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Todos los que han tenido la desgracia de estar debajo de un toro bravo dicen lo mismo. El tiempo se para, un momento se convierte en una eternidad y la respiración del animal se convierte en un sonido estremecedor. Todo eso es lo que sintió ... el sábado 22 el recortador palentino César Fernández Becerril cuando su corte con una chaqueta en el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo a punto estuvo de acabar en tragedia. «Salí corriendo con la chaqueta y cuando le fui a cortar, me pisó el pie. Al pisarme, me arrastró con él y lo siguiente fueron subidas y bajadas del suelo al aire. He visto el video y la cogida dura tres segundos, pero yo pensaba que estuve media tarde debajo de él. No veía manera de escaparme, me intentaba levantar y otra vez me volvía a coger», recuerda César.
La cogida fue espeluznante y los presentes en la preciosa plaza charra se temieron lo peor, pero César, tras tres intentos fallidos de salir de la cara del quinqueño de la ganadería charra de Adelaida, logró abandonar las tablas por su propio pie. «El toro me dio un palizón, pero tuve suerte y no me pegó ninguna cornada. Tengo varetazos en la pierna y un pequeño puntazo debajo del glúteo. Aunque lo más fuerte fue el golpe del pecho porque me levantó del suelo con el pitón por esa zona», explica este palentino de 27 años, que aún tiene secuelas de la cogida. «Me molesta al respirar, pero puedo dar gracias de que todo lo que me ha pasado son magulladuras y golpes», recalca.
En los tendidos no se comentaba otra cosa que no fuera la suerte que tuvo de salir sin más daños del lance y uno de los que presenció en vivo el 'palizón' fue el propio padre del accidentado. «Mi padre estaba allí y menudo susto se llevó el pobre. Ha sufrido más que yo, la verdad. Me ha dicho que lo deje, pero él sabe que esto para mí es un vicio difícil de quitar», afirma el recortador.
Uno de los que inculcó la afición taurina a César fue precisamente su padre. «Desde pequeño he ido a la finca de Simón Caminero en Carrión de los Condes. Mi padre les ha ayudado toda la vida porque son muy amigos y la afición me surgió allí», recuerda este tornero fresador que trabaja en Renault y que lleva el toro en la sangre. «Esta pasión no se puede explicar. Hay que estar ahí para sentirlo. No hay nada en el mundo que me produzca una sensación parecida a lo que me da estar delante de un toro», reconoce este cortador, que tiene el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo como una de las grandes citas de la temporada. «Es uno de los pueblos a los que vengo con más ganas porque es diferente a todos los demás. Llegué como siempre, con ganas de disfrutar del Carnaval, y se me quitaron de sopetón», reconoce el cortador, que se ha visto más veces debajo de un morlaco. «Me han cogido más toros, pero esto fue otra cosa. Era un animal muy serio», afirma.
El Carnaval del Toro llegó a su fin y César cuenta ahora las horas para volver a ponerse delante de un toro, una afición por la que no ingresa dinero pero por la que consigue algo mucho más importante que el vil metal: felicidad, pese a quien pese. «Estoy deseando que me deje de doler el pecho para estar ahí otra vez, aunque mi novia y mis padres me quieran matar por ello», explica este enamorado del toro al que su amor le ha costado un disgusto.
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