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Se acabó la larga espera de los vecinos de Belmonte de Campos. El castillo de este pequeño municipio terracampino ya ha comenzado la primera fase para su rehabilitación. Los problemas más importantes que tenía la fortaleza –los desperfectos generados por la acumulación de excrementos de ... palomas y por la filtración de agua– pronto formarán parte del pasado gracias a una inversión de 48.398 euros que ha realizado la Junta.
La empresa palentina Archivolta será la encargada de llevar a cabo la actuación, que tiene al arquitecto Fernando Cobos como responsable. La obra tendrá como objetivo principal impermeabilizar la terraza de la parte superior de la torre del homenaje, construida en piedra, un material que no aísla del agua y que permite a la lluvia percolar hasta producir goteras, que con el paso de los años pueden llegar a afectar incluso a la estructura. Las labores que se llevarán a cabo permitirán realizar un tratamiento impermeabilizante que devolverá las aguas pluviales a su cauce original, por albañales y gárgolas, que permitirán un desagüe menos lesivo para el edificio que el actual.
Una vez que esté limpia de excrementos de palomas el interior de la torre del homenaje, se instalará una escalera para el primer tramo y se adecentará el acceso en su inicio y se recuperará un merlón caído, pieza que tiene como objetivo hacer las veces de parapeto para que los soldados se cubran. Además, se llevará a cabo un cerramiento para que los animales no puedan acceder de nuevo al edificio y convertirlo de nuevo en un palomar, que es lo que lleva siendo durante años.
Uno de los episodios más tristes que vivió esta fortaleza con casi 600 años de historia fue el 29 de abril de 2013 cuando un fuerte viento echó abajo parte del castillo –considerado monumento histórico artístico desde el 3 de junio de 1931–. Tras el derrumbe, la dirección de Patrimonio de la Junta se reunió con el Ayuntamiento y notificó al alcalde, Jesús Agúndez, que no podía intervenir hasta que la propiedad fuese pública. Esa comunicación se convirtió casi en una revelación para el regidor y su equipo, que desde aquel día centraron todos sus esfuerzos en que el castillo de Belmonte fuese propiedad municipal para, de esta forma, tomar las medidas que fueran necesarias para garantizar la conservación de esta fortificación, cuya primera fase de construcción data de 1450.
Se han dado varios pasos para convertir este espacio en público y el alcalde ahora ve cumplido un sueño que no ha supuesto una gran inversión, pero que permitirá conservar el patrimonio artístico e histórico de su pueblo. «Ha sido muy poco dinero, pero el suficiente para poder abrir el castillo los fines de semana y dar un poco de 'vidilla' al pueblo», apunta Agúndez, que asegura que las visitas que se ofrecerán al castillo como acicate turístico serán realizadas por voluntarios. «Vamos a hacer un cuadrante en el que las personas del pueblo y relacionadas con el municipio se encargarán de abrirlo el sábado y el domingo», añade el alcalde, que espera que las obras no se prologuen más de dos meses para poder ofrecer los primeros pases el puente de la Constitución.
El inicio de estas obras tiene una vertiente que va más allá de lo artístico y lo patrimonial, y es que poner en valor los recursos de este pequeño municipio parece la única forma de reactivar su economía para evitar que en un futuro cercano no engrose la lista de pueblos abandonados de la provincia. El alcalde espera que esta actuación sea solo el primero de los empujones de la administración para revitalizar una localidad en la que residen solo unas 15 personas. «Tenerlo abierto nos ayudará a que la Junta y la Diputación se decidan a acometer las distintas fases. La Diputación tiene sobre la mesa un proyecto para adecentar los entornos y los accesos. Tal vez hacerlo visitable nos pueda ayudar a que esto vaya mejorando poco a poco», asegura Jesús Agúndez.
La idea del Ayuntamiento es convertir el castillo en un museo en el que explique la historia del señor de Belmonte y los avatares históricos de su época en relación con Flandes y Castilla. Se haga lo que se haga en el edificio, deberá ser la administración la que lo ponga en marcha, tal y como explica el alcalde. «Lo que se haga en un futuro lo harán las administraciones. No lo vamos a poder vender a iniciativas privadas porque la donación que hemos recibido tenía un condicionante: nunca puede dejar de ser un edificio público», explica.
Para que ese centro expositivo que está en la mente de Agúndez se convierta en realidad es necesario dinero y tiempo. Tiempo parece que hay en Belmonte, un municipio en el que da la sensación que se han parado las agujas del reloj cuando se pasea por sus calles. Lo que hay menos en Belmonte es dinero para llevar a cabo esta iniciativa, aunque el regidor está convencido de que las administraciones no dejarán su aportación aquí y este castillo dará muchas alegrías al pueblo.
Las intervenciones futuras en el castillo deberán tener en cuenta una gran cicatriz vertical que tiene la torre del homenaje en un paramento, de unos cinco metros, y que los vecinos del pueblo aseguran que el causante fue un rayo. No obstante, los problemas más acuciantes pronto serán subsanados.
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