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Manuel Antonio Rodrigues Sousa y Aurora Martín Moreno, en el establecimiento de Bigar Centro. Manuel Brágimo

El Duke se despide para siempre de Palencia

Manuel Antonio Rodrigues, que llegó a la ciudad en 1987 de la mano de Antonio Primo, cierra el restaurante de Bigar Centro que ha regentado tres décadas

Jose Rojo

Domingo, 21 de mayo 2023, 01:07

Nació en 1965 y se crió en pleno parque natural de la Sierra de la Estrella, la mayor área protegida de Portugal, concretamente en la pedanía de Mizarela, perteneciente al municipio de Guarda, lugar donde Manuel Antonio Rodrigues Sousa estudió cocina y empezó a trabajar ... de camarero en uno de sus restaurantes. Uno de los clientes del establecimiento en el que Sousa atendía la barra y las mesas, el célebre empresario hostelero palentino Antonio Primo –propietario de los Hoteles Suco, presidente de la CPOE (Confederación Palentina de Organizaciones Empresariales) entre 1994 y 2014 y fallecido en 2019 a los 86 años–, le ofreció un contrato para trabajar en el hotel Castilla Vieja de Palencia, uno de los cinco pilares de su sello hotelero. Y Manuel Antonio no se lo pensó dos veces. Dejó su patria y en 1987 se plantó en la capital del Carrión para formar parte de la plantilla del céntrico hotel, donde demostró sus dotes profesionales durante seis años hasta que el 5 de mayo de 1993 decidió proseguir su carrera en la hostelería, pero ya como autónomo, en un local aledaño al Castilla Vieja que había colgado el cartel de 'Se traspasa', el bar Duke, ubicado en Bigar Centro y que dirigía entonces Antonio Duque.

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Manolo, como se le conoce en Palencia, mantuvo el nombre del negocio y puso en marcha el servicio de restaurante usando la minicocina con que ya contaba el establecimiento, aunque él siguió ejerciendo como camarero hasta que optó por ponerse al frente de los fogones quince años después de emprender esta aventura empresarial. A los tres años de abrir el negocio, encontró al amor de su vida, Aurora Martín, natural de Santibáñez de Resoba y clienta habitual, con la que lleva conviviendo 27 años y que aportó a la pareja tres hijos que él considera propios. Ella ha sido desde entonces la administradora de la sociedad a cuyo nombre está el restaurante que fue adquirido en 2000 y que fue sometido a una reforma integral entre los años 2001 y 2002.

El local pasará ahora a manos de la organización agraria Asaja para que instale allí nuevas oficinas

Romay, Lejarreta, Rubén Baraja o Pablo Carbonell son algunos de los rostros conocidos que han pasado por el Duke

A lo largo de estos 30 años de trayectoria, el Duke se ha forjado un merecido reconocimiento dentro de la gastronomía local, llegando a servir, tras la remodelación del local, cerca de 80 menús al día durante los años anteriores a la crisis de la construcción de 2008; posteriormente, la media de comidas diarias se rebajó a la mitad. El cocido de los jueves ha sido, sin duda, una de las propuestas más solicitadas por los clientes, pero del conjunto de elaboraciones de incuestionable factura de este restaurante sobresalen las distintas modalidades del bacalao –guiso estrella de la cocina portuguesa–, versiones que también se enumeran en su apreciada carta. De su catálogo gastronómico los comensales han apostado con frecuencia por su suculento chuletón, amén de otros platos en los que priman tanto la calidad de las materias primas, procedentes preferiblemente de la provincia palentina, como la excelencia a la hora de tratarlas. De ahí que entre sus ilustres clientes figuren los exdeportistas Fernando Romay y Marino Lejarreta; el actual entrenador del Valencia CF, Rubén Baraja; el actor, cantante y humorista Pablo Carbonell y, por supuesto, esa clientela fiel que les ha visitado día tras día.

Después de tres décadas regentando el Duke, que en la actualidad cuenta con una plantilla de cinco empleados, Manolo y Aurora ya han puesto fecha de caducidad a su negocio, que se produjo en la noche de ayer después de atender su última reserva: una primera comunión que había contratado los servicios de comida y cena.

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«Llevamos 30 años en un sector que conlleva muchos sacrificios, estamos cansados de trabajar como autónomos y hemos recibido una buena oferta de compra por el local. Hemos tenido el honor de servir a los palentinos a lo lo largo de este tiempo y nos sentimos orgullosos de haber dejado una huella en la vida de quienes nos han visitado. Hemos sido parte de celebraciones importantes, de reuniones familiares, de encuentros especiales y de comidas de negocios, y hemos tenido la fortuna de compartir momentos inolvidables con nuestros clientes y amigos. Siempre hemos dicho que lo mejor de nuestro restaurante ha sido la clientela», detallan con nostalgia los copropietarios del Duke, local que pasará a manos de la organización agraria Asaja. «Nos enorgullece pensar que nuestro querido espacio se convertirá en un punto de encuentro importante para la comunidad agrícola y que seguirá siendo un referente de servicio y calidad en Palencia», afirman al respecto.

Decisión madurada

La escasez de personal en el sector de la hostelería y la inseguridad en el rumbo de este tipo de negocios ante el constante incremento del coste de las materias primas, con la consiguiente repercusión en el bolsillo de los ciudadanos de a pie, han sido determinantes para que los dueños del Duke adoptasen la madurada decisión de cerrar las puertas de su bar-restaurante. A pesar de que Manolo reconozca que el año pasado fue el de mayor facturación de la historia del establecimiento. Un registro económico a simple vista positivo, pero que, en su opinión, no se tradujo en la obtención de más beneficios con respecto a años anteriores como consecuencia de esa continua subida del valor de los productos y de su obcecada decisión de no aumentar los precios en la tarifa de su oferta gastronómica.

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«Nos despedimos con profunda gratitud hacia todos aquellos que han formado parte de nuestra historia, desde nuestros clientes fieles que han depositado su confianza en nosotros a lo largo de estos años y nuestros distribuidores, hasta nuestro equipo de trabajo cuyo esfuerzo y dedicación han sido una parte fundamental de nuestro éxito. Asimismo, no podemos dejar de agradecer a la ciudad de Palencia, nuestro hogar y fuente de inspiración, por su apoyo constante a lo largo de estos 30 años», subraya Sousa.

«Ahora toca descansar hasta que finalice el verano. Seguiremos residiendo en la casa que tenemos en Fuentes de Valdepero y visitaremos con más frecuencia a mi padre, que ya tiene 93 años, y al resto de los familiares que siguen viviendo en Mizarela, mi pueblo natal. Y, a partir del mes de septiembre, me plantearé volver a trabajar pero ya como asalariado», concluye el impulsor de este restaurante capitalino que se despide para siempre de los palentinos.

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