«Se han comido una tierra entera. Veintidós hectáreas de cereal totalmente perdidas»

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Palencia

Los agricultores alertan de una nueva plaga de topillos y piden compensación por los daños

Almudena Álvarez

En números esto supone 60 euros por hectárea de semilla certificada, 20 euros por hectárea de herbicida, –«que el año pasado estuvo carísimo», señala–, 15 euros por tirar el herbicida y unos 40 euros por hectárea por la labor de siembra. A eso hay que sumarle 300 kilos de abono a razón de 150 euros por hectárea y otros 10 euros por tirarlo. Esto supone un coste global de 300 euros por hectárea y de 6.600 euros en una tierra de trigo de secano que se han comido entera los topillos, asegura este agricultor. Esto sin contar si ha habido que tirar más herbicidas o nitratos o las salidas al campo para ver si el cultivo tira adelante.

Una inversión que ya está perdida y que solo puede compensar, en parte, el seguro, que también tiene un coste. «Antes no hacía seguro, hasta la sequía de 2017, ahora sí lo hago. A ver qué me dice el perito cuando venga», señala esperanzado. El problema es que Agroseguro no cubre todos los daños y las pérdidas ocasionadas porque se hace la media de toda la explotación agraria, cuando, afortunadamente los daños no son generalizados, explica Rico. «Agroseguro tiene en cuenta todo el trigo de secano que has sembrado y aunque hayan arrasado una parcela, al hacer la media, te pagan muy poco», continua. También sucede que muchos agricultores tienen tierras en distintos pueblos y hay zonas en las que los topillos se ceban con más fuerza que en otras, lo que desequilibra el cálculo del seguro. No le parece justo, por eso opina que la Junta de Castilla y León debería hacerse responsable de estos daños, o que al menos se articulara un mecanismo más justo para compensarlos.

Más topillos que otros años

De lo que no hay duda, asegura, es que este año hay muchos más topillos que el año pasado por esta fechas. Basta con salir al campo para verlo. En su caso este año ha sido el peor. «Y ahí está el Itacyl venga a hacer estudios y más estudios», ironiza este agricultor, que no entiende que mientras tanto cunetas y arroyos están cegados por la maleza haciendo las delicias de los topillos. «Ahora no se pueden tocar. Hemos pasado de un extremo al otro», sostiene. Y para colmo, la nueva PAC que potencia la siembra directa para no erosionar el suelo y consumir menos combustible, lo que propicia el hábitat de estos roedores, o que obliga a dejar en las orillas de los arroyos y cursos de agua cinco metros en la tierra sin cultivar y sin tirar herbicida. «Vamos a aumentar los reservorios para la fauna silvestre en nuestras propias tierras, y entre otros animales, para los topillos», advierte.

Es cierto que hay que adaptarse a los nuevos tiempos y la agricultura ha demostrado que sabe hacerlo, pero entiende que urgen las soluciones y que habría que investigar más y encontrar herramientas para que los agricultores puedan seguir produciendo.

Eso sin olvidar el problema de salud pública que pueden provocar estos roedores. «Ahora no estamos saliendo mucho al campo, pero en cuanto salgamos y empecemos a manipular los forrajes volveremos a tener la tularemia otra vez», se lamenta.