La cobertura y la velocidad de Internet es escasa para una tercera parte del mapa de Palencia

Vivir en una 'zona blanca' del mapa (sin cobertura ni infraestructura) descarta las posibilidad de teletrabajar, la formación a distancia o la capacidad de realizar una simple videollamada. En otras ocasiones, una velocidad ínfima condena a los usuarios a cortes y dificulta mucho el acceso a un servicio que se ha convertido en «básico», como enfatiza la vicepresidenta de la Diputación de Palencia, María José de la Fuente Fombellida.

«Los territorios con baja densidad poblacional están perdiendo oportunidades», lamenta. La falta de cobertura implica que no puedan acceder a gestiones electrónicas, ni a información sanitaria. Tampoco pueden instalar dispositivos de teleasistencia. Para lograr la preciada conexión, De la Fuente remarca que la Diputación estará siempre abierta a «explorar todas las opciones», incluso la de la conexión vía satélite.

Definitivamente, Castilla y León no sale beneficiada en la media nacional. Sobre el mapa, los puntos sin cobertura lucen como un sarampión violento: salpican todo el territorio de manera caprichosa pero metódica.

La fibra llega, según el mismo estudio, a un 65,3% de los hogares. Esto convertía a la comunidad en la cuarta con menor implantación dentro de la clasificación por comunidades. Tan solo Galicia, Extremadura y Cantabria alcanzaban a porcentajes menores de población, y son Melilla y Madrid las que dominan la tabla, cerca de la plena cobertura.

A pesar de una lenta mejora, la velocidad también marca abismos importantes en Palencia y maquilla la extensión de la cobertura. Si se establece un mínimo de 30 Mbps, ésta llega a casi el 92% de la provincia, tal y como contabiliza el informe del Ministerio. Pero si el listón se coloca en los 100 Mbps –un salto vital para poder unirse a una videoconferencia o para ver una serie–, el porcentaje cae al 67%. Es decir, casi uno de cada tres palentinos no llega a esos 100 Mbps.

El plan actual (Programa de Extensión de la Banda Ancha de Nueva Generación, conocido también por las siglas PEBA-NGA) quiere aumentar la velocidad y la extensión de la red, y para 2023 se ha fijado el objetivo de hacer llegar al menos esos 100 Mbps al 90% de la población castellano y leonesa.

A finales de marzo, un comunicado de la Junta aclaraba que se está recuperando la convocatoria de 2020 y que a través de ella han sido seleccionados nueve proyectos para Castilla y León, uno por provincia, que financiarán el Gobierno y la Junta de manera conjunta con la Unión Europea, que ha comprometido fondos Feder. «No hay alcalde que no esté pendiente de la cobertura de su pueblo, sobre todo si es mala», asegura la vicepresidenta, que recuerda que los ayuntamientos no pueden invertir en fibra por iniciativa propia y que las competencias para extenderla dependen del Gobierno central. Son los operadores los adjudicatarios de los planes de expansión. En otras palabras, las compañías, mediante un proyecto concreto, reciben ayudas para cablear un área determinada.

El rol de la Diputación es incidir en el análisis y dar apoyo al resto de las administraciones para lograr mayor agilidad en un asunto que todos los colores políticos coinciden en considerar «prioritario».

«Es prioritario, pero no es rentable, así que las compañías no te dan una razón, solo aseguran que lo van a estudiar y nos dejan pasar, aunque podrían hacer negocio en verano», puntualiza la alcaldesa de Villanuño de Valdavia, Marta Vega Macho. La regidora de Villanuño explica que, aunque los noventa habitantes de su municipio acceden a una cobertura móvil decente si contratan con un par de operadores, solo pueden instalar Internet en casa a través de radiofrecuencia, que es mucho más costosa y menos veloz. Sin banda ancha, se resignan a usar sus móviles a modo de router o se acercan a la zona de la iglesia para poder usarlos, si resulta que utilizan un tercer operador. Algo que les pasó a los niños que recibieron tarjetas de datos de la Junta para hacer los deberes… pero no tenían cobertura en su casa con ellas.

«Las grandes compañías a veces ni nos contestan», denuncia María José Ortega Gómez, al frente del ayuntamiento de Aguilar de Campoo. Es el segundo ayuntamiento más grande de la provincia, pero fuera de su centro aún hay zonas y barrios incomunicados. Ella hace hincapié en que la dispersión castiga a la población. Por ello cree necesaria una apuesta más firme y más inmediata, en la línea de lo que prometía la inversión del plan 300x100. «Hay que exigir a los operadores ese esfuerzo para que llegue la banda ancha. No nos puede valer un porcentaje de población, hay que contar con la extensión en el territorio, para que las pedanías de 20 habitantes también reciban trato de usuarios», completa Ortega.

La alcaldesa de Amusco, María Victoria Carracedo, también se pronuncia: «No les 'pillamos a mano', los operadores marcan una zona y no se preguntan a quién llegan y a quién no», sentencia. No acaba de encontrar el criterio que siguen los planes. Hace poco el ayuntamiento recibió un correo: una mujer quería mudarse al pueblo, pero necesitaba cobertura para trabajar desde casa. No pudieron ayudarla, muy a su pesar. Pero es un tema muy presente. Amusco tiene 423 habitantes censados, y Carracedo realizó recientemente una consulta popular, al ver que municipios aledaños más pequeños, como Piña de Campos o Támara, disfrutaban del servicio. «La respuesta ha sido masiva, todo el mundo quiere, pero de momento no estamos previstos en los planes del Ministerio. Estamos en conversaciones con un operador, pero aún no nos ha concretado nada», cuenta la intendente. Teme que el «ya no falta mucho» con el que les tranquilizan las empresas pueda traducirse en años de espera y que se desaproveche el momento para captar población.

Santibáñez de la Peña, que supera el millar de habitantes, puede decir que los problemas con la fibra se reducen a determinadas localidades bajo su paraguas, como Villafría de la Peña. Aun así, su alcalde, Manuel Maza de las Heras, no deja de identificar el mismo problema. «La instalación de fibra es muy costosa, así que en zonas en las que viven 15 usuarios, los operadores no quieren saber nada», coincide con sus homónimas. La orografía de la Montaña Palentina no ayuda. «Y más allá de la vida aquí, los jóvenes tampoco se plantean venir a una casa rural si en el pueblo no hay cobertura para el móvil».

La primer edil de Prádanos de Ojeda, María Rosa Matabuena Martínez, confirma que la llegada de la fibra «ha venido muy bien» para mejorar las condiciones de una casa rural y para reafirmar la presencia del teletrabajo y de la juventud en el municipio. Prádanos cuenta con menos de 200 habitantes, pero se sitúa a una distancia asequible de Burgos o Santander. Ha sido uno de los pueblos afortunados en los progresivos planes de expansión, y Matabuena se muestra muy satisfecha con el cambio, pero no deja de identificar el problema crónico del mundo rural con las telecomunicaciones.

Allí, la televisión no se ve «por un exceso de señal». Consiguieron una subvención y lo solucionaron poniendo una antena en cada hogar. Hasta hace no tanto, si había tormenta, podían quedarse un par de días sin cobertura móvil. Aunque ahora sea buena, les preocupan sus vecinos de pueblos vecinos, en ocasiones con población más envejecida: «Hay lugares cercanos en los que si te ocurre algo en la nave, te tienes que arrastrar hasta el fijo de casa para poder avisar», ejemplifica la dirigente.

En algunos barrios de Aguilar de Campoo también tienen problemas con la televisión, el más popular de los entretenimientos, aunque los capean con los repetidores de la comarca. La alcaldesa de Aguilar valora el compromiso de las instituciones, pero recuerda que por estar en pandemia «no se puede dejar de atender a todo lo cotidiano». El edil de Santibáñez, Maza de las Heras, diría que la instalación de fibra se ha «ralentizado» con la entrada en liza de otras problemáticas.

Sin embargo, la llegada del coronavirus ha hecho más evidente la brecha digital, sobre todo, entre lo urbano y lo rural. «La pandemia ha provocado que se contemplase una opción de vida más en contacto con la naturaleza pero, sobre todo, lo que ha demostrado que urge mucho un buen acceso», subraya la vicepresidenta de la Diputación.

La alcaldesa de Villanuño matiza que no aspiran a una gran oferta en la zona, pero sí a no sentir el abandono, a disfrutar del servicio, como otros tantos habitantes del país: «Notamos el contraste con los pueblos grandes, y también hemos trasmitido que nos parece injusto que una ciudad esté inundada de redes y no haya un cable para nosotros», señala.

Además, la fibra es una solución «que debería ir de la mano con una mejora del transporte», indica la alcaldesa de Prádanos, a modo de reflexión final. «La gente está volviendo al pueblo para no encerrarse en un piso de 40 metros cuadrados, pero al final tengo muy claro que irá allá donde tenga trabajo», sostiene. Las opciones de trabajo cercanas son limitadas: un bar por aquí, un carpintero por allá, algún que otro agricultor. De modo que no es de extrañar que, con este razonamiento y con el 'boom' del trabajo a distancia, los vecinos de esas 'zonas blancas' desprovistas de conexión sientan que se les escapa una oportunidad entre los dedos.