Ariel Brínguez, saxofonista

«El concierto de Palencia será una fotografía única y emocional de ese preciso momento»

–El sábado le toca inaugurar la undécima edición del Jazz Palencia Festival. ¿Le sonaba Palencia con 'P'?

–Curiosamente, el 9 de noviembre de 2007 llegué a Madrid, así que voy a tocar en Palencia celebrando el decimoséptimo aniversario de mi residencia en España. La verdad es que no sé a ciencia cierta si he tocado anteriormente en Palencia porque a lo largo de todos estos años he estado en infinidad de sitios del territorio español, y si he estado ha sido hace ya muchísimo tiempo y con otra formación, no con mi quinteto. No obstante, mi mánager lleva varios años intentando que yo participara en este festival y este año ha surgido la oportunidad.

–¿Qué ecos le han llegado del festival palentino?

–Lo que me ha llegado es que la gente de Palencia disfruta y se entrega con este tipo de música y eso es mucho más motivador que si te cuentan que se celebra un festival fantástico con músicos internacionales. Lo que más me fascina es ofrecer música a personas que van a escucharla con el corazón. Para mí, un concierto es una experiencia única que coloca a los espectadores y a los músicos en otra dimensión a través del jazz.

–¿Qué le parece que en una ciudad como Palencia haya calado el jazz a lo largo de una década y se trace durante noviembre una agenda cultural heterogénea enfocada a este género?

–Me parece fantástico. El jazz es un género que siempre está vivo porque la improvisación está conectada a él en el momento en que se toca y Palencia se ha conectado a este género en el que su materia prima es la improvisación. El concierto de Palencia solo va a suceder en esta ciudad, es como una fotografía única y emocional de ese preciso momento. Y esto, quizás, ha enganchado a los palentinos y les ha convertido en un público asiduo al jazz y a la oferta cultural que gira en torno a este género.

–El día antes de su concierto impartirá una clase magistral en la Universidad Popular de Palencia. ¿Qué claves compartirá con los alumnos que asistan a esta 'masterclass'?

–No voy a repetirles aquello que pueden encontrar en Internet o en libros convencionales. Les voy a hablar de mis conocimientos, que provienen de la experiencia. Al transitar por el estudio del jazz surgen muchas preguntas y muchas dudas. Esta 'masterclass' lleva el título 'El lenguaje del jazz en la música cubana' pero, más allá de ello, me gustaría dar esperanza y herramientas para poder conducir por este camino a las personas que asistan. Y también quiero escucharlas y que me transmitan sus dudas y darles respuestas, en la medida de lo posible, basándome en mi experiencia. El concepto del jazz está en constante movimiento y espero estimularles en la búsqueda de este género que tiene un largo camino. Quiero que ese encuentro sea un momento de inspiración para que sigan estudiando e interesándose por el jazz a través de mi experiencia en este campo, siendo honesto y sincero.

–¿Su faceta de docente va implícita a su condición de músico?

–Mi madre fue bióloga durante mucho tiempo y se dedicó al magisterio y mi abuelo, por parte de mi padre, fue saxofonista y pedagogo, muy reconocido en la zona central de Cuba. Además, su abuelo, es decir, mi tatarabuelo, fue maestro a tal nivel que la Escuela Profesional de Música de la ciudad cubana de Holguín lleva su nombre. Y yo creo que tanto la docencia como la música me vienen de ahí. Llevo la música en mis genes, es mi elemento, es vocacional, pero en el jazz uno mismo cultiva la musa de ser tu propio maestro, es decir, te haces 'coach' de ti mismo a través de un proceso de reflexión.

–En su recital del Principal paseará al público por la Cuba de los años 50.

–Sí, la intención de este proyecto que estamos presentando, al que hemos llamado 'Nostalgia cubana', es mostrar una Cuba intimista, alejada de los estereotipos. La idiosincrasia cubana lleva implícita la alegría, pero este disco se basa en la música de diferentes artistas de la isla que han abordado el lado intimista de los sones cubanos.

–Llega a Palencia conformando un quinteto y arropado por cuatro instrumentistas de nivel: un guitarrista cubano, un baterista portugués y un pianista y un contrabajista madrileños.

–Estos cuatro instrumentistas son algunos de los grandes músicos de la escena europea y tengo la fortuna de que acompañen. He experimentado la dicha de dar cobertura a un proyecto en el que han participado básicamente los mismos músicos y ver su desarrollo me permite abordar un repertorio, una idea y una filosofía con gente entusiasta de la música y con la que tengo un vínculo más allá de lo profesional, y eso, precisamente, hace que los conciertos sean más especiales. Somos hermanos, somos familia elegida y, entonces, la música se ve enriquecida.

–Le definen como un innovador al fusionar culturas a través de su música.

–Que la gente me defina como quiera, yo lo que hago es compartir lo que soy y trato de hacerlo de la forma más transparente posible para así generar conexiones con la gente alrededor del mundo. Lo que busco como humano y como músico es crecer y entrar en otras dimensiones de la realidad y eso se nutre del contacto directo con otras culturas, con otras costumbres y en los escenarios, incluso, lejanos.

–Ha recorrido medio mundo en giras con distintos músicos. ¿Le falta recalar en algún país en el que ansíe tocar?

–Me gustaría explorar mucho más la India.

–De ese rodaje internacional, ¿en qué concierto vibró de una manera especial?

–El pasado 13 de julio actuamos en el Garana Jazz Festival, en Rumanía, y fue un concierto muy especial porque conectamos totalmente con el público. Incluso un grupo de rumanos ondearon la bandera cubana y la gente comenzó a gritar de la emoción. Al margen del éxito en sí del concierto, me motivó esa conexión extraordinaria con el público y las sorpresas que nos deparó a los músicos tocar jazz allí, ya que sobre el escenario siempre buscamos que sucedan cosas y que la música fluya y el nivel de fluidez de ese concierto fue increíble. Fue muy contundente emocionalmente.

–¿Ante qué músico o cantante se rinde a sus pies?

–Me rindo a los pies de Stevie Wonder. Me parece alucinante, aunque hay otros.

–¿Y cuál es su canción favorita?

–'Ámame como soy', de Pablo Milanés.

–A pesar de llevar afincado 17 años en Madrid, ¿sueña a diario con su tierra natal?

–La verdad es que no. Mi mamá vive allá y mi padre falleció cuando yo tenía 16 años. Pero yo tengo aquí mi familia, estoy casado con una española, ibicenca, y tengo dos hijos con ella; mi vida está en España. No añoro mi país porque Cuba está dentro de mí. Cuba es más que un lugar geográfico, está en mis venas. Después de 17 años viviendo en Madrid, sigo conservando el acento cubano. No necesito trasladarme a un sitio determinado para sentir Cuba.

–Teniendo dos hijos, ¿cómo concilia la faceta de padre con la de músico?

–Es la pregunta más difícil de contestar del mes (risas). Mi mujer es cantante y va de gira con Paquito D'Rivera. Ambos somos artistas, y para gestionar esa conciliación tenemos que hacer malabares. Precisamente, hace unos meses saqué el disco 'Latidos', que contiene canciones dedicadas a los momentos bonitos que se viven en torno a la maternidad y paternidad.