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Santiago de la Fuente en su consulta en Astudillo. El Norte
Cuelga la bata y el fonendoscopio tras 37 años de dedicación rural

Palencia

Cuelga la bata y el fonendoscopio tras 37 años de dedicación rural

Santiago de la Fuente, el último representante de la medicina romántica, como él mismo se denomina, se jubila después de atender a cuatro generaciones de vecinos en Astudillo

Lunes, 8 de julio 2024, 11:30

Recuerda la fecha como si fuera ayer, aunque ya han pasado casi 37 años desde aquel 5 de noviembre de 1987. Ese día llegó con nervios e ilusión a ejercer como médico en Astudillo, dentro del área de salud de Frómista. «Soy quizás el último representante de la medicina romántica», afirma Santiago de la Fuente. Con orgullo señala que ha atendido en sus casas a cuatro generaciones de vecinos, que pero es el momento de decir adiós a una profesión a la que ha dedicado toda su vida y jubilarse para descansar.

Hizo la maleta con sus recuerdos y sus experiencias este pasado mes de marzo. Además de despedirse del día a día de la medicina rural, también ha dejado la vocalía de la Atención Primaria Rural del Colegio de Médicos de Palencia. «Me voy un poco triste, pero a la vez satisfecho por haber hecho todo lo posible, por curar, por aliviar, por intentar mejorar la vida de los astudillanos y de toda la zona de salud de Frómista», señala, a la vez que subraya la importancia del papel de la medicina rural: «Me di cuenta inmediatamente de que iba a tener una labor importante de la que ya no me he podido desprender. Empecé a tropezarme con necesidades importantes, enfermedades graves y problemas sociales», rememora.

Luchó con uñas y dientes para mantener dos médicos de guardia. «Lo logré ocho años más, al noveno la administración volvió al ataque y ya, con la escasez de médicos, no pudo con la situación». También reivindicó, junto con las madres jóvenes, la petición de un pediatra, que «a trancas y barrancas se fue consiguiendo, con sus luces y sus sombras. En Astudillo siempre atendimos a los niños desde la consulta y creo que no lo hicimos mal».

Siempre ha sido y será un firme defensor de la medicina rural y del importante papel que representan los facultativos en la provincia. Explica las conclusiones de un estudio del Centro de Investigación de Noruega (que se llevó a cabo sobre casi toda la población del país a través de registros nacionales de pacientes y de médicos de Atención Primaria), que señalan que «las poblaciones que logran tener el mismo médico de familia más de 15 años, se ven beneficiadas de una vida más larga, menos enfermedades previsibles y menos visitas a Urgencias».

Santiago de la Fuente vestido con un EPI para visitar una casa durante la pandemia de covid. El Norte

Le encantaría poder despedirse uno a uno de todos los del pueblo, pero sabe que es tarea imposible. Y es que hasta ahora, todos los menores de 37 años de la localidad no han conocido otro médico. «Solo quiero reconocer con orgullo y con la cabeza bien alta, que yo estuve allí y que me llevo los mejores recuerdos posibles, que mereció la pena».

Analiza, ya con un poco de distancia, la dificultad del trabajo de un médico de familia. «Somos capaces de tomar decisiones complicadas en unos pocos minutos, solamente con lo que nos cuenta el paciente y lo que vemos al explorarle. No disponemos de alta tecnología ni aparatos de última generación para llegar a un diagnóstico exacto. Trabajamos siempre con probabilidades y con una incertidumbre constante que, si no sabes manejar, supone un estrés adicional. Es apasionante y terrible a la vez», resume.

«Me voy satisfecho por haber hecho todo lo posible por curar e intentar mejorar la vida de los astudillanos»

Tras toda una vida con la bata y el fonendoscopio, aconseja a las administraciones que luchen «a brazo partido por el mantenimiento de los médicos de familia, ya que es una figura fundamental, imprescindible. No se puede perder la accesibilidad».

Valora además el papel de las enfermeras, porque «son fundamentales y, sin ellas, no somos nada», a la vez que alude a Belén, la profesional sanitaria con la que ha trabajado treinta años. «Formamos un equipo casi perfecto».

A su espalda, queda la crisis de la colza (en sus comienzos como facultativo) y la pandemia de covid. «Recuerdo que cerraron los consultorios rurales, pero acudíamos a las casas cuando se ponían muy enfermos, que solía ser por la noche. Qué rápido enfermaban alguno de ellos», agrega.

Sin duda, él es el representante de la medicina romántica, que siempre ha animado a todos los estudiantes a que se acerquen a ella y la conozcan porque les entusiasmará. «Te da una cercanía que no encuentras en ningún sitio. Convives con ellos y les ayudas, porque tú vas a un pueblo a ayudar. Ves una gente desprotegida, que sufre, que necesita ayuda y eso te va apasionando y enganchando. A medida que vas estando más tiempo en un sitio, vas enganchándote más», asegura el ya exvocal de medicina rural.

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