![Decenas de personas en los primeros puestos bajo el balcón para hacerse con las bolsas.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/04/16/PanyQuesoToribio09-kCi-U20078874820wHE-758x531@El%20Norte.jpg)
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Adrián García González
Domingo, 16 de abril 2023, 22:13
Al grito de 'Viva santo Toribio' se esperaba la popular pedrea del pan y el quesillo por parte de miles de palentinos que se dieron cita este domingo para celebrar esta tradición a los pies de la ermita de santo Toribio. El sol acompañó e incluso perjudicó a muchos de los palentinos y visitantes, que sofocados iban amontonándose en la ermita, aunque permitió disfrutar al máximo a todos de una tradición tan importante para el barrio del Cristo con la que poner el broche de oro y cerrar un año más sus fiestas. Un buen tiempo que pudo ser una de las motivaciones de la gran afluencia respecto a ediciones anteriores, y también teniendo en cuenta que era la de ayer la segunda edición que la fiesta se celebraba desde la pandemia. Otro dato que pudo ser atractivo fue que ayer se repartieron 7.500 bolsas, más que en cualquier otra ocasión.
El alcalde, Mario Simón, fue el encargado de dar el pistoletazo de salida a las 13 horas, entre momentos muy impacientes antes de que se lanzase la primera bolsa. Poco más de media hora después, con todas las raciones lanzadas, se daba por terminada una pedrea, que todavía contó con varias raciones más a la venta para los menos afortunados.
Rafael Barcenilla
Peña santo Toribio
Laura Lombraña
Concejala de Festejos
Durante más de media hora, el gran protagonista fue el balcón de la emita de Santo Toribio, lugar donde se concentraban las miradas de todos los asistentes, que buscaban llamar la atención de los lanzadores para contar con posibilidades de atrapar la siguiente bolsa. Los resbalones, empujones y tropiezos eran inevitables ante la gran afluencia de público, al igual que algunas disputas o peleas por los 'trofeos culinarios', que rápidamente eran guardados para seguir luchando por el siguiente. Un escenario en el que se podía ver de todo, desde algunos que abandonaban rápidamente con tan solo una ración y presumiendo de ella, y los que seguían peleando por cada uno de los lanzamientos, como si de superar el récord de rebotes de una competición de baloncesto se tratase.
Con los brazos en alto y saltando a cada lanzamiento, con cuidado de que la caída no tuviese consecuencias, los asistentes iban alcanzando todos su deseo de recibir al menos una de las bolsas, demostrando muchos que cuentan con tablas para ser grandes reboteadores y entrar en el radar del Zunder Palencia para la próxima temporada.
El Cristo celebra la pedrea del pan y quesilloVer 21 fotos
En el balcón, los políticos se iban pasando el relevo para repartir lotes. Más que pan y quesillo, hacían gala de la ilusión de una gran tradición para la ciudad palentina. El deseo por llamar la atención del lanzador logró que todos y cada uno de los que fueron asomándose por el balón fueran aclamados por todos los palentinos y visitantes que llenaban los pies de la ermita de santo Toribio, aunque alguno de ellos fue abucheado con gritos de 'fuera, fuera', cuando se lanzaban durante más tiempo del deseado por los asistentes bolsas en una determinada dirección. Todos ellos se emplearon a fondo durante más de media hora, por lo que no se puede descartar que las agujetas hagan acto de presencia tanto en los lanzadores como en todos los que luchaban al pie del cañón por tan preciado tesoro. Con la zona de debajo de la ermita bien servida, muchos comenzaron a degustar el premio conseguido, mientras que muchos colocados en una parte más lateral reclamaban que los lanzamientos fuesen en su dirección, cerrando todo con un sonoro aplauso por parte de todos los asistentes, cuando ya no quedaba una sola bolsa por lanzar y al grito claro de 'viva santo Toribio'.
La tradicional fiesta proviene del año 447, cuando santo Toribio de Astorga viajó hasta Palencia para predicar contra las doctrinas priscileanistas. El santo recibió un apedreamiento por parte de todos los palentinos, viéndose obligado a refugiarse en el mismo cerro del Otero. Días más tarde, se produjo un desbordamiento del río Carrión, provocando una inundación en la ciudad. Los palentinos achacaron la desgracia al apedreamiento, subiendo entonces al cerro para pedir perdón al santo. Con esta tradición se recuerda entonces dicho apedreamiento, aunque de una forma más amable con las bolsas de pan y queso. Una fiesta del pan y quesillo palentino que, como remarca el alcalde de Palencia, Mario Simón, «cada año es más grande y vamos a seguir trabajando para conseguir que esta fiesta sea de interés turístico nacional». Una firme defensa que se basa principalmente en «defender y apostar lo que nos hace únicos», siendo respaldado además con una gran afluencia. «Cada vez viene más gente tanto de aquí como de fuera de Palencia», apuntó el alcalde.
Desde el consistorio subrayan su lucha por conseguir que la pedrea del pan y el quesillo sea declarada fiesta de interés nacional, después de tener la de carácter regional. La concejala de Festejos, Laura Lombraña dejó claro que se trata de «una fiesta tradicional típica y emblemática de la ciudad de Palencia, atreviéndome a decir que se trata de una de las más queridas por los vecinos y muchos visitantes», señalando que alcanzar dicho logro supondría también un paso muy importante para que este festejo continúe creciendo en todos los aspectos para el futuro. «Estamos tratando de conseguir ese reconocimiento que va a suponer un impulso para las fiestas y esta pedrea que se merece la ciudad», sentenció.
Entre los miles de palentinos que se dieron cita en los aledaños de la ermita de Santo Toribio, la tradición siempre tiene reservado un hueco para los primerizos que acuden por primera vez a vivir en primera persona una fiesta de tal magnitud. La pedrea tiene sitio para todos ellos, desde familias que se juntan todos los años para acudir juntos, reunirse y comer en familia, visitantes de otras ciudades que se acercan para conocer más sobre la tradición y hasta palentinos que acuden por primera vez a disfrutar de la fiesta. La afluencia continúa aumentando año tras año, dando alas a que santo Toribio continúe creciendo de la mano de la ciudad de Palencia. La peña Santo Toribio continúa encargándose de la romería desde la iglesia hasta la ermita, presumiendo orgullosos de su tradición. «Solemos mantenernos en unos 50 socios, tanto vecinos del barrio, como palentinos como gente que viene de fuera. Nuestra tradición se trasmite principalmente de familia en familia», reconoce Rafael Barcenilla, miembro más antiguo de la peña.
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