Ginés García Millán, actor

«Coincido con mi personaje en que los dos pertenecemos a una generación castrada»

–¿Cómo va la gira de 'Amistad'?

–Muy bien porque el público disfruta de la función y se están llenando todos los teatros. Y ese precisamente es el objetivo cumplido: que la gente pase un buen rato, que se divierta, que reflexione y que puedan compartir la emoción del teatro con nosotros. Estamos muy contentos.

–¿Impone a un actor formar parte del elenco de un texto firmado por uno de los autores españoles actuales más laureados?

–Aunque es la primera vez que defiendo un texto de Juan, somos amigos desde hace mucho tiempo y esto es una ventaja. Sé cuáles son sus opiniones y sus certezas o dudas sobre el teatro; y en eso estamos muy cerca. Es una delicia y lo veo más como un divertimento que como un reto. Interpretar un personaje de Juan es un lujo porque aparentemente tienen mucha sencillez, pero luego tienen mucha complejidad. Sus personajes, que han pasado de los 50, como nosotros, nos hacen ver cómo somos, nos hacen reírnos de nosotros mismos y vienen con taras por su educación y por cómo han tenido que defenderse en la vida. Y, de no haber tenido esa amistad, estarían más muertos de lo que parece.

–Defina a Manglano, el personaje al que da vida en esta obra.

–Aparentemente es un triunfador; ha creado una empresa, tiene posibilidades económicas,..., pero el público descubrirá que no es así; es una persona que no se ha atrevido a hacer ciertas cosas, a dar un paso adelante.

–¿Hay algún matiz del personaje que se le haya atravesado más a la hora de meterse en su piel?

–No. Hemos tenido la suerte de que Dani, José Luis y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y el proceso creativo ha sido muy enriquecedor. Hemos jugado a hacer teatro y hemos jugado como niños.

–¿Ginés coincide en algo con Manglano?

–Tiene cosas que están muy alejadas de mí, pero ambos coincidimos en formar parte de una generación castrada.

–¿Ha experimentado en su vida situaciones similares a las que escenifica junto a Daniel Albaladejo y José Luis García-Pérez?

–Seguro que sí, sobre todo de la infancia y de los juegos: hacerse el muerto, callarse cosas para conservar la amistad,…

–Los tres son amigos en la ficción y en la realidad. ¿La amistad facilita el trabajo?

–Sí, sí. Trabajar con amigos, al tener casi los mismos códigos a la hora de interpretar, agiliza mucho la función y, sobre todo, al estar de gira, está genial llevarse bien. Con Dani he trabajado mucho en teatro y con José Luis he participado en ficciones; nos reímos mucho y nos lo pasamos muy bien en el escenario. Y esa complicidad se transmite al espectador y hace que conecten más con nosotros.

–¿Y cómo se lleva ser dirigido por uno de los intérpretes?

–Como que hubiera sido sólo director. Hay que creer en su apuesta, defender lo que él cree e ir todos a una. En un principio José Luis iba a ser un intérprete más, pero él propuso dirigir la obra y, al final, ha sido una buena decisión.

–En la función se habla de decir las verdades a la cara. En las relaciones personales, ¿la verdad ante todo?

–¡No siempre! (risas), porque eso no hay quien lo soporte. De las mentiras piadosas también se hace camino en la vida. Pero, al igual que en la función, hay un momento en la vida en que necesitas saber si la amistad es verdadera y si vale la pena seguir juntos el camino. Es importante que un amigo te diga si te estás equivocando o qué piensa de ciertas decisiones que uno adopta ante las situaciones que se te presentan en la vida, pero la verdad siempre hay que decirla desde el respeto y sin hacer daño.

–¿Qué significado tiene para usted la palabra amistad?

–Esta palabra es una inmensidad. La amistad nos salva muchas veces del dolor de la vida y cuando es verdadera, el corazón tiene mucha más resistencia y te hace vivir mucho mejor. La vida te regala muchas cosas y si, entre ellas, tenemos la fortuna de tener una amistad verdadera, no hay mayor regalo que ése.

–¿Qué le 'suliveya' de subirse a un escenario, donde lleva trabajando desde 1988?

–Hay muchos actores que no necesitan subirse a un escenario, yo sí, de vez en cuando, porque cuando se genera la complicidad con el público, eso es impagable. Yo pienso, como también dice Mayorga cuando habla del silencio del público en el teatro, que un aplauso puede estar condicionado por muchas circunstancias, pero cuando se da un silencio verdadero, tu vida como actor ya está pagada; es decir, que no te has equivocado a la hora de elegir esta profesión.

–¿El miedo escénico desaparece con los años?

–No, siempre se tiene. Si te importa este oficio como una manera de vivir y de estar en la vida, hay momentos en los que estás al límite de sufrir de verdad, pero ese miedo es necesario para poder crear. Y si quieres seguir dando lo mejor de ti y conectar con el público, ese miedo escénico permanece en el tiempo, nunca desaparece. Yo mismo he padecido en más de una ocasión un ataque de pánico en el escenario.

–¿Qué le engancha más: el teatro, el cine o las series de televisión?

–A mí lo que más me pone, ya pasado el tiempo y con los años que tengo y que llevo en el oficio, es pasarlo bien y si puedo elegir trabajos, independientemente del formato, con personas determinadas que me los proponen, muchísimo mejor porque ya no se trata de engrosar mi etapa profesional, sino vital. Quiero pasarlo bien, aprender y lo que más me importa es pensar que ha valido la pena ejecutar ese trabajo por lo que he vivido.

–¿Tiene cerrada su participación en alguna película o serie televisiva?

–Afortunadamente, sí. Ahora se está emitiendo en Atresplayer la serie 'La red púrpura', segunda parte de 'La novia gitana', en la que hago una colaboración, y el próximo año se estrenará en Antena 3 la serie 'Una vida menos en Canarias', en la que también participo.

–Se le ha visto como colaborador del programa 'Aquí la tierra', de Televisión Española.

–¡Soy un corredor de fondo! (risas). Intervine en uno de los programas de 'Aquí la tierra', me divertí muchos y ellos se quedaron muy contentos y me propusieron seguir colaborando en él y también en 'Ahora o nunca'; hice algunos más, pero no pude seguir al estar de gira. La verdad es que es un aprendizaje, mi colaboración se rodó en paradores y me recordó al hotel que regentaron mis padres, donde yo me crié, y por eso tengo una querencia especial por los hoteles.

–Fue portero del Valladolid Juvenil, una ciudad colindante con Palencia...

–Yo ya tengo una edad y me ha dado tiempo a hacer muchas cosas (risas). El fútbol se me daba bien y un ojeador me llevó a Valladolid, ciudad de la que guardo muy buenos recuerdos. Mi exmujer es de Valladolid y mi hija nació allí. Y Palencia lo conozco, aunque ya hace tiempo que no voy allí a trabajar y me hace mucha ilusión volver. Tengo amigos que tienen una casa en la Montaña Palentina y cada vez que voy disfruto muchísimo del paisaje; ¡me encanta!

–En 2003 fue galardonado como mejor actor por 'Flores' en el Festival de Cortometrajes de Aguilar de Campoo (Aguilar Film Festival)...

–Tiene muchísimo mérito que un pueblo mantenga un festival de cortometrajes. Sin duda, es gente que hace belleza y hace que este país sea mejor.