera edición a la que no ha asistido de todas las que se han celebrado ya. Pensó en venir desde Santander, donde vive actualmente, pero por los anuncios de temporal de nieve decidió finalmente no viajar.

Turrones, mazapanes, amarguillos, bombones, magdalenas, pastas de té o rosquillas endulzaban toda la estancia, que también contaba con nacimientos, flores de pascua o espumillones de colores para adornar los puestos y para anunciar la cercanía ya a la Navidad. Las Dominicas de la capital, las Brígidas de Paredes de Nava, las Clarisas de Calabazanos, de Carrión de los Condes y de Astudillo, junto con las Carmelitas Descalzas, también de Carrión, venden sus productos hasta este domingo, con horario de mañana y tarde (11 a 14 horas y 17 a 20:30 horas).

«Esta feria es muy importante, es un encuentro con el resto de hermanas y es nuestra oportunidad de mostrar nuestros dulces a la gente que no se puede acercar al monasterio a comprarlos», señala sor Irene, de las Brígidas de Paredes de Nava. «Siempre nos preguntan dónde vendemos las cañas», continúa.

Las cañas rellenas de crema es su producto estrella, aunque va ganando adeptos la flor de santa brígida, que solo tiene azúcar, nata y almendras. «Ese fue el producto nuevo que creamos el año pasado para presentar en Dulzura en Clausura. Este año hemos ideado la espiga de campos, con hojaldre, cabello de ángel, crema, nuez y pasas. Siempre nos gusta traer algo nuevo», añade.

«Las magdalenas nos las quitan de las manos», reconocen, por su parte, Pilar Tartilán y Rosario Ibáñez, sobrinas de varias hermanas de las Clarisas de Astudillo y que se encargan de vender sus productos en esta feria. «Es muy importante mostrar su labor y que se vea su trabajo, que también es su fuente de ingresos. Además, ellas están deseando de hacer llegar a los palentinos los dulces que hacen con tanto amor», agregan.

Puede que las magdalenas se las quitasen de las manos, pero los turrones, los polvorones, los mazapanes o las trufas, también, ya que son los productos más típicos de estas fechas y que más suelen demandar los clientes. «Está todo recién hecho», concluyen.