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Ordenación de los dos diáconos. Manuel Brágimo

La Diócesis de Palencia celebra la llegada de dos nuevos diáconos

Juan Antonio Eleno y Carlos Cerezo, uno casado y el otro viudo, podrán asistir en la liturgia y administrar algunos sacramentos

Carmen Aguado

Palencia

Lunes, 1 de mayo 2023, 08:26

La Diócesis de Palencia está de celebración con motivo de la ordenación este domingo de dos nuevos diáconos permanentes. En una ceremonia oficiada en la Catedral de Palencia y presidida por el obispo Don Manuel Herrero, Carlos Cerezo y Juan Antonio Eleno han recibido este ... sacramento.

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De esta forma, Carlos Cerezo y Juan Antonio Eleno se suman al servicio que ya venía realizando el único diácono permanente con el que la Diócesis de Palencia contaba hasta ahora, Ton Broekman. Con datos del año 2021, la Iglesia en España cuenta con 539 diáconos permanentes. De estos, 519 son diocesanos y 20 religiosos.

El camino de ambos dos hacia la estola cruzada, símbolo del diaconado permanente, ha confluido tras desarrollarse en circunstancias muy diferentes pero que los ha llevado a un mismo destino, el servicio a la comunidad cristiana fruto de una vocación meditada y reflexionada durante años.

El diaconado permanente puede ser recibido por varones célibes o casados. Incluso lo pueden recibir miembros de institutos de vida consagrada. Si lo reciben célibes, han de permanecer así durante toda su vida, mientras que si el que lo recibe es casado, no podrá volver a casarse si enviuda.

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En cuanto a los hombres casados, deben de llevar más de 5 años de casados y han de ser mayores de 35 años, con una edad máxima en torno a los 60. Además, deben estar formados ya que también predican la palabra de Dios, celebran el sacramento del bautismo, puedan casar, dar formación a los padres que van a bautizar a sus hijos o a los que se preparan para el matrimonio.

Esposo y diácono

La Iglesia señala que un diácono permanente casado es un esposo como los demás. Su vida matrimonial y familiar debe ser como la de cualquier esposo cristiano. Dada la incidencia en la vida del diácono de este sacramento, la esposa tiene un papel fundamental de apoyo y debe dar permiso expreso para la ordenación ya que sin su permiso no se admite dicha ordenación, y aún siquiera el inicio del proceso formativo.

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La esposa debe, no sólo estar de acuerdo y dar el visto bueno, sino que incluso tiene que firmar que acepta la vocación de su esposo y han de ser conscientes de que va a suponer un sacrificio. El matrimonio y la familia sigue siendo la primera vocación del diácono casado y bajo ningún concepto debe verse mermada, disminuida, o dificultada por ser diácono, sino todo lo contrario.

El diácono permanente, casado o célibe, suele sustentarse de su trabajo civil. Por lo que sólo en caso de que su obispo le pida dedicarse a tiempo completo al ministerio en la diócesis recibe una remuneración. Esta figura contempla su triple ministerio al servicio de la Palabra, la Caridad y la Liturgia.

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Sus funciones se mueven en estos tres campos. Entre sus funciones litúrgicas se encuentran: asistir durante las funciones litúrgicas al obispo y presbítero, administrar solemnemente el bautismo, ser ministro ordinario de la comunión y exposición, presidir la celebración del matrimonio, administrar sacramentales, presidir los ritos fúnebres y sepulcrales, dirigir la celebración de la Palabra de Dios, leer a los fieles los divinos libros de la Escritura, instruir y animar al pueblo y presidir otros oficios del culto y oraciones.

Juan Antonio Eleno

Nacido en Palencia en 1987, está casado desde 2012 y es padre de cuatro hijos. Cursó estudios de Magisterio especializado en Educación Física en la Universidad de Valladolid, así como de inglés en la Pontificia de Salamanca. Ha completado su formación, además, en Teología en Burgos en San Jerónimo.

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Ha trabajado en diferentes centros educativos de Palencia y actualmente es profesor en el Colegio Santa Rita de la capital. Durante todo este tiempo, ha colaborado muy activamente con la parroquia de San Lázaro y posteriormente también en las Unidades pastorales de San Marco y de Paredes de Nava.

La vocación de Juan Antonio hacia el diaconado permanente llegó tras unos años de reflexión y meditación en los que descubrió que, junto al matrimonio, este era el camino que debía seguir. Durante los años de preparación que ha durado este proceso, para el nuevo diácono lo más difícil ha sido poder compaginar sus estudios con su vida profesional y personal.

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«En estos casi seis años que me he estado formando para ser diácono permanente, he estado estudiando por las noches después de acostar a los niños. Ha sido un esfuerzo muy importante para mí ya que al final es un tiempo que tienes que tratar de sacar de otras cosas», explica Juan Antonio Eleno.

Durante todo este tiempo, el apoyo principal para Juan Antonio ha sido su mujer, quien ha sido fundamental en este proceso, «sin ella no podría haberlo hecho». Además, sus formadores y párrocos también le han acompañado brindándole todas las herramientas necesarias que ha ido necesitando.

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«De momento me voy a quedar en Paredes de Nava, aunque yo me pongo a disposición del obispo siempre teniendo en cuenta mi vida laboral y personal ya que yo no dejo de ser profesor de lunes a viernes, marido y padre de cuatro hijos. Dentro de estas posibilidades, donde estimen oportuno», afirma.

El paso que ha decidido tomar Juan Antonio ha sido recibido con total normalidad por parte de todo su círculo cercano. Familia, amigos y compañeros de trabajo que en todo momento han valorado esta como una decisión muy importante y de dedicación al servicio de los demás y que, por tanto, ha sido aceptada con inmensa alegría.

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«Mis hijos mayores, de seis años, son conscientes porque ven como todos los domingos vamos a misa y doy la comunión. Están involucrados en todo ello. Saben lo que significa diácono y lo que hago, lo entienden perfectamente y lo toman como un orgullo. Ven que la fe para ti es muy importante porque das este paso y se transmite. Mis hijos desde que saben hablar saben rezar», agrega.

Carlos Cerezo Calvo

Nacido en Madrid en 1961, es viudo desde hace tres años y es padre de dos hijos. Estudió en los Salesianos de Madrid y trabaja en Renfe desde hace treinta y ocho años. Comenzó sus estudios del diaconado permanente en el Seminario de Plasencia y en el Instituto de Teología a distancia de Madrid.

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En 1997 fue destinado a Madrid donde tanto él como su esposa comenzaron a colaborar con la parroquia de San Leopoldo. Ella como catequista y él impartiendo los cursos prematrimoniales y llevando la comunión a los enfermos. En 2010 se incorporó a la Universidad de San Damaso, donde completó sus estudios.

«Tomé esta decisión en el año 1991, que fue cuando comencé a formarme. En el año 1996 los acabé en Plasencia. Después me trasladaron a Madrid, seguí vinculado a la Iglesia colaborando en todo lo que podía y ya en el 2010 decidí incorporarme a la Universidad de San Damaso para completarlos», explica Carlos Cerezo.

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Actualmente, Carlos reside en el municipio de Grijota donde volvió a retomar este proceso incorporándose desde hace seis años a la Diócesis de Palencia. En este tiempo, lo más duro para este nuevo diácono permanente ha sido poder sacar adelante los estudios necesarios para completar su formación.

Durante la etapa de la Universidad de San Damaso, señala, tenía que estudiar a la misma vez que trabajaba y viajaba por trabajo. Además, sus hijos eran muy pequeños y tenía que sacar tiempo de donde podía para acudir a clase y examinarse. «Mi mujer me apoyó desde el primer momento y mis hijos igual», concluye. Carlos ya se encuentra trabajando dentro de la Pastoral de Bustillo de la Vega donde se va a incorporar ahora como diácono permanente ayudando en la celebración de los diferentes sacramentos, además de llevando la palabra a todos los municipios de la comarca donde un párroco no puede hacerlo solo.

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