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Castrillo de Onielo: «La vida que hemos vivido se está extinguiendo»

Castrillo de Onielo: «La vida que hemos vivido se está extinguiendo»

David Beltrán Perote, alcalde de Castrillo de Onielo

Domingo, 30 de abril 2023, 00:12

Una pequeña calle de mi pueblo sin salida, la calle Salsipuedes, me vio crecer. Sentado en un tacatá con una cuerda atada a una aldaba me dejaba mi madre las tardes de verano en las que cuidaban de mí las señoras Benita, Isiquia, Valentina, Felicitas... que de un luto riguroso, con las gafas deslizándose entre la nariz, realizaban tareas de ganchillo imposibles o rezaban el Rosario. Mari Carmen y Tiluca cantaban mientras realizaban las tareas de la casa.

En aquel entonces, las aceras estaban llenas de geranios y flores y los partidos de fútbol con mi hermano en aquel rincón eran interminables. ¿La primera tarea del sábado? Buscar leña para calentar la gloria. Y en época de matanza había que llevar la ración a los vecinos. «Ave María Purísima, aquí te entrego el corazón de María y lo recibo con mucha alegría», me contestaba la sra. Nati.

Va pasando el tiempo y la vida, los recuerdos se depuran, y nos queda la memoria de los pequeños y grandes momentos. La memoria hace su trabajo y la literatura el resto. La vida que hemos vivido es un modo de vida que se extingue. Y desde aquello a nuestros días, ¡cuánto tiempo ha pasado!. Tenemos un reto importante, no perder la vinculación con nuestro pueblo y nuestras raíces. Busquemos ese punto de encuentro en nuestro pueblo, paseemos por la Olma Salmarón, por el Calero... y participemos de las actividades y las propuestas que hagan crecer la comunión con los demás. Limpiemos la puerta de nuestra casa, plantemos flores y árboles. Mantengamos nuestro patrimonio, recuperemos manantiales, sendas, corrales, bodegas, molinos, lagares... Que allá donde miremos encontremos la belleza de las cosas y traslademos lo que conocemos de nuestro pueblo a otras personas.

Admiro a ese grupo de chavales que estos veranos anteriores proyectaban una casa de madera en unos árboles. ¡Cuánto entusiasmo e ilusión! Aplaudo a los que con gran esmero ponen en funcionamiento el lavadero de los años 50 recién restaurado. A todos esos grupos de personas que el día de la limpieza van dando forma a pequeños proyectos que van viendo la luz: la restauración de la muralla, la limpieza de la Fuente Cuadrada y manantiales, la recuperación de las antiguas chozas y el mantenimiento de otras tantas...

Me gusta ver como se van arreglando las casas. Valoro aquellos que compran vivienda en Castrillo y crean esa residencia familiar. Quiero que sigan tocando las campanas, que nos despierte el pitido del panadero... y que siempre haya un albañil, fontanero o carpintero reparando algo. Esto será el indicador de que apostamos por nuestra localidad. Para que una persona apueste por un pueblo tiene que haber un vínculo emocional muy potente, un arraigo que, como contaba al principio, empieza desde la niñez, en el juego, en los amigos, con los abuelos, en esas vivencias que se marcan a fuego en nuestra memoria.

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