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Un hombre, M. T. L., interno en el centro penitenciario de La Moraleja, en Dueñas, en el momento de los hechos, asumió una pena de dos años y un día de cárcel por un delito de atentado y cuatro multas de 120 euros por cuatro ... delitos leves de lesiones tras el acuerdo de conformidad al que llegó el pasado día 1 con la Fiscalía en el Juzgado de lo Penal.
La Fiscalía pedía en principio para M. T. L. una pena de dos años y medio de cárcel por un presunto delito de atentado en concurso ideal con cuatro presuntos delitos leves de lesiones, ello con la agravante de reincidencia (fue condenado ya en 2020 por un delito de resistencia a la autoridad).
Los hechos se remontan a las 15:40 horas del 26 de enero de 2021, cuando M. T. L., encontrándose en el centro penitenciario, mantuvo una actitud agresiva con los funcionarios que le custodiaban en su hora de patio. Cuando llegaron más funcionarios con el fin de esposarle, arremetió contra ellos a puñetazos y patadas. Como consecuencia de su actitud, resultaron con lesiones cuatro trabajadores penitenciarios.
M. T. L. cumplía condena en el momento de los hechos en la cárcel de Dueñas después de que la Audiencia Provincial de Madrid le impusiese en 2015 una pena de 23 años y medio de cárcel por asesinar tres años antes a la madre de su hijo a base de puñetazos, patadas y golpes con un radiador, con el que también la quemó, y una barra metálica procedente del triciclo del pequeño.
La sentencia le consideró responsable de un delito de asesinato «por las circunstancias de alevosía y ensañamiento» con la agravante de parentesco y la atenuante de drogadicción, por lo que le condenó a 23 años de cárcel, a los que se añadían otros seis meses por un delito de lesiones en el ámbito de la pareja, también con la atenuante de drogadicción.
Según el fallo, el acusado y la fallecida, Malika A. J., mantenían desde hacía unos tres años «una relación sentimental estable análoga a la matrimonial», convivían en un domicilio en Parla (Madrid) y en 2011 habían sido padres de un niño. El 17 de noviembre de 2012, la pareja, cuyo hijo no se encontraba ese día en el domicilio, tuvo una discusión, y él le propinó un golpe en el ojo derecho que le produjo un hematoma.
Horas después, los dos se trasladaron a la casa de la hermana de M. T. L., en Alcorcón. De allí, Malika se marchó poco después y, tras ser asistida por la Policía y el Samur, fue trasladada al hospital de Alcorcón. Tras pedir el alta voluntaria, llamó a su pareja, y este le indicó que se encontraba en su domicilio de Parla. «Una vez se encontraron ambos en dicho lugar, el acusado, con ánimo de acabar con la vida de Malika, la golpeó con una barra metálica y un radiador, propinándole puñetazos, patadas y pisotones, causándole lesiones por todo el cuerpo», que le produjeron la muerte en la madrugada del 18 de noviembre.
La agresión «se llevó a cabo asegurándose el resultado, aprovechándose conscientemente de su superioridad física y del uso de la barra metálica, sólida y contundente, que pertenecía al triciclo de su hijo», sostuvo el tribunal. La sentencia destacaba la «absoluta crudeza» de la agresión, como demuestra el que, aún con vida, le pisara el rostro «con tanta fuerza» que le dejó impresa la huella de su zapatilla.
A esto se suma que «le colocó un radiador portátil eléctrico caliente que existía en la vivienda», causándole quemaduras, y le introdujo la colilla de un cigarro en la vagina.
M. T. L. fue trasladado tras el incidente en La Moraleja al centro penitenciario de Mansilla de las Mulas, en León, y ahora se halla recluido en Estremera (Madrid).
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