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El artista Julián Alonso en la Fundación Díaz-Caneja. Marta Moras

Julián Alonso, poeta

«La Diputación y el Ayuntamiento deberían implicarse mucho más para salvar la Caneja»

Reconoce que los últimos números de la colección 'Cuatro Cantones' solo se han publicado en formato digital por falta de presupuesto

Jose Rojo

Palencia

Lunes, 9 de diciembre 2024, 08:46

Bajo el título 'Tres artistas de un pueblo minero', el poeta visual y discursivo Julián Alonso (Palencia, 1955) ha diseccionado el vademécum creativo de Ambrosio Ortega 'Brosio', María Franciska Dapena y Ursicino Martínez 'Ursi', los tres oriundos del municipio de Barruelo de Santullán. Este licenciado ... en Geografía e Historia, además de promotor y comisario de eventos culturales y miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), se ha documentado sobre la vida e imaginario de estos artistas palentinos y ha llegado a la conclusión de que sus circunstancias vitales impidieron una mayor proyección de su obra.

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–Recientemente habló en la Díaz-Caneja sobre la trayectoria de tres artistas nacidos en Barruelo de Santullán.

–Así es y el acto se amenizó con música referida al tema minero. 'Brosio' y Franciska Dapena nacieron en Barruelo y 'Ursi' en Villabellaco, una pedanía de este municipio minero. Franciska Dapena, menos conocida en su tierra natal, y su familia se vieron obligadas a marcharse durante la Guerra Civil cuando ella tenía catorce años y se instalaron en Balmaseda. Y, cuando se casó, vivió en Santurce, Baracaldo, Bilbao y, finalmente, residió en un pueblo burgalés; de hecho, sus hijos la consideran vasca. A su padre le encarcelaron y le incautaron todos sus bienes y a su tío, que entonces era alcalde de Barruelo, le mataron en el cuartel de la Guardia Civil durante la Revolución de 1934, por lo que Franciska solamente regresó a su pueblo en un par de ocasiones. Su infancia fue una de esas tristes historias que se vivieron en aquella época en la Montaña Palentina.

–¿Qué le llevó a condensar a los tres artistas en un acto divulgador de su obra?

–Yo elaboré una ponencia sobre 'Brosio', que presenté en un congreso internacional sobre arte político que se organizó justo el año anterior a la pandemia en el Museo Reina Sofía de Madrid. Y, en estos momentos, la Fundación Díaz-Caneja exhibe la exposición colectiva 'Arte, revolución y extracción en la Montaña Palentina', que reúne la obra de estos tres artistas, entre otros. Entonces, el director de esta institución, Juan Guardiola, me propuso trazar una propuesta que concentrara a estos tres artistas y comencé a indagar sobre la obra de Franciska Dapena principalmente, porque de 'Brosio' tenía ya bastante documentación y de 'Ursi' no resultaba difícil encontrarla.

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«A los políticos sólo les importa la cultura cuando les rinde beneficio»

–¿Qué descubrió de Franciska Dapena?

–Descubrí que, además de ser pintora y escultora, era poeta y escritora y, para remate de fiesta, ella y yo habíamos coincidido publicando artículos en 'Zurgai', una revista del País Vasco especializada en poesía y crítica literaria, pero con diez años de diferencia. Franciska fue una mujer adelantada de su tiempo, hablamos de los años 60. Estuvo encarcelada alrededor de dos años en Alcalá de Henares por pertenecer al Partido Comunista y fue muy amiga del grupo de intelectuales vascos de la época: Blas de Otero, Gabriel Celaya, Ibarrola…; este último la inició en el grabado. Fue, también, protofeminista y ecologista y mantuvo una gran amistad con la abogada, escritora y política Lidia Falcón. Durante su vida en prisión, en la que se mezclaban presas políticas y de otra índole, como prostitutas, Franciska se interesó por las condiciones de vida e injusticias que se cometían con estas últimas y la llevó a escribir un libro que no pudo publicarse hasta la muerte de Franco, que se titulaba 'Señor juez, soy presa de Franco' y donde recoge la situación de todas las mujeres allí encarceladas.

–¿Qué destila el cartapacio artístico de cada uno de ellos?

–'Brosio' fue un artista autodidacta, que aprendió a pintar en la cárcel, ya que es el preso político de nuestro país que más tiempo estuvo encarcelado durante la dictadura: 24 años. Dibuja a lápiz, óleo y, sobre todo, acuarelas con una técnica de su propia invención y pinta de memoria, de sus recuerdos como minero, aunque también pinta escenas carcelarias y retratos de familiares y de compañeros presos; de su obra minera, sus personajes son muy expresionistas. Su pintura es de denuncia, al igual que la pintura de Dapena. Ésta aprendió a pintar con Roberto Rodet y empieza a pintar retratos de familiares y maternidades –tema que siempre abordó en toda su trayectoria– hasta que fundó con Ibarrola y Dionisio Blanco el grupo Estampa Popular, en el que difundían el grabado entre el pueblo al tiempo que denunciaban la situación de los trabajadores. En ese momento, Dapena empieza a pintar escenas de pescadores, obreros, mineros… hasta que la encarcelan, etapa en la que su arte se vuelve más comprometido y político. Ya con la transición, Franciska se muestra desencantada al no cumplirse sus expectativas ideológicas y su arte se centra en la naturaleza y en la mujer y empieza a crear relieves y esculturas.

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–¿Y qué reseñaría de 'Ursi'?

–'Ursi' siempre despierta opiniones muy encontradas: hay quien dice que era un gran artista y otros que era un gran artesano. Lo cierto es que, técnicamente, tenía un extraordinario dominio a la hora de trabajar la madera y en él residen cuatro facetas muy diferenciadas: esculturas de mineros, de divulgación de las labores de la mina, algo muy interesante en su obra porque es más bien etnográfico que artístico; piezas de un canon mayor que el tamaño natural, mineros con una tremenda fortaleza, que son grandes obras; piezas de corte menor, como juegos populares, ciclistas…; y una colección donde se descubre su dominio de la madera, que son obras espectaculares por sus giros, demostrando una gran maestría a la hora de esculpirlas, un trabajo basado en la geometría y en la curva. 'Ursi' nunca tuvo vocación de hacerse famoso con la escultura, fue una persona modesta que empezó a darse a conocer cuando formó parte del grupo Muriel.

«Poetas palentinos hay a patadas con una exquisita calidad»

–¿Este trío artístico ha recibido el reconocimiento merecido?

–'Brosio', a finales de los 70 y principios de los 80, fue un artista reconocidísimo que expuso en Madrid y Barcelona y que estuvo a punto de exhibir su obra en Nueva York, pero tuvo la desgracia de que en ese momento le diera un ictus, permaneciendo diez años sin poder trabajar, y cuando regresó a la escena pictórica, muy pocos se acordaban de él y, al poco tiempo, tuvo problemas de visión, quedándose, al final, prácticamente ciego; sus problemas de salud truncaron una carrera que prometía una mayor proyección. En el caso de Franciska Dapena, fue muy considerada dentro del ámbito artístico del País Vasco, pero fue postergada y perseguida por los organismos oficiales artísticos por su carácter reivindicativo, aunque en los últimos años le han dedicado grandes exposiciones antológicas en Vizcaya y su obra ha formado parte de muestras colectivas en Gijón y Oviedo. Y en lo referente a Ursi, su obra se circunscribe casi exclusivamente a la provincia de Palencia. No obstante, yo creo que si las circunstancias vitales de cada uno de ellos hubieran sido otras, los tres habrían tenido una mayor proyección.

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–Toca ya hablar de sus proyectos más inminentes; ¿en qué está metido ahora?

–En estos momentos, estoy preparando la presentación de un libro de relatos firmado por Jesús Medrano en Aguilar de Campoo que esperemos que se celebre a mediados de diciembre. Y, como poeta visual, ahora mismo está itinerando una muestra colectiva que se titula 'Cinco poetas visuales de Castilla y León', que ya ha recalado en Soria, Burgos, Segovia, Valladolid y Palencia. También he expuesto recientemente en el Espacio Abierto de Valladolid y en el pueblo vallisoletano de Villalán. Asimismo, participo en una exposición de pinturas al pastel de Josefa Lozano que se acompañan de unos haikus míos procedentes de uno de mis últimos proyectos, al que bautizado con el nombre 'Haikus de Covalagua'.

«Ursi tenía un extraordinario dominio a la hora de trabajar la madera»

–¿Sigue editando la colección 'Cuatro Cantones'?

–Sigo con ella, pero como la Fundación Díaz-Caneja no tiene presupuesto y su situación económica es bastante precaria, los tres últimos números de esta colección han salido a la luz por mi cuenta y los he publicado en versión digital y versan de Araceli Sagüillo, Javier Pinar y Jacobo Iglesias y cuando haya presupuesto, se editarán en papel. Lo que sí se va a publicar, a principios de enero del próximo año y en el marco de 'Cuatro Cantones', es un número especial impreso sobre, precisamente, Franciska Dapena, con una selección de sus poemas acompañados de una muestra de sus grabados de la época de Estampa Popular. Tengo más autores en cartera para editar nuevos números porque hay poetas palentinos a patadas, no sólo en cantidad, sino con una exquisita calidad.

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–¿Qué opina de la precaria situación financiera que atraviesa la Caneja?

–A los políticos no les importa en absoluto la cultura, salvo cuando les rinde algún tipo de beneficio. Eso sirve para la Caneja y para cualquier otra institución cultural. Me parece penoso que el único espacio cultural de Palencia donde se organizan iniciativas innovadoras y variopintas no cuente con una holgada financiación pública. No es de recibo que la Junta de Castilla y León haya reducido a la mitad su aportación a esta entidad ni tampoco que la reclame una cantidad económica de cerca de 70.000 euros.

–¿Cree que a esta fundación se le buscará una solución digna para su supervivencia?

–Así debería hacerse y las instituciones que más deberían implicarse en ello son la Diputación y el Ayuntamiento porque, a fin de cuentas, la Caneja es la única infraestructura de estas características con que cuenta nuestra ciudad. Sería una pena que esta fundación acabe cayéndose por falta de medios económicos.

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