Dagoberto Vargas: «Colombia se ha cansado de la corrupción y va a por todo»

Este colombiano de 30 años y procedente de Palmira se mantiene en contacto con su familia y amigos en el país cafetero. Explica que las administraciones no planteaban solo esa reforma tributaria –que pretendía aumentar la carga para las clases media y baja, así como para las pequeñas empresas–, sino que también han puesto sobre la mesa cambios en las pensiones o en las condiciones laborales. Y una reforma sanitaria «para privatizar la salud, al 'estilo Estados Unidos'».

La subida de impuestos solo fue la puntilla, expresa Dago Vargas, para un país en el que el 42% de la población vive en la pobreza. Este monitor de gimnasio recuerda la cifra de memoria con dolorosa exactitud: los datos estadísticos oficiales la confirman.

Los enfrentamientos entre civiles y fuerzas estatales dejaban tras de sí –en datos de hace una semana– al menos 47 asesinatos, 12 casos de violencia sexual y más de 960 detenciones arbitrarias, según datos conjuntos de las ONG Instituto de Estudios para la Paz (Indepaz) y Temblores.

La presencia del coronavirus ahonda aún más la gravedad de la situación actual. «Colombia se ha cansado de la corrupción y de los abusos, y ahora que se ha levantado, va a por todo», analiza Dago Vargas.

Aunque la reforma tributaria se ha paralizado, sigue sin haber acuerdo con el gobierno. Durante los primeros días, las noticias de la violencia llegaban a todo el globo a través de redes sociales y todo tipo de medios. «Las cosas no están más calmadas, lo que ocurre es que hay más censura», asegura Vargas. «La semana pasada se ha inhabilitado la energía en algunas zonas de Bogotá o Cali», ejemplifica.

«Me siento muy mal por verlo desde aquí y saber que no puedo hacer nada», confiesa con impotencia. Cuenta que se siguen convocando marchas pacíficas y anima a participar en ellas en solidaridad con los colombianos. Él difunde toda la información y todos los 'posts' que puede para ayudar desde la distancia.

«Mi familia está bien, pero sufre el desabastecimiento de alimentos que atraviesa el país, las carreteras están bloqueadas», añade. «Vivo con la angustia de saber que hay gente que amanece haciendo fila», afirma.

En contraste, su rutina le parece apacible, y destaca la calidad de vida que ha ganado. Dago Vargas dice notar más seguridad en el día a día, aunque durante el confinamiento y la pandemia en general, la calma pueda hacer estragos. «Lo que más me gusta de Palencia es su tranquilidad, aunque no me guste también precisamente por eso», concluye divertido este profesor de gimnasia colombiano.