Carlos Barrio se dirige al público. Marta Moras

«La clave no es enseñar a motivar en el aula, sino a no desmotivar»

«Es escalofriante la cifra de personas que trabajan en algo que no les gusta», afirma el experto, que aborda motivación, liderazgo y humor para transformar la enseñanza

Martes, 10 de diciembre 2024, 07:06

Motivar en el aula, inspirar a los docentes y reconectar con la pasión por enseñar son desafíos clave en la educación actual, especialmente en un contexto en el que la desmotivación afecta a numerosos profesionales de la enseñanza. Con tal objetivo, el consultor y formador ... soriano Carlos Barrio ha ofrecido en Palencia una charla titulada 'Motivación y humor en el aula', organizada por el CSIF. Con una trayectoria singular que combina la ingeniería química, el teatro y la consultoría, Carlos Barrio ha desarrollado un enfoque que aplica herramientas del mundo del espectáculo al ámbito profesional y educativo. Este método, que incluye la comunicación, el liderazgo y el humor como pilares fundamentales, busca no solo mejorar el rendimiento de los docentes, sino también fomentar un ambiente que motive a los alumnos y favorezca su aprendizaje. Su propuesta cobra especial relevancia en un momento en el que se recalca la necesidad de actualizar las metodologías educativas, adaptándolas a las realidades actuales. Carlos Barrio defiende que el humor y la empatía no están reñidos con la seriedad, sino que son herramientas clave para construir aulas más dinámicas, inclusivas y efectivas.

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–¿Cómo enfoca este tipo de conferencias?

–La charla tiene tres patas fundamentales: la comunicación, el liderazgo y la motivación. Mi objetivo es que los profesores reflexionen y recuerden por qué empezaron a enseñar, redescubriendo esa motivación inicial. En muchas profesiones, incluida la educativa, la gente se va desmotivando con el tiempo. No se trata de enseñar a motivar, sino de no desmotivar ni a uno mismo, ni a los compañeros, ni a los alumnos.

–Lo de la relación entre la motivación y el trabajo es preocupante. ¿Cómo puede abordarse desde la educación?

–Es escalofriante el número de personas que trabajan en algo que no les gusta. Si fomentáramos una línea más motivadora desde pequeños hasta el ámbito profesional, habría más gente contenta y productiva. La educación es la base, donde empieza todo. Si logramos conectar la motivación con el aprendizaje, el rendimiento mejora significativamente.

–Su carrera es poco convencional. ¿Cómo influye su experiencia personal en lo que enseña?

–Me considero poliédrico en ese sentido. Quería ser actor, pero acabé estudiando Ingeniería Química. Aun así, nunca abandoné lo que me apasionaba. Fundé un grupo de teatro y empecé con monólogos. Luego combiné esas herramientas del espectáculo con mi trabajo en empresas. La vida es un escenario constante; no necesitamos que nos enseñen a interpretar a Hamlet, pero sí a interactuar con el público, a transmitir calma o a inspirar confianza, ya sea como profesor o como profesional en cualquier área.

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–Defiende que el humor puede transformar el aula. ¿Cómo funciona en la práctica?

–Hay una máxima que siempre menciono. La comedia no está reñida con la seriedad, sino con el aburrimiento. Hoy en día, las aulas han evolucionado. Ahora los alumnos trabajan en grupos y, curiosamente, los que más se ríen suelen ser los más productivos. El humor crea vínculos, genera confianza y ayuda a resolver conflictos. No se trata de convertir el aula en un espectáculo, sino de utilizar la comedia como una herramienta para mejorar el ambiente y el aprendizaje.

–¿Cuál sería el primer paso para mejorar la comunicación en la educación?

–Escuchar más y hablar menos. Un buen comunicador es quien sabe escuchar. En educación, es esencial adaptarse. Los niños no son iguales ahora que hace diez o veinte años. Necesitamos escuchar, probar cosas nuevas y crear nuestras propias reglas desde la empatía y el buen humor. No podemos querer educar a la generación de 2024 como a la de 2012 o a la de 1981, como era la mía.

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